
Un singular repertorio, donde se interpretarán solo obras de compositores franceses y costarricenses, es lo que ofrecerá la pianista Patricia Molina, en el marco de la Temporada Pianística 2012.
Para la artista, el concierto marca su debut profesional en la sala más importante del país: el Teatro Nacional , todo un sueño para ella.
Con el objetivo de ofrecer una selección de composiciones de dos vertientes que disfruta mucho, es que incluyó en su programa obras como Pavana para una infanta difunta , de Maurice Ravel; tres Gymnopédies , de Erik Satie y tres Preludios , de Claude Debussy.
En la segunda parte de su presentación será el turno para las obras ticas. Comenzará con Inter-Motivos , de Luis Monge; luego Mi madre la Tierra op. 20, compuesta por ella misma; la Sonata op. 197a, de Mario Alfaguell y la muy conocida Preludio y danza de la pena negra , de Benjamín Gutiérrez .
Molina explicó que la elección de obras francesas obedece a un gusto personal. Ella pasó los primeros años de su vida entre Bélgica y Francia, donde cultivó el gusto por estos compositores.
En cuanto a los autores nacionales, ella tiene respeto y admiración por su labor, por eso era importante que estuvieran. Además, las obras de Alfaguell y Monge fueron compuestas para ella, según contó.
Con Mi madre la Tierra , la artista también quería compartir otra de sus facetas, la de compositora. Ella tuvo esa inquietud desde niña; recordó que a los siete años compuso una canción y, desde entonces, no deja de hacerlo.
Para hacerlo de la mejor manera posible, recibió talleres y seminarios, con artistas como Alejandro Cardona y el propio Alfaguell.
Molina no oculta los nervios de tocar por primera vez en el Teatro Nacional, pero siente que ya está preparada para hacerlo.
“El Teatro Nacional es el lugar donde uno se consagra como pianista. Tocar ahí es el sueño de mi vida, porque desde que era chiquilla quería ser pianista”, afirmó.
Soñadora. Patricia Molina supo que quería ser pianista desde niña; ella escuchaba, con gran interés, a muchos pianistas en su niñez, durante sus clases de música en la primaria.
El destino la llevó a estudiar Ingeniería Química, a trabajar en ese campo. Sin embargo, ella no abandonó su sueño.
Fue así como tocó las puertas del Instituto Superior de Artes, donde comenzó estudios; luego cursó estudios en la Universidad Nacional, de donde se graduó hace un par de años.
Alexandr Sklioutovski , uno de sus profesores, comentó que le pareció muy llamativo que una profesional quisiera dejar todo para ser pianista. Hoy, está seguro que tiene un excelente nivel como para pararse frente al público en el teatro y dar un gran concierto.