El Patronato Nacional de la Infancia debe ser una de las instituciones más relevantes del país por su función y por aquellos a los que tutela, ya que vela por la seguridad, bienestar y cumplimiento de los derechos de los menores de edad.
Esta población a su cargo resguarda el presente y futuro de nuestros tesoros más preciados, los hijos de los costarricenses.
Su relevancia, empero, no se refleja en su gestión. Varias administraciones han señalado con vehemencia la falta de presupuesto, graves problemas de gestión (dignas de destacar las denuncias de Patricia Vega, exjerarca de la institución), mal estado y carencia de infraestructura. Casualmente, por ello, se estableció un fideicomiso de $25 millones a cargo del Banco Nacional.
El remedio no funcionó, y la situación es más grave. Con una inexplicable pasividad, no se buscaron a tiempo soluciones oportunas al no tomar en cuenta que el nuevo impuesto sobre el valor agregado encarecía los costos, lo cual estoy segura de que habría tenido una respuesta positiva en el Congreso. A eso se suman retrasos en la contratación. La mala gestión significa un pírrico avance del 4 %, con una erogación cercana al millón de dólares.
Ante la comisión de niñez y adolescencia, la actual presidenta “justificó” la suspensión del fideicomiso, lo que equivale al cierre de contratos (¿cuánto costará?), porque no hay fondos, pero tampoco hacinamiento, ya que la institución hizo un replanteamiento hacia la desinstitucionalización, lo que, de concretarse, concuerdo en que es una excelente decisión.
Estos argumentos, sin embargo, contrastan con las denuncias del sindicato ante el Congreso, entre otros, la inconveniente falta de separación de menores “disruptivos” del resto de las poblaciones y la existencia de “violencia, riesgo de drogadicción y abusos sexuales” en los albergues. Si bien la jerarca lo niega, por su gravedad debería abrirse una investigación.
Quedan también en evidencia tres falencias de la forma tica de gobernar: las decisiones cambian con los gobiernos y jerarcas, el sistema de contratación hay que simplificarlo, no es de recibo que el fideicomiso se tome cinco años con tan poco avance y, lo más evidente, los fideicomisos han demostrado ser caros e inoperantes.
La autora es politóloga.
