Impotencia, tristeza y sueños rotos. Aquel 30 de mayo de 2014 es un día difícil de olvidar. El esfuerzo y la dedicación parecían no haber valido la pena y los “¿por qué yo?”, inevitablemente, daban vueltas en la cabeza, una y otra vez.
Para Kendall Waston, Brasil 2014 iba a ser el primer mundial que disputaría con la Selección Mayor de Fútbol. Sin embargo, la vida tenía otros planes para él y en aquella ocasión tuvo que ver los históricos partidos de la Tricolor desde su casa.
10 años después, el futbolista recuerda a la perfección el momento en que el entrenador de la Selección Nacional de aquel entonces, Jorge Luis Pinto, entró al camerino del Proyecto Gol para decir los nombres de los tres jugadores de aquel grupo de 26 que iban a quedar fuera de la lista final de convocados a disputar el mundial. De antemano se sabía que uno sería Álvaro Saborío, por lesión, pero todavía faltaban dos nombres más.

Kendall estaba al lado de Yeltsin Tejeda cuando Pinto, sin darle muchas vueltas al asunto, pronunció su nombre y el de Carlos Hernández. Ese fue un balde de agua fría para un joven de 26 años que anhelaba debutar con la Selección Nacional en la máxima cita planetaria.
“Fue un momento muy incómodo porque la mayoría estaban alegres porque iban a ir, pero también estábamos nosotros, que obviamente teníamos tristeza. Entonces ellos no querían estar del todo así, con la euforia de que iban, porque eran conscientes de la tristeza de uno. De hecho, Yeltsin, que estaba a la par mía, fue el primero que se me acercó y me consoló porque obviamente yo estaba bien triste”, recuerda Waston.
Kendall Waston no tiene reparos en reconocer que haber quedado fuera de la convocatoria final de 23 jugadores que viajaron a Brasil 2014 fue uno de los golpes más dolorosos que le ha dado el fútbol.
El espigado defensor se veía en aquel entonces debutando en un mundial mayor y demostrando sus habilidades futbolísticas en el “grupo de la muerte”, frente a Uruguay, Italia e Inglaterra. Sin embargo, nada de eso ocurrió.
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“Fue devastador, porque siempre estaban las ilusiones de uno de ir al mundial y todo el sacrificio que se había hecho previo para llegar ahí. Y cuando a uno le dan las noticias de que no va a ir, obviamente es muy triste”, recuerda el emblemático jugador del Deportivo Saprissa.
Cuando Pinto le comunicó que él era uno de los que había quedado fuera, Waston llamó de inmediato a su esposa, Priscilla Robles, para contarle la noticia. Ella le pidió que regresara a la casa.
En aquel entonces, Kendall tenía aproximadamente un mes de haberse convertido en padre, pero debido a sus compromisos con la Selección Nacional no había podido compartir con su pequeño, Keysaack Waston.
“Ella simplemente me dijo: ‘Véngase para la casa, porque su hijo lo está esperando’ y ese fue como mi desahogo, poder estar con él, conocerlo, fue como sacarme de la mente esa amargura. Las mujeres son muy sabias y ella supo cómo sacarme de ahí, porque en ese momento yo no quería nada”, reconoce.
Sin embargo, su sueño mundialista no acabó allí, pues días después de la convocatoria final, el lateral Heiner Mora se lesionó, estando ya en suelo brasileño, y Pinto tuvo que convocar a un jugador en su reemplazo para disputar el mundial. “Uy, me van a llamar a mí o van a llamar a Carlos”, pensó Kendall. La ilusión volvió a jugar con él.

Los periodistas deportivos que estaban en Brasil lo llamaban y le consultaban si lo habían convocado y él solo podía preguntarse: “¿Será que ellos saben algo que yo no?”. No obstante, los planes de Pinto eran otros.
“Obviamente es triste saber que un compañero se lesiona, pero eso dentro de todo le abre a usted la oportunidad y entonces le daba a uno como ilusión otra vez. Mi esposa me decía que mejor estuviera tranquilo, porque cuando pasó eso (la lesión de Heiner) yo dejé botado todo lo que tenía que hacer y me quedé sentado frente al televisor, esperando a ver a quién iban a llamar”, narra.
Y añade: “Había sentimientos encontrados que yo no sabía y cuando finalmente veo en el noticiero que llamaron a Dave Myrie fue cuando dije: ‘aquí se acabó el sueño’”.
Para Waston fue difícil gestionar todos esas emociones y pensamientos. Además, confiesa que sí se visualizaba en la Copa del Mundo 2014, pues había “ciertas conversaciones” a nivel deportivo en las que lo mencionaban. Waston, quien mide poco más de 1,90 metros, explica que, por ejemplo, lo nombraban a él cuando se hablaba a lo interno del equipo de enfrentar a Inglaterra, por la estatura de los jugadores rivales.
“Todo fue difícil. Yo quería que les fuera bien a ellos, pero también quería estar ahí. Entonces era como una alegría y un sufrimiento al mismo tiempo, porque decía: ‘Pucha, ¿por qué no estoy ahí?’, y tampoco quería ser egoísta, pero no podía disfrutar de las cosas buenas que les estaban sucediendo a ellos”, admite.
Waston reconoce que le costó mucho superar ese trago tan amargo, pues aunque se sentía feliz con los resultados de la Sele, siempre había una voz que le recordaba que él no estuvo ahí y que no pudo ser parte de esos jugadores que “marcaron una historia importante para el país”. Lo mismo ocurrió cuando los seleccionados regresaron al país y los costarricenses los recibieron con una verdadera fiesta. El saprissista decía: “Qué lindo estar ahí... tan cerca, pero tan lejos”.
Hoy, a sus 36 años, el futbolista agradece aquella experiencia que lo hizo crecer tanto a nivel personal como profesional.
“Las cosas negativas también le sirven a uno para ver de qué está hecho, si uno se tira abajo, o si sigue adelante, entonces la verdad es que fue una gran enseñanza para mí. Cuando pasó eso siempre me dije que si a mí me iban a dejar fuera de algún microciclo o algún llamado a la Selección, no quería arrepentirme de nada y que en cada entrenamiento tenía que dar el 100% y un poquito más para irme ganando las cosas y que nadie me regalara nada”, afirma.
Tras el trago amargo del 2014, a Waston se le abrieron las puertas en el extranjero y jugó en equipos como el Vancouver Whitecaps y el F. C. Cincinnati. Posteriormente, se convirtió en habitual de la Selección y fue parte de los convocados para el Mundial de Rusia 2018, donde incluso marcó un gol.
Waston comenta que para este mundial el panorama era diferente, pues había formado parte de toda la eliminatoria. Sin embargo, mantuvo la mesura hasta el final, ya que había pasado por una situación que fue devastadora en su momento. Había “cosquilleo en la panza” y nerviosismo, pero en esa ocasión su nombre sí estaba en la lista final de Óscar Ramírez.
En Rusia hizo el gol que se prometió a él mismo.
“Me mentalicé en ese partido, en el que ya estábamos eliminados, a disfrutarlo al mil por mil, porque no sabía cuándo iba a volver a tener esa oportunidad... y anoté”, asegura.
Ahora sabe que lo que ocurrió en Brasil 2014 le da la oportunidad de aconsejar a su hijo Keysaack, un amante del fútbol, al igual que él.
“A nadie le gusta pasar por momentos difíciles, pero ahora yo le puedo decir a mi hijo que la vida le va a traer muchas adversidades y depende de cómo él tome las cosas, se va a marcar su futuro. Es muy fácil echarle la culpa a los demás y no ver en lo que está fallando uno mismo, pero al fin y al cabo, si usted está luchando por un sueño, luche hasta el final, porque es mejor decir: ‘no lo logré, pero lo luché’, a decir: ‘no lo logré porque no lo luché’”, finaliza.