Subí el vidrio polarizado de mi automóvil, para observar sin ser visto.
Dos mujeres intentaban ayudar a su padre a caminar hacia la entrada de un hogar de ancianos.
Por momentos, las invadía la congoja, pues al buen señor le costaba muchísimo dar los pasos.
Vale que un diligente enfermero acudió con una silla de ruedas y alivió así la tensión del anciano, de sus hijas y del suscrito, testigo distante e inadvertido.
La escena me hizo reflexionar sobre la dura etapa de la vejez, esa estación de sabiduría y de contradicción al mismo tiempo, cuando el cuerpo deja de responder al aire de juventud que uno cree conservar y que, en realidad, se rinde de a poco con los meses y los años.
Tengo cuerpo es un documental del antiguo Departamento de Cine del Ministerio de Cultura.
Hace mucho que no veo ese filme de 1975, dirigido por Víctor Ramírez. Antes, con el traquetear de un proyector, solía invocar la magia de la luz y del movimiento y revivir los testimonios de los protagonistas en esa película, como el atleta Rafael Ángel Pérez.
El legendario triunfador de la San Silvestre 74–75 es el hilo conductor del documental. Muchas de sus peticiones en el audiovisual, sobre la necesidad de fortalecer los programas de educación física en escuelas y colegios, se han ido cumpliendo en Costa Rica, al tenor de un mandato urgente: cuerpo sano y mente sana.
Pues bien, la vivencia de amor filial entre dos mujeres y un noble anciano, me llevó a recordar el mensaje del citado documental.
Pero también, la reflexión me indujo a pensar en un tema distinto y, sin embargo, relacionado.
Me refiero al futuro promisorio de muchos de nuestros futbolistas profesionales, capaces de generar jugosas ganancias de una profesión tan fugaz, que obliga a sacar de esta el mayor provecho mientras dure, a tono con el precepto bíblico de que hay un tiempo para cada propósito.
Entonces, evoqué la imagen que transmitió la televisión hace unos días, con motivo de la partida de Randall Chiqui Brenes, el último de nuestros futbolistas en iniciar la aventura en el exterior.
Con esa cara de buena gente que tiene el Chiqui , la “tele” captó su nerviosa expectativa al ingresar en las salas de abordaje del aeropuerto Juan Santamaría
Azerbaiyán es un país lejano. Su liga de futbol es modesta. Sabemos que la distancia podría alejar a Brenes del protagonismo en la Selección Nacional. Pero la oportunidad de asegurar su futuro y el de su familia en muy pocos años, nadie se la puede limitar.
Un anciano caminante del tiempo; un filme sobre el culto y las bondades del cuerpo; un futbolista que anhela trascender.
De todo eso se vive; de sueños, de ilusiones; de risas y de lágrimas. De todo eso se vive...