Por cuatro años, un equipo de científicos internacionales ha estado analizando los restos de tres ejemplares de Australopithecus sediba, una especie de homínido que, se cree, suma pistas para entender el proceso de la evolución humana.
Aunque no se tiene claro el lugar preciso de la especie dentro de la evolución, una serie de estudios que se publicaron ayer en la revista Science revelaron que este ancestro tenía una sonrisa humana y un andar de chimpancé.
Los científicos creen que, por la estructura torácica y posición de los huesos, el Australopitechus sediba caminaba en dos pies, pero, a diferencia de los humanos, no balanceaba los brazos al andar.
Los rasgos mixtos de esta especie se dieron a conocer después de analizar detalladamente dos esqueletos casi completos, encontrados en el 2008, dentro de la cueva de Malapa, al norte de Sudáfrica.
Los paleontólogos estiman que los restos tienen aproximadamente dos millones de años.
Conociendo al ancestro. “Tal entendimiento de la anatomía de una especie de homínidos tempranos, tendrá consecuencias para la interpretación de los procesos evolutivos del hombre y otras especies”, dijo Lee Beger, líder del equipo de investigación de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica.
Además de caminar como un primate, los científicos piensan que esta especie era capaz de escalar fácilmente los árboles y suspenderse en las ramas.
A diferencia de otros homínidos que se alimentaban principalmente de hojas y plantas, los especialistas sospechan de que esta especie se nutría con madera y trozos de corteza de árbol.
Más por descubrir. Desde que se descubrieron los dos esqueletos casi completos, la especie ha causado fascinación entre los científicos, porque tiene características de homínidos modernos y antiguos.
Es un “mosaico” en el que se mezclan rasgos de humanos y simios: con una postura erguida, pero con pies que sugieren una vida en los árboles, un cerebro relativamente complejo, brazos largos, dedos cortos y un pulgar largo.
Para Berger, aún quedan muchas piezas por encajar en el gran rompecabezas de la evolución humana.
“Descubrimientos como Australopithecus sediba y el sitio Malapa demuestran la necesidad de más exploraciones basadas en África, pues hay muchos sitios ricos en fósiles que no han sido analizados.
Este continente es una gran promesa para las paleociencias”, dijo el científico.