
La restauración de la imagen del Santo Cristo de Lepanto, de la Catedral de Barcelona, España, reveló que la figura no era negra, sino que estaba cubierta por una capa de barnices y suciedad acumulada en los últimos 120 años.
La limpieza permitió descubrir una policromía del siglo XIX, según el deán de la Catedral, Santiago Bueno, quien habló en rueda de prensa el miércoles en el Museu Diocesà junto al conservador de patrimonio, Robert Baró, y las restauradoras Esther Gual y Ana Ordóñez, y destacó que el hallazgo es “una sorpresa maravillosa”.
Hasta ahora la imagen era negra por las capas de suciedad, por lo que las tareas de restauración, que empezaron en el 2020, recuperaron la iconografía original, blanca, que es como lucirá a partir de ahora, ya que se ha decidido unánimemente que “sería un pecado volverla a ensuciar”.
Baró indicó que los estudios de la pieza apuntan a que podría ser un Cristo gótico del siglo XIII —no del XVI, como se pensaba hasta ahora—, y que las tareas de restauración no alcanzaron la policromía original para evitar dañar las capas posteriores.
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El conservador de patrimonio también explicó que la pieza empezó a oscurecerse en los últimos 120 años y que la policromía del siglo XIX, que descubrieron, está bien conservada y es de gran calidad.
También destacó la dimensión patrimonial cultural e inmaterial de este hallazgo por la “devoción” popular por el Cristo de Lepanto. Según Baró, la intención de la restauración “no era, ni por casualidad, cambiar el color del Santo Cristo, sino sencillamente consolidar y aplicar técnicas curativas necesarias para que la pieza estuviera bien”, una intervención que permitió apreciar mejor la expresividad de la cara y el realismo de las heridas.
Barba y sangre añadidas en el siglo XIX
Gual añadió que los estudios con luz ultravioleta y los análisis de la madera indican que el cristo está formado por una única gran pieza hueca de álamo y una cruz de pino “que ha sido intervenida a lo largo del tiempo”: por ejemplo, en el siglo XIX se le añadió a la figura una barba y sangre que brota de la herida en su costado derecho.
De su lado, Ordóñez detalló que limpiaron la pieza con goma de borrar y agua destilada caliente, materiales que permitieron “retirar fácilmente” la capa oscura exterior, recuperando así la policromía del siglo XIX del Santo Cristo de Lepanto, una de las figuras más veneradas en Catalunya.