Para inversionistas institucionales con liquidez disponible, como empresas, asociaciones solidaristas, aseguradoras y operadoras de pensiones, es vital tener una gama de estrategias de inversión a corto y largo plazo, especialmente en una coyuntura económica en donde hay una presión hacia la baja en las tasas de interés.
Uno de los indicadores principales a tener en cuenta a la hora de invertir es la inflación, que a nivel interno ha cedido más rápido y en mayor medida de lo esperado, lo cual ha permitido al Banco Central de Costa Rica comenzar una reducción de la Tasa de Política Monetaria (TPM). Para finales de marzo, esta tasa de referencia tuvo una disminución de 50 puntos base, situándose actualmente en 5,25%. Aunado a esta disminución, la mejora en la calificación de riesgo de la deuda soberana del país por parte de la calificadora de riesgo Fitch Ratings, quien la ubica en BB, ha generado un alivio en la presión que el emisor ejercía sobre el mercado de capitales interno, lo que crea una disminución en los rendimientos a la hora de colocar nuevas emisiones.
Considerando las variables anteriormente mencionadas, toda institución debe tener una política de inversión que funcione como una guía estratégica para la planificación e implementación de inversiones, donde se describan las pautas necesarias para la administración de los recursos, con el fin de maximizar la cartera acorde a la realidad y tendencia de la economía a nivel nacional e internacional.
¿Qué es exactamente una política de inversión? Es un elemento que busca establecer un propósito que permita definir el objetivo o meta final que se quiere lograr a nivel institucional; acompañado con lineamientos para una correcta administración, donde se busquen personas capacitadas que sean responsables de determinar un marco de gobernanza para el proceso de inversión.
Además, se debe definir los objetivos de inversión y los límites para poder darle una asignación a cada uno de los activos que conformen la cartera. Y por último, darle un seguimiento a la implementación y a los resultados obtenidos en cada una de las inversiones.
Con un modelo de asesoría claro, hay que ver más allá de las formas tradicionales para el manejo de liquidez, como cuentas corrientes o certificados a plazo. Existen otras alternativas como los fondos de inversión, con beneficios similares e incluso con una mayor diversificación, optimización, versatilidad y una generación de renta periódica para poner a trabajar el dinero ocioso.
¿Tiene objetivos a corto o largo plazo?
Existen diferentes tipos de fondos de inversión, y cada uno está diseñado con el fin de ajustarse al perfil de riesgo, a las necesidades de liquidez y objetivos del cliente.
Al buscar inversiones de corto plazo, hay quienes prefieren refugiarse en activos con un grado de riesgo menor, ya que la estabilidad es su prioridad. Para este tipo de inversores existen los fondos abiertos como los de mercado de dinero. El invertir en este tipo de instrumentos sirve para mantener inversiones de corto plazo o transitorias los cuales generan rendimientos capitalizables de manera diaria y con la facilidad de liquidar al día siguiente, permitiendo afrontar la operativa de la institución sin desaprovechar la oportunidad de producir ingresos pasivos.
Para el inversionista que busca un horizonte de mediano o largo plazo, los fondos cerrados brindan el beneficio de recibir dividendos de forma mensual o trimestral donde se pueden obtener mayores rendimientos al invertir en un horizonte de mayor plazo. Esto permite a las empresas maximizar los rendimientos de su cartera y continuar con el giro de negocio sin la necesidad de tocar el principal.
¡Que su prioridad sea una asesoría personalizada!
Dadas las condiciones de la economía actual, los fondos de inversión se muestran como una opción atractiva y con mayores rendimientos que solo tener el dinero en la cuenta. Sin embargo, se debe entender que la necesitad de una correcta asesoría es primordial a la hora de gestionar el perfil de cada inversionista, buscando el fondo que más se adapte a sus metas y objetivos, sin dejar de lado el rendimiento que está supeditado al apetito al riesgo, y a la necesidad de liquidez.
Para lograrlo se debe estructurar una política de inversión sana en compañía de especialistas en la asesoría patrimonial, para administrar de una manera óptima los recursos, con el fin de solucionar y alcanzar los objetivos de cada cliente, así como potenciar sus recursos, generando y preservando el patrimonio a lo largo del tiempo.