‘Legionarios’ es una nueva serie de Revista Dominical, en la que le ofreceremos historias de costarricenses que destacan como profesionales, emprendedores y/o líderes en el extranjero. Si conoce de un caso que le gustaría sugerirnos, por favor escríbanos a revistadominical@nacion.com
Cuando estaba en la escuela, allá en su querida Santa María de Dota, el pequeño Marco dibujaba dinosaurios en los márgenes de su cuaderno de Estudios Sociales para concentrarse mientras escuchaba la clase. Tal vez para muchos maestros esto podría significar una distracción, pero en la vida de Hernández marcó el inicio de una aventura que lo llevó, años más tarde, a convertirse en un gran profesional del diseño, tanto que su talento, como parte de un equipo de trabajo, fue reconocido con un prestigioso Premio Pulitzer a Reportaje Internacional 2023.
De pequeño, Marco se crió entre potreros, cafetales y animales, pero él apuntaba a más. Soñaba con trabajar en alguna empresa grande, así que de las opciones técnicas que ofrecía el colegio, escogió estudiar contabilidad. Sin embargo, la comunicación siempre le había llamado la atención; sentía que tenía aptitudes para contar historias… y vaya que sí.
Actualmente, Marco se desempeña como editor gráfico del destacado medio estadounidense The New York Times.
“Me dedico a contar historias, historias visuales. La infografía puede ser una ilustración, un modelo 3D, imágenes de satélites o una foto intervenida. Lo que diferencia una infografía de un artículo escrito es que están construidas alrededor de cápsulas visuales, son historias enriquecidas visualmente”, explicó.
Sin embargo, para llegar a trabajar en uno de los periódicos más importantes y relevantes del mundo, el camino de Marco estuvo lleno de lo que él llama “una seguidilla de fracasos”, que a la postre fueron la preparación perfecta para que ahora cuente en su currículo con más de 200 premios internacionales a su trabajo.
Marco Hernandez: de La Nación a la internacionalización
Su llegada a las grandes ligas de la comunicación internacional fue “una casualidad”; sin embargo, su preparación y tenacidad son ingredientes importantes en esta historia de superación y logros.
Después de graduarse en el colegio técnico en contabilidad, su intención fue estudiar Periodismo. Al igual que sus compañeros de secundaria, hizo exámenes de admisión para las universidades públicas. En la prueba de la Universidad de Costa Rica (UCR), quedó dos puntos por debajo de la calificación para ingresar a Comunicación. También buscó otras opciones en la Universidad Nacional (UNA) y en el Tecnológico de Costa Rica, donde tuvo el puntaje para estudiar diseño o arquitectura; no obstante, él no se presentó a un examen en dicha carrera, por lo cual quedó descartado.
Con la intención de presentar la prueba al siguiente año en la UCR se inscribió en la UNA para llevar los cursos generales mientras esperaba.
Entre tanto, y con una intensidad característica, él no quería quedarse quieto, así que se matriculó en una universidad privada para estudiar Diseño Publicitario. El camino ya comenzaba a formarse.
A la mitad de la carrera, tuvo la oportunidad de trabajar en una pequeña agencia de publicidad. Con ese trabajo pudo pagar la universidad y un apartamento en San José para no tener que trasladarse a diario desde su pueblo natal.
Así fue como la comunicación en todas sus aristas fue llegando a su vida. En la agencia diseñaba, hacía entrevistas para los temas, viajaba a recabar información, tomaba fotografías y comenzó a explorar el video y el diseño web.
Cuando se graduó de Diseño Publicitario y después de varios años trabajando en la agencia pequeña junto a una periodista, la espinita por la comunicación nunca se le quitó. Buscó un trabajo diferente que lo ayudara más en su estabilidad económica y se topó con la noticia de que en el periódico La Nación buscaban contratar a un diseñador.
Fue a la entrevista con su portafolio. Quien lo entrevistó le dijo que le gustaba su trabajo y que también había un puesto en el departamento de Infografía. “En ese momento, no tenía la menor idea de qué me estaba hablando, pero le dije que sí, que donde él me pusiera”, recordó este costarricense de 39 años.
Curiosamente, el departamento de Infografía en la vieja redacción del periódico estaba cerca de las instalaciones de la radio de Grupo Nación, lugar donde años atrás Marco había hecho la práctica profesional como contador. Para él, ya era un lugar conocido, esa fue una muy buena señal.
Sus conocimientos en diseño, ilustración y web lo ayudaron a colocarse muy bien en el equipo. En el camino hubo mucha exploración y ajustes.
Hubo publicaciones en el periódico impreso, primero ocuparon un espacio pequeño, después crecieron. “Veíamos lo que hacía el Washington Post, National Geographic o The New York Times, pero eran mundos separados. Nosotros estábamos en Costa Rica invirtiendo tiempo en exploraciones, algo que no se estaba haciendo en otros medios”, afirmó.
El trabajo que él y sus compañeros realizaban empezó a llamar la atención internacional; llevaban sus publicaciones como ejemplo de que en un país pequeño, con los recursos de un diario local, se hacían trabajos importantes y bien realizados.
La exposición que logró tener en La Nación lo llevó a participar en conferencias, talleres y congresos internacionales, uno de ellos en España. Ese viaje que marcaría un nuevo hito en la carrera de Hernández. Allí conoció a grandes nombres del diseño y la infografía internacional, personas a las que admiraba por sus creaciones, e intercambió tarjetas de presentación con ellos. Para Marco era como estar en un concierto y ver a sus estrellas favoritas.
De Costa Rica a China: una nueva vida al otro lado del mundo
Al regresar a Costa Rica del congreso en España, él jamás imaginó que uno de los medios más grandes del mundo lo contactaría con el interés de que trabajara con ellos.
“Recibí un correo un poco sorpresivo, la verdad. Era de un español que había conocido en el congreso. Me dijo que había una plaza en el Washington Post, que quería hacerme una entrevista. Me contacté con ellos con un inglés malísimo, pero les interesaba mucho”, recordó.
La oferta no avanzó; sin embargo, por algo pasó así. Una semana después de aquel contacto, le llegaron dos correos más con propuestas de trabajo: una era de Univisión y la otra del medio South China Morning Post, de Hong Kong.
“Todo estaba pasando al mismo tiempo. Me sentía bastante bien porque me estaban tomando en cuenta, al menos para darme chance de conversar. Realmente no estaba esperando que pasara algo, pero sí me gustaba la idea de que el trabajo que hacíamos, al menos, era de interés”, afirmó.
Habló con ambos medios, pero la propuesta de Hong Kong fue la que fructificó. El interés era la experiencia de Hernández en trabajos para la versión impresa, pero principalmente en fomentar al equipo avanzar hacia lo digital. “La pregunta principal fue: ‘¿Qué le parece mudarse a Hong Kong?’ Y yo, de una manera muy irresponsable, dije que sí”, recordó entre risas.
Aceptó sin saber nada del lugar. La oferta económica en el momento le pareció bien, pero desconocía el costo de la vida en China y no investigó nada sobre la parte cultural. “Me pareció una aventura enorme. Iba a ser un gran paso para mí y para mi familia”, narró.
Con la cabeza en frío, después de aceptar un nuevo trabajo al otro lado del mundo, investigó dónde iba a vivir con su familia, las facilidades que tendría y hasta buscó una escuela internacional para su hijo.
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En el 2014, Marco, su esposa, Eilyn Gamboa, y su hijo Mathías –en ese entonces, de cinco años– emprendieron el viaje. “Mathías le dijo a la maestra que en un mes se iba a vivir a Hong Kong, para que supiera. Ella se echó una risa y los compañeros no le creyeron”.
El infografista tico asegura que sin el apoyo de su esposa y su hijo no lo habría logrado. Ellos también dejaron todo atrás para cumplir con su sueño, uno que adoptaron como propio y por el cual también trabajaron.
“En Hong Kong, las cosas resultaron ser maravillosas. Fue un tiempo en el que, de nuevo, aprendí muchísimo de muchas personas. La empresa tenía una disponibilidad enorme. Cualquier idea que tuviera, siempre tenía apoyo”, dijo.
La barrera del idioma la solucionaron fácilmente. En el lugar donde vivieron se hablaba mucho inglés porque era una colonia británica. En cuanto a la comida, como era un lugar muy grande, había opciones de platillos internacionales. Si un día ya no querían comer algo asiático, buscaban un restaurante colombiano y todo solucionado.
En cuanto al entretenimiento, la ciudad ofrecía muchas opciones para la familia. Otro aspecto que destacó y que lo impresionó de su experiencia en Hong Kong fue la cultura y la honradez de sus ciudadanos. “Una vez fui a un cajero y el señor que estaba delante de mí dejó todo el dinero y se fue. En cuestión de segundos, otra persona se metió al cajero, tomó el dinero y corrió a buscar al dueño”, rememoró.
Poco después de un año de trabajar en el South China Morning Post, Marco ascendió a director de Diseño Digital. En el puesto organizaba los equipos gráficos en Estados Unidos y desarrolló plataformas para publicar los trabajos.
Aprendió, instauró equipos de trabajo, viajó mucho, fue a conferencias y también recibió varios premios.
De su paso por Hong Kong destaca un trabajo especial cuando viajó a Pekín para producir una historia sobre la Ciudad Perdida. “Pasé como dos semanas ahí. Fui todos los días para hacer anotaciones, para hablar con la gente, para buscar museos y recuperar información. Ese trabajo duró casi un año en publicarse. Hicieron una serie de artículos para el impreso y para la web”, contó.
Singapur: el desafío de volver a empezar de cero
El destino parecía tener preparada una serie de cambios significativos para la familia, quienes estuvieron en un constante movimiento entre países, transformando por completo sus vidas.
Durante los viajes a distintos encuentros de diseño e infografía mientras trabajaba en el South China Morning Post, Marco conoció a un colega que, eventualmente, se convertiría en su jefe en una nueva empresa: la agencia internacional de noticias Reuters. “Nos invitaron a varias conferencias. Él exponía y luego exponía yo, o primero yo y después él. Poco después, me dijo que nos reuniéramos, que creía que nos llevaríamos bien trabajando en equipo”, explicó.
Así llegó una nueva propuesta formal: le ofrecieron que trabajara para la agencia desde Hong Kong para evitar mayores cambios en su vida familiar y que luego considerara la posibilidad de mudarse a Singapur, donde se encontraba el centro de gráficos de Reuters para Asia.
“Esta vez sí hice la tarea. Revisé bien a dónde iría y qué iba a hacer en el país”, comentó de nuevo entre risas.
El puesto de Hernández en Reuters fue de Data Developer (desarrollador de datos y visualizaciones), un rol que combinaba habilidades de codificación web con periodismo, detalló el diseñador.
Uno de sus primeros proyectos fue cubrir las manifestaciones en Hong Kong (2019 y 2021) que surgieron como reacción a un proyecto de ley de extradición, pero que evolucionaron hacia demandas de democracia plena y rendición de cuentas de la Policía. Los manifestantes, preocupados por la creciente influencia de Pekín y la pérdida de libertades, se enfrentaron a la Policía denunciando brutalidad.
El tico se sumergió en el corazón de los acontecimientos, estuvo varios días presente en las protestas e, incluso, vivió en carne propia lo que sucedía. “Algunas personas salieron heridas; había quienes perdían la vista por el gas lacrimógeno o porque les daban con balas de goma. Había muchas historias para desarrollar”, contó el diseñador.
Una serie de publicaciones surgió de las protestas. Esos trabajos, en colaboración con sus compañeros de Reuters, resultaron en su primera nominación a un premio Pulitzer.
Entonces, llegó el momento de mudarse de Hong Kong a Singapur. Mathías ya había experimentado un cambio de cultura y de idioma, por lo que se adaptó más fácilmente.
El plan era aprovechar la oportunidad de conocer y explorar todo lo que ofrecía el sudeste asiático. Todo marchaba bien y se estaban adaptando al nuevo entorno, hasta que llegó la pandemia.
“Terminamos encerrados en uno de los países que tenían las reglas más severas, no solo en Asia, sino a nivel mundial”, dijo. Una de estas reglas era que la visa de trabajo de Marco le permitía estar en el país, pero si salía del territorio, no podía regresar.
La experiencia de Marco en Reuters fortaleció su currículo. Debido a la diferencia horaria con sus colegas en otros países, tenía que trabajar en horarios distintos. Sus trabajos se publicaban en diversos países y en diferentes idiomas, todo sumó para recibir muchos más galardones.
Esta exposición internacional le abrió nuevas oportunidades laborales, incluida una oferta de trabajo por parte de The New York Times. Sin embargo, debido a su situación familiar, Marco la rechazó.
“Mi hijo apenas tenía un par de meses en la nueva escuela en Singapur. Hablé con mi esposa sobre la opción, era un buen puesto, pero estábamos muy recién llegados a Singapur. Vimos los pro y los contras y decidimos decir que no”, manifestó.
La insistencia de The New York Times y el Pulitzer
Aunque Marco y su familia estaban bien instalados en Singapur y él había rechazado la oferta de The New York Times, el medio no estaba dispuesto a rendirse.
Fue una gran decisión. En este caso, la familia tenía que mudarse al otro lado del mundo y establecer nuevamente su hogar, además de enfrentarse a nuevos cambios y reglas relacionadas al coronavirus. Sin embargo, todo salió bien para ellos.
“Tenía mucha emoción de llegar a un lugar y conocer personas que había seguido por muchos años y, de repente, sentarme a la par de ellos. Es todavía una emoción enorme”, dijo.
Durante sus primeros pasos en el diario neoyorquino, cubrió diferentes fuentes de información. Cuando comenzó la guerra en Ucrania se le presentó un nuevo reto y, a partir de entonces, fue especializándose en el tema.
Junto a sus compañeros, desarrolló diferentes historias en torno al conflicto bélico. La cobertura incluyó, entre otros trabajos, un catálogo de municiones, tipos de armamento, daños y objetivos atacados.
“Se usaron modelos 3D, miles de fotografías y mapas. Utilizamos tecnología de satélites para revisar bombardeos y daños a estructuras civiles. Todo formó un paquete de unas siete historias”, puntualizó. Este trabajo especializado fue el que le valió a Marco y a sus compañeros el Premio Pulitzer a Reportaje Internacional en el 2023.
Para él, es un gran orgullo ver su nombre en una pequeña placa junto al premio que forma parte del museo de The New York Times. Esa esquina donde dice “Marco Hernández” lo impulsa a seguir buscando nuevos retos y a cumplirlos, aunque todo comenzó con lo que él describe como una “casualidad”.
Desde el bullicio de Hong Kong hasta las tensiones de Ucrania, Marco Hernández ha navegado por un mundo de caos informativo con maestría. Su camino desde Costa Rica hasta el corazón de la redacción de The New York Times es un recordatorio de que, a menudo, la verdadera historia se encuentra en los rincones más inesperados del mundo.