La emblemática librería El Nido, ubicada en el corazón de Heredia, cerró sus puertas este sábado luego de casi 48 años de servicio a múltiples generaciones de padres y estudiantes que acudían en busca de libros, útiles escolares y artículos de oficina.
El establecimiento, ubicado al costado sur del parque central Nicolás Ulloa, empezó hace aproximadamente 80 años como un restaurante bajo la administración de un matrimonio español de apellidos Picans Puente. Posteriormente, la familia incursionó en la venta de electrodomésticos y, un día, al dueño se le ocurrió vender un saldo de cuadernos. Como tuvo mucho éxito, decidió expandir la oferta con artículos de oficina, los cuales se ofrecían en simultáneo con la línea blanca, hasta que se decantó por una librería.
El negocio perteneció a la familia Picans Puente hasta que, en el 2020, con la llegada de la pandemia, decidieron venderlo a tres socios.
Según Priscilla Bolaños, representante legal de la librería e hija de la socia mayoritaria, el negocio alquiló el local desde su fundación. Hace un año, el anterior dueño del inmueble lo vendió a otros comerciantes, quienes hace unos meses anunciaron a El Nido que no renovarían el contrato. Los dejaron iniciar el año y mantener el negocio durante la entrada a clases, pero hace una semana les avisaron que necesitaban el local.
Bolaños señaló que laboraban cinco colaboradoras, dos de ellas con 25 y 20 años de experiencia. En sus inicios trabajaron hasta 10 personas, pero con el paso del tiempo el personal se fue reduciendo y el negocio, cambiando.
Karla Solano, quien laboró durante ocho años en la librería, recordó con nostalgia su experiencia en la empresa que llegó a considerar como su segunda familia. Según relata, nunca afrontó problemas con nadie ya que siempre hubo un espíritu de colaborar entre las compañeras, lo que la hacía sentirse como en casa.
“Cuando ingresé había compañeras que amaban El Nido y yo no lo entendía, pero hoy en día también siento ese amor por El Nido, por el personal, por su esencia, porque se convirtió en una familia. El cierre no se debe a una disminución en las ventas, sino, lamentablemente, a que no se pudo adquirir el local”, explicó.
Aunque no había una alianza formal con los centros educativos, durante muchos años se estableció una conexión entre las escuelas y colegios y la librería, siendo el lugar de preferencia para adquirir libros de Español, Matemáticas, Estudios Sociales, Ciencias y otras asignaturas, a pesar de la competencia.
“Aquí se encontraba de todo, desde un juego de jackses hasta libros de lectura. Siempre competimos con grandes librerías como la Universal o Internacional y, si no teníamos un libro, hacíamos todo lo posible por conseguirlo, por el amor al servicio”, añadió Solano.
Sobre el futuro del local, Bolaños afirmó que por el momento no tienen planes de trasladarse ni de reabrir pronto, aunque están sorprendidos por la cantidad de personas que se han acercado para preguntar sobre el destino de la librería y sus servicios.
“Solo los ríos no se devuelven, pero en este momento nos vamos en paz. Ayer nos inundaron con mensajes y las redes sociales estallaron con la noticia, pero nos vamos con la cabeza en alto. Para mí, esto fue una herencia que tuve el honor de liderar en el último año”, concluyó Bolaños.