Científicos del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) y especialistas de la empresa ramonense Florex buscarán en los bosques ticos plantas y microorganismos que permitan producir compuestos a partir de los cuales sea posible desarrollar productos de limpieza 100% biodegradables y que requieran menos agua para alcanzar resultados efectivos.
Así lo confirmaron Ana Lorena Guevara, gerente de la Unidad de Investigación y Bioprospección del INBio, y Silvia Chaves, vicepresidenta de Distribuidora Florex de Centroamérica.
El acuerdo, que se firma hoy en una ceremonia oficial en INBio, tendrá una inversión de $26.000 –unos ¢13 millones– que serán aportados en partes iguales por INBio y la empresa Florex.
“Esas saponinas se encuentran en ciertas familias de plantas y, para decirlo en fácil, cumplen una función similar a la de un detergente sintético, pero es mejor porque es natural y no contaminante”, dijo Randall García, director de conservación del INBio.
En busca de saponinas los científicos primero harán un listado de las plantas más promisorias –o de las que se sospecha que tienen saponinas– y luego se saldrá al campo a recolectar muestras de estas.
Posiblemente entre las plantas que se estudiarán estará la conocida popularmente como chumico o jaboncillo (Sapingus saponaria). “Esta es una planta que tiene como bolitas negras y por eso los campesinos solían utilizarlas como bolinchas”, dijo García.
Otra especie que será estudiada es el árbol de Guanacaste pues en en la pampa se ha usado históricamente su fruto como limpiador, reconocen los científicos de INBio.
Con las muestras en mano, los expertos las llevarán a sus laboratorios. “Lo principal aquí es ver cuál de las plantas tiene el extracto que puede convertirse en un buen agente limpiador”, dijo Kattia Rosales, química del INBio.
Para encontrar ese potencial, lo que se hace es poner a prueba la funcionalidad –o capacidad limpiadora– de cada uno de los extractos que se obtengan en diferentes tejidos que se utilizan en la ropa de los costarricenses: como algodón, seda y otros.
Si alguno de ellos funciona, el paso siguiente será hacer pruebas para detectar cuál es la concentración mínima que se requiere de ese extracto para que cumpla su misión como jabón.
En este punto, Guevara enfatiza que se trata de identificar cuál es la concentración mínima posible de estas saponinas para crear un jabón comercial “ecológico”.
Los primeros resultados de esta búsqueda se tendrían en diciembre de este año.
“Las enzimas son catalizadores biológicos que se han adaptado para su uso en detergentes; pueden ser producidas por la fermentación de bacterias, levaduras y hongos utilizando ingredientes naturales”, explicó la experta Guevara.
Según ella, entre otras cosas, las enzimas microbióticas atacan las sustancias que manchan las telas, rompiendo los polímeros biológicos en pedazos más pequeños y más solubles, lo que facilita la acción de un detergente y reduce la cantidad de agua necesaria para que funcione.
“Las enzimas convierten a los detergentes en productos más biodegradables y especialmente más económicos pues hacen que el proceso de limpieza sea más fácil, ágil y eficiente y con ello que se requiera menos energía y menos agua”, destacó la científica.
Las enzimas en cuestión serán analizadas, entre otros, en bacterias de los géneros Bacillusy Pseudomonas, y los hongos de género Penicilliumy Aspergillus.
Los primeros resultados de la exploración de enzimas microbióticas se esperan para enero del año 2011.
“Esta es apenas una primera alianza. Tenemos muy buenas expectativas y esperamos tener éxito y que se hagan más”, coincidieron Guevara y Chaves.