En febrero de 1995, cuando el negocio de la estiba en los muelles de Limón estaba en manos de tres compañías, descargar un contenedor de un barco costaba ¢17.000. Hoy, cuando esta actividad es responsabilidad de 14 empresas, el mismo trabajo tiene un precio máximo de ¢7.839.
Se trata de un valor máximo pues las firmas estibadoras gozan de entera libertad para fijar -mediante negociación con los clientes- los montos que se cobran por debajo de dicha cifra.
Esta disposición, que rige desde el 4 de octubre del año pasado, ha generado una fuerte competencia tarifaria entre las sociedades que prestan los servicios de carga y descarga en los atracaderos Alemán y Moín.
Prueba de esta pugna es el hecho de que, hace pocos días, Estiba S.A. cotizó en ¢5.500 la movilización de cada contenedor a un cliente eventual. Sin embargo, no pudo concretar la transacción debido a que otra compañía ofreció realizar la misma labor a ¢3.700 por cada remolque. Así lo informó Alvaro Rossi, gerente general de empresa, quien prefirió reservarse el nombre de la firma que propuso un costo más bajo.
Una situación similar afrontó la Cooperativa Autogestionaria de Trabajadores de Servicios Portuarios de Carga y Descarga y Afines (Coopeunitrap), la cual perdió un negocio por causa de que otra estibadora bajó el precio de descarga de contenedores a ¢2.100 la unidad.
De esta experiencia dio cuenta Víctor Araya, presidente del Consejo de Administración de Coopeunitrap, quien aseveró que esta situación ha perjudicado a los trabajadores muelleros con una baja muy sensible en sus salarios. También optó por no revelar la identidad de la otra empresa.
Por brindar este tipo de servicio, la Compañía de Estiba y Servicios Portuarios (Ceprosa) cobra -en promedio- ¢5.300 por remolque. Lo aseveró Antonio Robinson, presidente de la empresa.
Mercado abierto
Tales bajas en cotizaciones son producto de la apertura del mercado de la estiba en los muelles limonenses, que entró en vigencia el 25 de agosto de 1995.
Antes de ese día, los millones de colones que producía la actividad de la carga y descarga en dichos puertos eran cosechados por Estiba S.A., Carga y Descarga S.A. (Cadesa) y la Cooperativa Autogestionaria Obrera de Producción de Servicios en la Actividad Bananera, Portuaria y Afines R.L. (Coopeutba) -denominada antes Estibadores Bananeros- desde 1968.
Sin embargo, en aquella fecha entraron en la danza seis estibadoras más, a las cuales se sumaron otra media docena a principios del presente mes.
A esta adición que da como resultado un total de 15 compañías, hay que restarle una -Procesadora de Carga del Atlántico S.A. (Procatsa)-, cuya adjudicación había anulado la Contraloría General de la República por considerar que la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (JAPDEVA) incurrió en irregularidades durante el trámite.
Fruto de esta apertura, es que todas las tarifas por concepto de carga y descarga -no solo las de los contenedores- han caído sustancialmente durante los últimos meses.
No obstante, no todos los sectores relacionados con la actividad portuaria se han sentido beneficiados con la caída en los valores de estiba. Entre ellos, algunos importadores que no han percibido bajas en sus costos.
Abundan ejemplos de la anterior disminución. Fernando Jiménez, gerente general de Abonos Agro, informó de que cuando la estiba en Limón era negocio de tres firmas el desembarque de productos de acero tenía una tarifa mínima de $9 por tonelada, pero que ahora se encuentra en $5,50.
Heraldo Cuadra, tramitador de la oficina de la agencia de aduana Sociaco S.A., en Limón, dijo que previo a la apertura la movilización de mercadería general suelta -sacos, estañones o cajas- valía ¢901; ahora, ¢650.
Antonio Robinson expresó que Ceprosa tiene una tarifa promedio de ¢1.000 para la tonelada métrica de mercadería general. Este rubro costaba ¢1.743 antes de la apertura y ha sido fijado, dentro de la tabla de precios máximos mencionada, en ¢1.589.
¿Como se logra?
Y aún hay más. Helmut Dorsam, presidente de la Cámara Nacional de Armadores y Agentes de Vapores (NAVE) y gerente general de la naviera Seaboard Marine, recuerda que antes de que se abriera el mercado de la estiba en los muelles limonenses los dueños de los vapores estaban obligados a pagar multas que fluctuaban entre ¢30.000 y ¢40.000 por cada hora de retraso con que arribaran al atracadero, fuera o no culpa de la tripulación.
Esta situación se veía agravada, agregó el empresario, por el hecho de que las convenciones colectivas -siete suscritas con el desaparecido Sindicato de Trabajadores Portuarios y Ferrocarrileros de Limón (STPFL), que dirigía Timothy Scott- establecían que las cuadrillas de estibadores iniciaban labores a las 12 n., 6 a.m., 12 m. y 6 p.m.
"Si un barco llegaba a las 7 de la noche, tenía que pagar una hora de demora. Ahora no es así porque tenemos la libre negociación privada; por lo que los horarios son negociables", manifestó Dorsam.
Como dijo Victoria León, presidenta ejecutiva de JAPDEVA, "ahora son los clientes los que se ponen de acuerdo con las estibadoras en cuanto a tarifas y tipo de servicio".
¿Y cómo se ha logrado esta disminución de tarifas?
Wálter Esquivel, presidente de la naviera Navex S.A., es uno de los usuarios de los muelles limonenses que está convencido de que la reducción del número de obreros por cuadrilla ha jugado un papel importante en la merma de costos. Estos grupos de trabajo estaban integrados, en el pasado, por 32 personas en promedio; ahora operan con alrededor de diez hombres y han recortado los tiempos de atención a los buques, dependiendo del tipo de carga que haya que movilizar.
Según Dorsam, el valor de la estiba era alto en el pasado porque había que pagar por la mano de obra de toda la cuadrilla, aunque no todos los individuos trabajaran en el embarque o desembarque.
Otra razón de dicho abaratamiento, en la que coinciden muchos de estos usuarios, es que, al haber desaparecido el STPFL, las empresas estibadoras se han visto libradas de los compromisos millonarios que tenían que honrarle a los trabajadores por causa de las convenciones colectivas.
Antes y ahora
Muchas cosas han cambiado en el mercado de la estiba, en los muelles de Limón, desde que este fue abierto a la participación de otras empresas, el 25 de agosto de 1995.
Antes