Los edulcorantes o endulzantes artificiales no deberían utilizarse en programas de alimentación para bajar de peso o reducir grasa, tampoco para evitar el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles, como hipertensión, diabetes o infartos. ¿Por qué? A largo plazo no logran los resultados esperados y si se usan por varios años, más bien podrían aumentar el riesgo de enfermedades crónicas.
Esta es la recomendación que realizó este 15 de mayo la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Reemplazar el azúcar con edulcorantes o endulzantes no ayuda al control de peso a largo plazo. Las personas deben considerar otras formas de reducir su consumo de azúcares, como consumir alimentos que ya contienen su azúcar natural, como las frutas o preferir bebidas sin endulzar”, aseveró Fracesco Branca, director de la OMS para Nutrición y Seguridad Alimentaria.
“Estos endulzantes no son esenciales en una dieta saludable y no tienen valor nutricional. Las personas deberían bajar el nivel de dulzura en sus alimentos, y eso debe comenzar pronto en la vida”, añadió.
La OMS lanzó una guía con sus recomendaciones en la cual pide a la población evitar este tipo de suplementos. La razón, según expuso la organización, se fundamenta en una revisión de varios análisis científicos, según la cual, a largo plazo no ayudan a sostener la pérdida de peso y grasa; los resultados más bien pueden ser contraproducentes.
Las recomendaciones, de acuerdo con sus autores, están destinadas a todas las personas, salvo a los individuos con diabetes preexistente.
Edulcorantes ¿qué son, cómo funcionan y por qué se toman?
Para entender el rol que estos productos juegan en la industria alimentaria debemos entender cómo y por qué comenzaron a usarse. De acuerdo con las guías de la OMS, el alto consumo de azúcares se ha asociado por años a sobrepeso y obesidad, una condición que afecta al 40% de la población adulta en el mundo y a millones de niños. Tanto el sobrepeso como la obesidad están relacionados con enfermedades crónicas no transmisibles, como los infartos o accidentes cerebrovasculares (”derrames cerebrales”) y varios tipos de cáncer.
En Costa Rica, el consumo de azúcar, especialmente en bebidas carbonatadas y muy dulces, es de las principales formas de consumo. En 2017, un estudio en la Revista Hispanoamericana de la Salud señaló que el alto consumo de azúcar en las bebidas es responsable de 197 defunciones cada año.
Aquel no fue el primer estudio en advertirlo. En 2012, una investigación publicada en la revista The Journal of Nutrition señaló que el riesgo de síndrome metabólico (condición caracterizada por exceso de grasa abdominal, sobrepeso, presión arterial alta y elevados niveles de colesterol) es un 30% más alto entre quienes tomaban jugos procesados o gaseosas, en lugar de solo jugos naturales.
En 2015, la OMS hizo un llamado a bajar el consumo de azúcar y pidió que estas constituyeran menos del 10% del consumo de calorías por día. Desde entonces, los endulzantes han ganado más terreno del que ya tenían.
Los endulzantes sin azúcar (NSS, por sus siglas en inglés) son alternativas bajas en calorías (o sin ellas) que generalmente son mercadeadas como apoyo para la pérdida de peso o el mantenimiento de un peso saludable, y también se venden como formas de controlar los niveles de glucosa en pacientes con diabetes. Existen diversas presentaciones, como el polvo (muy similar al azúcar granulada), las gotas o las pequeñas píldoras.
Según la OMS, hay diferentes sustancias que se comercializan como NSS, como el acesulfamo de potasio (o acesulfamo K), el aspartame, el advantame, los ciclamatos, el neotame, la sacarina, la sucralosa, el estevia y los derivados del estevia.
“Los NSS son sometidos a pruebas toxicológicas para establecer niveles seguros de ingesta. No obstante, no hay un consenso claro sobre si los NSS son efectivos a largo plazo o si podrían tener efectos negativos a largo plazo”, cita la motivación para realizar el análisis de estudios científicos.
En Costa Rica no hay estudios exhaustivos sobre el consumo de edulcorantes. Sin embargo, la investigadora en temas de salud cardiovascular Hannia Campos ha mencionado en repetidas ocasiones que nuestro organismo tiende a tener preferencia por los dulces porque activan el sistema de recompensa en nuestro cerebro.
¿Qué dicen los estudios?
El análisis fue realizado por el Comité Experto en Aditivos Alimentarios, que tiene personal asesor de la OMS y del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Se revisaron 283 estudios que abarcaban diferentes poblaciones, como niños, adultos y mujeres embarazadas y en lactancia. Los estudios incluyeron tanto personas con sobrepeso como con peso normal y bajo peso, así como individuos con diabetes y sin diabetes. Se excluyeron estudios con células de laboratorio o modelos animales.
Se trazaron medir varios aspectos, entre ellos:
- Peso
- Índice de masa corporal (relación del peso de un individuo con su estatura), también llamada IMC.
- Grasa corporal
- Grasa abdominal
- Presión arterial
- Diabetes y prediabetes
- Enfermedades cardiovasculares
- Cáncer
- Enfermedad renal crónica
- Comportamientos a la hora de comer
- Ingesta de azúcar y endulzantes sin azúcar
- Caries
- Cognición (memoria, concentración, desarrollo mental, etc)
- Alergias y asma (solo en niños)
“Los resultados sugieren que, a corto plazo, los NSS pueden llevar a pequeñas reducciones en el tejido adiposo sin que tengan impacto en el corazón o metabolismo. Sí hay una sugerencia de efectos negativos para la salud a largo plazo, pero la evidencia es inconclusa”, destacó el reporte.
“En los estudios controlados se vieron efectos positivos a corto plazo, pero cuando se analizan los pocos que hay con seguimiento a diez años, más bien sugieren que hay mayor riesgo de más tejido graso”, añadió.
En sus conclusiones, el texto destaca que los resultados de esta revisión concuerdan con otras revisiones que indican que reemplazar los azúcares naturales con NSS a corto plazo sí conduce a la pérdida de peso sin mayores impactos, pero se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y muerte a largo plazo.
Impacto en los adultos
Los estudios analizados que realizaron un seguimiento durante diez años encontraron que un mayor consumo de NSS estaba asociado con un mayor IMC y un mayor riesgo de obesidad. También había más riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas (y muerte por estas enfermedades). No hubo asociaciones con cáncer, sin embargo, hay poca evidencia de que, específicamente la sacarina, usada a largo plazo podría aumentar el riesgo de cáncer de hígado.
En niños
Los estudios analizados no encontraron beneficios ni perjuicios en el uso de estos suplementos. Al no haber beneficios, la OMS pide descartar su uso y concentrarse en una alimentación balanceada donde las fuentes de azúcar provengan de las frutas.
En embarazadas
No se vieron beneficios ni perjuicios, pero como en la vida adulta sí hay efectos a largo plazo en la ingesta prolongada de estos productos se recomienda no ingerirlos.