La definición típica del cabildeo es que consiste en la influencia o presión que ejerce un grupo con intereses sobre personas con el poder de tomar decisiones, como diputados, ministros o incluso presidentes. Esta defensa de intereses no es buena o mala en sí misma, sino que, sencillamente, es parte de la democracia y la naturaleza humana.
Pese a que el cabildeo y la influencia por parte de grupos poderosos es cotidiana en la Asamblea Legislativa y los ministerios, la palabra lobby está rodeada de un halo de tabú y secretismo. Nadie acepta haberse reunido con lobistas, ningún lobista acepta que trabaja como tal.
De acuerdo con la politóloga Eugenia Aguirre, el objetivo central del cabildeo es influenciar la toma de decisiones de las personas con poder. Por su parte, un lobista o cabildero es una persona contratada o designada por los grupos de interés para facilitar ese proceso de influencia.
Un ejemplo hipotético: una empresa contrata a un lobista para que se reúna con diputados con el fin de impulsar la aprobación del proyecto de ley de jornadas 4x3. Al contrario, ese lobista puede hablar con los legisladores para frenar el avance de un nuevo impuesto.
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Los temas objeto del lobbying pueden ser completamente variados, desde la discusión de un impuesto, hasta la donación de un terreno, la construcción de un hospital, la concesión de puerto, la compra de escáneres para detección de droga, la venta de un banco o la eliminación de los aranceles del arroz.
Según explicó Aguirre, esta práctica es completamente legal y, en el caso de Costa Rica, no tiene ninguna regulación. Además, el ejercicio del lobby no se limita a la Asamblea Legislativa, sino que también puede realizarse con altos funcionarios del Poder Ejecutivo.
Clásicamente, esta actividad se ha ligado a sectores como tabacaleras, farmacéuticas y cámaras. Sin embargo, durante los últimos años han tenido mayor protagonismo las autobuseras, cooperativas, iglesias, colegios profesionales e incluso universidades.
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Algunas empresas, para conservar la privacidad, prefieren sacar citas por medio de cámaras o, en el caso de las farmacéuticas, por medio de asociaciones de pacientes.
Usualmente, el lobby más “típico” se da cuando un empresario o cabildero se reúne con un diputado para discutir un proyecto de ley. Este tipo de cabildeo ha tenido ejemplos exitosos, como la aprobación de la Ley Antitabaco en 2012, apadrinada por la Red Nacional Antitabaco.
Otro ejemplo es la asociación Obras del Espíritu Santo y su director, el sacerdote Sergio Valverde, quien se ha reunido y hasta tomado fotografías con diputados y candidatos presidenciales. Obras del Espíritu Santo se ha beneficiado de importantes donaciones de dinero aprobadas por la Asamblea Legislativa. En julio del 2024, Valverde fue declarado “ciudadano distinguido” por el Congreso.
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En Estados Unidos el cabildeo sí está regulado. De acuerdo con la página web oficial del Senado, un lobista tiene 45 días a partir de que es contratado para registrarse como tal ante el Secretario del Senado y el Secretario de la Cámara de Representantes. Si el cabildero no se registra, la empresa que lo contrate debe hacerlo. Incluso, dicha legislación establece topes a las ganancias de los lobistas.
Hasta ahora, en Costa Rica han fracasado todos los intentos de promulgar una ley de lobby. En total, se han presentado ocho iniciativas sobre la misma materia, pero ninguno de los textos se han convertido en ley de la República.
“El lobby es una práctica muy común. Van a la Asamblea Legislativa, dan seguimiento a lo que hacen los diputados, establecen relaciones, monitorean temas. En países como Perú, México y Colombia hay legislaciones muy avanzadas. Es importante transparentar el lobby porque si hay decisiones de política pública que están siendo modificadas, es clave entender cuáles son esos intereses (que lo impulsan)“, detalló la especialista.
Aguirre recalcó que la sociedad, por su naturaleza, siempre tiene intereses en conflicto. Por lo tanto, es normal que cada sector social busque tener influencia para defender su punto de vista. Por eso, el cabildeo es parte del ejercicio democrático, pero su ejercicio debe hacerse con transparencia.
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Un lobista puede brindar una gran cartera de servicios: impulsar el avance o el bloqueo de un proyecto de ley, la redacción de análisis sobre el ambiente legislativo en torno a un proyecto específico, el monitoreo de las discusiones diarias, la creación de informes de coyuntura o, simplemente, sacarle cita a sus clientes con diputados o ministros de interés.
El lobista “Javier” indicó que se pueden utilizar múltiples herramientas para influir en la decisión de un congresista: desde una simple llamada telefónica hasta conversar con la pareja sentimental del legislador para que esta le convenza de cambiar su intención de voto. Ambas estrategias han surtido efecto.
¿Cómo acceden los lobistas a la Asamblea Legislativa? Tanto Carlos como Javier afirmaron que hay varios métodos. Por ejemplo, un cabildero o representante de una empresa puede ser nombrado como asesor ad honorem de un congresista afín para obtener pase libre por el Congreso. Asimismo, lobista puede ingresar acreditándose como periodistas. Incluso, algunos diputados pasan a trabajar como cabilderos cuando dejan su curul.
En marzo del 2024, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) emitió un informe anticorrupción en el que llamó la atención a Costa Rica por incumplir con los estándares internacionales para regular el cabildeo. Además, el organismo criticó que no haya un registro público de lobistas.
