Una persona joven que perdió su empleo formal el año pasado, a raíz de la crisis sanitaria, y no encuentre trabajo en un plazo de dos años, enfrentará el riesgo de ver disminuido el monto acumulado para su pensión del ROP en 7,4% al momento de retirarse.
Si el desempleo llegó a pocos años de jubilarse, la reducción de su ahorro individual del Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP) tendría un impacto negativo del 3,1%.
En tanto, si la pérdida del trabajo ocurre cuando la persona está a mitad de su vida laboral, es decir con 20 años de cotizar, la baja en los recursos acumulados de su pensión complementaria sería del 1,6%.
Así se desprende de un análisis efectuado por la Superintendencia de Pensiones (Supén), a solicitud de La Nación, sobre cómo la pandemia de la covid-19 puede erosionar la pensión del ROP a futuro.
Rocío Aguilar, jerarca de la Supén, explicó que el efecto del desempleo es más elevado en los primeros años de la vida laboral, pues se pierde capitalización sobre un periodo largo de ahorro.
“A mitad de la vida laboral, el impacto es menor porque aún se puede recuperar vía rendimientos sobre parte de lo pérdida”, detalló la funcionaria.
Mientras que, en los últimos años de trabajo, las aportaciones no realizadas tienen un efecto mayor porque los salarios son más elevados, afirmó Aguilar.
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Roger Porras, gerente de Popular Pensiones, destacó que un año sin cotizar puede disminuir casi en un 2% el ahorro de la pensión del ROP.
Pero destacó que el efecto es mayor, 6,8% menos, si el trabajador no efectúa aportes por 24 meses, según una estimación de la operadora.
“El impacto es mayor cuando no se cotiza al inicio de la vida laboral, ya que en las pensiones complementarias se estima que al final del proceso de acumulación la mayor parte del saldo acumulado lo genera los rendimientos capitalizados”, explicó Porras.
La pensión del ROP se conforma con el aporte mensual equivalente al 4,25% del sueldo de un trabajador asalariado. El patrono pone el 3,25% y el empleado el 1%.
La contribución es el capital que utilizan las operadoras de pensiones complementarias (OPC) para invertir en el mercado costarricense y en el extranjero para incrementar el ahorro individual de cada persona.
La Superintendencia estima que, al final de la vida laboral de una persona, el 70% de los recursos acumulados serán producto de ganancias de las inversiones de la cotización.
“Con un ingreso tardío, el peso de los rendimientos será menor, por lo tanto la pensión dependerá de los flujos de los aportes”, explicó Aguilar.
Las operadoras OPC administraban, a finales del 2020, un total de ¢7,3 billones, es decir un 10% más frente a los ¢6,6 billones del 2019, según la Superintendencia.
Año complejo
El año pasado fue un periodo oscuro para el mercado laboral del país. El desempleo, a raíz de la pandemia sanitaria, llegó hasta el 24,4% en el trimestre móvil de mayo a julio, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Para el último trimestre del 2020, la tasa de desocupación fue del 20%. Previo a la crisis sanitaria el desempleo era del 12%.
El acelerado deterioro del mercado laboral también impactó el régimen obligatorio de pensiones que perdió 255.000 cotizantes por cese laboral vinculado a los efectos de la pandemia.
A esta estadística debe unirse las 87.000 personas quienes sufrieron una reducción de la jornada laboral y aportaron menos dinero a su pensión complementaria, según las estadísticas de Supén.
Además de los 38.000 trabajadores que sufrieron una suspensión del contrato laboral y dejaron de efectuar aportes a su ahorro individual.
La jerarca de la Superintendencia destacó que el saldo total de aportantes al ROP tuvo la reducción más relevante entre abril y octubre del año pasado.
A partir de noviembre y diciembre comenzó a elevarse el número de trabajadores que realizaron contribuciones y el año se cerró con 1,16 millones de cotizantes activos. El momento mas bajo fue en julio del año pasado, cuando eran 1,04 millones de personas.
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La Superintendencia también encontró que el 67% de los cotizantes del ROP, es decir 933.000 personas, mantuvieron la contribución mensual sin ningún tipo de variación.
Buena parte de esos trabajadores son del sector público, destacó Aguilar.
En tanto, 312.000 efectuaron entre tres y siete aportes; y 148.000 personas hicieron menos de tres contribuciones a su ROP.
Hermes Alvarado, gerente general del BN Vital, destacó que la aportación perdida por un trabajador, debido al desempleo, podría reponerse a largo plazo, pero no en su totalidad.
“Si los fondos pudieran ofrecer un rendimiento sostenido en el tiempo más alto, se podría cubrir parte de los aportes que no se hicieron, sin embargo, eso implicaría asumir más riesgo para los portafolios y por ende más volatilidad”, destacó Alvarado.
En tanto, Jose Manuel Ávila, gerente de BCR Pensiones, destacó que cuando una persona queda desempleada el saldo acumulado, hasta ese momento, mantendrá un incremento.
Pero sí se dará una disminución en el aporte principal recibido al ROP mediante la contribución mensual, dijo Ávila.