“Lo más nefasto de alguien es negar a alguien cuando está en desgracia. Creo que Juan Carlos Bolaños está en una desgracia y yo sería un sátrapa si digo que no lo conozco, lo conocí cuando era un empresario prominente y ahora lo veo arrodillado”.
Esta es una frase del entonces magistrado Celso Gamboa en setiembre del 2017, cuando el Semanario Universidad le consultó por su relación con el empresario investigado por el caso conocido como el Cementazo, Juan Carlos Bolaños. Ahora es Gamboa el negado por muchas personas en su momento de mayor desgracia.
Alcanzan los dedos de las manos para contar los personajes de la historia reciente de Costa Rica que tengan tantas aristas y matices como Gamboa. Descendiente de una familia de prominentes abogados, fugaz promesa de la política que escaló puestos a una velocidad inaudita, un conversador de ágiles palabras, posible candidato presidencial, tuitero desbocado, brevemente representante del gobierno de Venezuela en Costa Rica, dirigente de fútbol y, ahora, uno de los dos primeros ticos en ser solicitado por la administración antidrogas de Estados Unidos como extraditable.

Revista Dominical buscó ir más allá de este último acontecimiento. Ahora la solicitud de extradición impresiona, pero Gamboa ha sido una figura prominente por década y media, cuando su trabajo sobresaliente como fiscal en Limón le llevó a asumir como viceministro de Seguridad, a las órdenes de Mario Zamora durante el gobierno de Laura Chinchilla.
Este abogado de apenas 35 años tenía una carrera de 12 años en el combate del crimen organizado como fiscal adjunto en Pérez Zeledón, Puntarenas, Atenas, Alajuela, Siquirres, Pococí y Limón.
Personas cercanas a la familia Gamboa Sánchez, consultadas por RD, explicaron que Celso sobresalió desde muy joven por su inteligencia. Se repiten adjetivos como brillante, inteligente, simpático, vanidoso, ágil, conquistador, cautivador, sonriente, “entrador”, “labioso”. Sus habilidades para el relacionamiento social eran incuestionables.
El periodista y abogado Ronald Moya, que fue editor de Judiciales de La Nación durante décadas hasta su retiro, en 2016, confirmó que Celso Gamboa era un funcionario prometedor, una estrella del área judicial que irrumpió gracias a sus buenos resultados en Limón.
“De esa época solo tengo cosas buenas qué decir, él fue un excelente funcionario, un excelente fiscal, era muy cercano al OIJ, a Fuerza Pública y muy abierto a la prensa. Siempre estaba presente en los allanamientos, era muy acucioso. Don Mario Zamora le tenía mucha confianza a don Celso, y tenía razón, porque era un funcionario que se ganó esa confianza del Poder Ejecutivo”, recordó Moya.

Pero Celso Gamboa buscó desde el principio alcanzar puestos de más poder. Prueba de esto es que, en 2012, con 36 años de edad y poco más de un año de ser viceministro, se postuló para ser director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), pese a no tener el apoyo oficial del gobierno de Chinchilla.
Sí contó con el apoyo de la presidenta y el ministro Zamora para asumir, en mayo del 2013, como director de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), simultáneamente con el viceministerio de Seguridad. RD contactó con el exministro de la Presidencia y, por tanto, exjefe de Gamboa, Carlos Ricardo Benavides, sin embargo, el político prefirió no opinar sobre Gamboa ya que su relación era “muy escasa”, debido a que él no estaba a cargo de los asuntos de seguridad del gobierno.
Un año después de asumir la DIS, llegó el verdadero salto de Gamboa a las “grandes ligas” de la política costarricense, cuando Luis Guillermo Solís derrotó al bipartidismo y lo escogió como su ministro de Seguridad Pública.
“El nombramiento de Celso Gamboa como ministro es un reconocimiento a sus excepcionales condiciones profesionales y humanas, pero sobre todo, es un reconocimiento al rumbo correcto que llevamos en materia de seguridad”, declaró Chinchilla en abril del 2014. La continuidad de Gamboa fue bien recibida por el ambiente político en general. Había pocos “peros” que ponerle.

Revista Dominical buscó tener una versión de Chinchilla. La expresidenta explicó que Gamboa llegó a su gobierno recomendado por el entonces (y actual) ministro, Mario Zamora, por el buen desempeño que tuvo como fiscal en Limón. “A Celso no lo conocía, pero había escuchado de su trabajo, venía precedido de muy buena prensa”, declaró.
Chinchilla no dudó de la recomendación de Zamora, ya que Gamboa había dado importantes golpes al crimen organizado en el Caribe. “Resultó ser una persona diligente, estructurada, con una gran capacidad de relaciones públicas para cumplir sus objetivos, lo hubiera calificado con la máxima nota”, consideró la exmandataria sobre el paso del abogado por su administración.
Por su parte, el expresidente Luis Guillermo Solís dijo que prefería no referirse a Gamboa ya que fue convocado a comparecer ante la Comisión de Seguridad y Narcotráfico de la Asamblea Legislativa y no deseaba interferir con esa interpelación.

Quien sí habló sobre el Celso Gamboa de 2014 es el exdiputado Óscar López, cuyo segundo paso por la Asamblea Legislativa coincidió con el gobierno de Luis Guillermo Solís.
“Celso hacía mucho lobby, siempre andaba en la Asamblea metido en los despachos. Siempre tuvo un gran carisma, donde lo veía a uno lo abrazaba, a mí solo ‘Osquitar’ me decía. Tenía don de gente, hacía bromas, sabía llegarle a las personas. Desarrollamos empatía”, explicó el excongresista.
La buena labor del popular ministro provocó que, en 2014, la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep) lo condecorara como funcionario público del año. Más de 500 empresarios participaron en esa elección.
No obstante, el paso de Gamboa por el gobierno de Luis Guillermo Solís fue fugaz. Su perfil era apetecido: se trataba de un abogado joven, especialista en derecho penal, con “un pie en el Poder Ejecutivo y otro en el Poder Judicial”, respaldado por al menos dos partidos políticos e hijo de la abogada, exjueza y exfiscal, Cecilia Sánchez.
Este currículum atrajo al entonces fiscal general, Jorge Chavarría, que le propuso asumir como segundo al mando del Ministerio Público. Celso aceptó y tomó el puesto en febrero del 2015.
En ese momento, La Nación tituló que el gobierno de Solís perdía “una pieza clave” en materia de seguridad pública. “He encontrado en Celso Gamboa a un compañero leal, eficiente, comprometido y vamos a extrañarle. Es uno de los funcionarios más distinguidos de esta administración”, dijo el presidente tras la renuncia del ministro.

En menos de cuatro años Celso Gamboa pasó de ser fiscal adjunto en Limón a viceministro, director de la DIS, ministro y fiscal general adjunto. Nadie cuestionaba su integridad y capacidad.
Chavarría explicó a La Nación que Gamboa gozaba de la confianza de los cuerpos de seguridad y tenía una buena relación con las policías del Ministerio de Seguridad Pública.
“Tenía una personalidad muy carismática. Tenía conocimiento sobre cómo funcionaba el Ministerio Público. Me parecía que era la pieza ideal para que me acompañara y aprovechar la confianza que tenían en él”, confesó el exfiscal.

Al igual que en los cargos anteriores, el paso de Celso Gamboa por la Fiscalía General fue efímero; en febrero del 2016, apenas un año después de aceptar la oferta de Jorge Chavarría, fue electo por la Asamblea Legislativa como magistrado de la Sala III de la Corte Suprema de Justicia.
Óscar López fue uno de los 43 diputados que votaron a favor de la postulación de Gamboa.
“Su currículum me impresionó; además, a mí no me buscó ningún otro candidato a magistrado, solo él. Yo le pedí el currículum, que estudié y me pareció muy destacado. Era la persona idónea, además otros diputados que lo conocían me lo recomendaron, no me fue difícil votar por él”, reconoció López.
Otro de los congresistas cercanos a Celso Gamboa fue Gerardo Vargas, quien llegó a la Asamblea Legislativa con el Frente Amplio. Este legislador también votó a favor de la elección de Gamboa como magistrado, lo que le trajo problemas con su bancada.
Vargas, que era diputado por la provincia de Limón, reconoció en 2016 que conocía a Gamboa desde hace 20 años, cuando el abogado era fiscal en Siquirres y el diputado era cura católico en esa misma localidad.
“Conozco también a su familia en Limón. Siendo yo diputado, he coordinado trabajo con él en la Fiscalía. Sé quién es Celso Gamboa. Tenía razones para votar por él; y lo hice”, detalló Vargas entonces.
Fuentes internas de la Asamblea Legislativa comentaron a Revista Dominical que Vargas se jactaba de su buena relación con el magistrado, y aseguraba que en su paso por Siquirres fue el “cura confesor” de Gamboa. RD intentó obtener una versión del exdiputado, sin embargo, este se negó a responder las consultas u opinar al respecto.

Aunque tenía apenas 39 años, el paso de Celso Gamboa hacia la magistratura no provocó grandes sobresaltos. Su alto perfil como funcionario en seguridad y materia penal se consideraba comprobado. Era su quinto cargo público en cinco años.
Alcanzar una magistratura se considera el “sueño” de muchos abogados: se trata de un trabajo estable, reputado, bien remunerado, con comodidades como chofer personal, una buena pensión y un puesto casi de por vida.
Ese también era el sueño de Gamboa, según él mismo reconoció al semanario Universidad en 2016: “Desde que yo sacaba la basura quise ser magistrado. Fui conserje aquí; fui conductor de reos. Los chavalos en el parqueo me saludan de ‘mae’; yo jugaba bola con el equipo de cárceles y hasta fui goleador”, dijo entonces.
¿Qué más podría querer un jurista? Esa es la pregunta que muchos otrora cercanos a Gamboa se hacen hoy.
Quizás la respuesta se encuentra en la cuenta de X (antes Twitter) de Gamboa. En 2024, él mismo aseguró que escaló puestos con rapidez porque, en esos tiempos, lo midieron por su rendimiento, no por “sobalevas”. Sin embargo, agregó que le “zafaron la silla” porque “algunos se sintieron amenazados de que decidiera correr por la Presidencia de la República”.

Lo cierto es que, tras su nombramiento como magistrado, se empezó a resquebrajar la imagen del Celso afable, simpático y sonriente. Varios periodistas consultados por RD, que cubrieron temas judiciales en la última década, confirmaron que, conforme acumulaba más poder, el magistrado se volvía más irritable, intolerante a la crítica y amenazante. La prensa fue uno de sus blancos.
El propio Jorge Chavarría reconoce que existen dos Celsos Gamboa, uno antes y otro después de que fue electo magistrado. Para él, el joven abogado cambió. Según dijo, descubrió que Gamboa, siendo ya magistrado, todavía tenía un “grupito de fiscales en la Fiscalía General” que le respondían.
“Ejercía una influencia sobre ellos que a mí no me gustó, no era lo normal entre un magistrado y un fiscal”, relató.

Unos meses después de asumir la magistratura, en agosto del 2016, llegó uno de los primeros cuestionamientos más serios.
El entonces director del OIJ, Wálter Espinoza, pidió investigar a Gamboa y al entonces subdirector de Policía, Gerald Campos, quien hoy es ministro de Justicia de Rodrigo Chaves. Espinoza indicó que Gamboa y Campos habrían sido mediadores de un diputado para intentar conseguir un puesto de trabajo a un tercero.
En diciembre de ese mismo año, Gamboa denunció que el OIJ y la Fiscalía lo espiaron por tres años. Personas cercanas al Poder Judicial confirmaron que el magistrado y el director del OIJ siempre tuvieron roces.
Pero la verdadera guillotina que cercenó la carrera judicial de Celso Gamboa estaba por caer.
“Ropita de bebé”
En octubre del 2016, el magistrado Celso Gamboa viajó a Panamá en el mismo vuelo (tanto en la ida como en la vuelta) que el empresario Juan Carlos Bolaños, posteriormente investigado en el caso de presunta corrupción conocido como “El Cementazo”.
Cuando fue cuestionado por este viaje coincidente, Gamboa dijo que fue a Panamá para comprar “ropita de bebé”. Además, aseguró que haber viajado en el mismo vuelo fue una simple casualidad.
No obstante, una investigación disciplinaria realizada por la Corte Plena determinó que el magistrado se “interesó indebidamente” en asuntos judiciales de Bolaños.
La Corte dio por hecho que ambos eran amigos, no solo porque viajaron en el mismo avión, sino porque sus boletos se compraron mediante la misma agencia y la misma tarjeta de crédito. Además, Gamboa instó a su exletrado, Justo Pastor López, para que hiciera tres gestiones relacionadas con asuntos judiciales de interés para Bolaños, e incluso llevó al empresario a consultar sus causas en una oficina del Ministerio Público.

En medio de esta vorágine, el magistrado también fue investigado por la Corte Plena luego de que se conociera un video grabado el 1.° de abril del 2017 en el aeropuerto de la Ciudad de México. La grabación mostraba a Gamboa tambaleándose de un lado a otro, por lo que los altos jueces decidieron indagar si el magistrado estaba en estado de ebriedad.
Además, a Gamboa se le acusó porque, en el 2016, previo a las elecciones municipales, habría intervenido para borrar el nombre del entonces alcalde de San José, Johnny Araya, de un expediente judicial en donde se le investigaba por supuesto tráfico de influencias. Esta gestión le permitió a Araya no aparecer con investigaciones judiciales pendientes mientras buscaba reelegirse como alcalde. El caso se encuentra pendiente de sentencia.
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Estos cuestionamientos dilapidaron la carrera judicial de Gamboa. Finalmente, el 10 de abril del 2018 cayó la guillotina, cuando de forma unánime, 39 diputados decidieron destituir a Celso como magistrado de la Sala III. Otto Guevara, del Movimiento Libertario; y Aracelli Segura, del PLN, se abstuvieron de votar.
El jurista no se fue sin antes dejar polémica. Los entonces diputados Marco Redondo y Marcela Guerrero denunciaron que Gamboa les envió mensajes pidiéndoles no ir al plenario para lograr un cuórum bajo y evitar la “baja deshonrosa”, ya que esta lo obstaculizaría para obtener un puesto en Google.

Revista Dominical buscó hablar con Guerrero sobre dicho acontecimiento, no obstante, la exdiputada dijo que era un capítulo cerrado y prefería no referirse al respecto.
“El comentario de que Celso era presidenciable era recurrente en pasillos legislativos. Era un tipo brillante, joven, que llegó a dinamizar la política. Pero tan meteórico fue su ascenso como su caída”, aseveró el excongresista Óscar López.
Asimismo, Jorge Chavarría declaró a La Nación que “llegué a tomarle mucho apreció (a Celso), y ahora, con todo lo que está sucediendo, siento que traicionó mi confianza“, dijo el exfiscal un día después de saber que Gamboa podría ser extraditado a Dallas, Texas, por presunto tráfico internacional de drogas, tras un pedido de la Administración de Control de Drogas (DEA) de los Estados Unidos.
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Breve paso por el fútbol; donde también lo desconocen

Aún después de su “baja deshonrosa”, como él mismo la definió, Gamboa siguió en el ojo público. En el 2020 fue presentado en una conferencia de prensa como nuevo presidente del desaparecido Limón FC. En esa ocasión compartió mesa con el dueño del club, Carlos Pascal, y con su nuevo y flamante fichaje, el portero Esteban Alvarado.
Revista Dominical contactó con el exfutbolista Reynaldo Parks, que fungió como gerente general limonense durante la etapa de Gamboa. Parks dijo que no opinaría sobre Gamboa por ser un tema delicado, pero aseguró que el abogado nunca fue presidente del club, ya que nunca se realizó el papeleo para inscribirlo.
El exmagistrado dejó Limón FC en agosto del 2021, sin embargo, siempre se mostró cercano al equipo Limón Black Star de la Liga de Ascenso. Incluso, anunciaba en sus redes sociales los patrocinios del equipo y se tomó fotografías con el presidente del club, Christian Williams.
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Cuando La Nación le consultó sobre su relación con Gamboa, Williams dijo que Celso no tenía ningún vínculo con el club, “ni directivo, ni patrocinador, ni siquiera abogado, no forma parte del club”. Revista Dominical llamó nuevamente para consultarle sobre su relación con el abogado, con quien incluso se tomó fotografías, sin embargo, el dirigente de fútbol se negó a dar declaraciones.
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Poco antes de su coqueteo con el fútbol, en 2019, Gamboa también representó legalmente al presidente venezolano Nicolás Maduro en una causa penal por la toma de la embajada de Venezuela en Costa Rica.
Recientemente, el exmagistrado se dedicó a ser abogado defensor de connotadas figuras en casos de narcotráfico, como Edwin Daney López Vega, alias Pecho de Rata, —a quien la DEA también solicitó su extradición—, y James Wilson, alias Turesky.
También, participó como abogado de Federico Cruz Saravanja, conocido como Choreco, cuando el exasesor de imagen del presidente Rodrigo Chaves fue desalojado de un condominio en La Unión de Cartago.
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Su cuenta de Twitter la convirtió en megáfono, donde opinaba de temas varios, “amenazó” (según él mismo dijo) a diferentes usuarios de que los demandaría por difamación, aseguró que fue víctima de un montaje para descarrilar su carrera, lamentó que lo “jubilaron” a los 45 años, acusó al Frente Amplio de recibir dinero de la “narcoguerrilla socialista” de Venezuela y criticó al gobierno de Rodrigo Chaves por renunciar a los proyectos de ley de seguridad pública.
Para este reportaje, Revista Dominical buscó obtener la versión del exmagistrado Carlos Chinchilla y el exdiputado Otto Guevara, pero ninguno de los dos atendió las llamadas. También se buscó una declaración de Cecilia Sánchez y Natalia Gamboa, madre y hermana de Gamboa, respectivamente, así como el exasesor presidencial Federico Cruz, pero ninguno contestó los mensajes.
La exmagistrada Zarela Villanueva no respondió el correo que se le envió. El exdiputado Gonzalo Ramírez dijo estar en una reunión y después no atendió más llamadas. El también excongresista Rafael Ortíz no respondió a la solicitud de entrevista. El exalcalde Johnny Araya dijo que su relación con Gamboa fue “muy esporádica” y, por tanto, no hablaría de él.
Mientras tanto, Gamboa descuenta dos meses de prisión preventiva tras rechazar la extradición voluntaria a Estados Unidos. Le espera un largo proceso judicial. El otrora popular fiscal, ministro y magistrado es negado tras caer en desgracia, justo como él dijo que no haría con Juan Carlos Bolaños.


