Londres. EFE Cientos de fans de los Bee Gees llenaron ayer las calles de la ciudad inglesa de Thame, en el condado de Oxfordshire, por el funeral de Robin Gibb, fallecido a los 62 años el 20 de mayo, tras una larga lucha contra el cáncer.
En una carroza blanca con rosas rojas en la parte superior tirada por caballos, su ataúd recorrió toda la ciudad, desde la casa de Gibb hasta la iglesia de St Mary.
Además de los familiares y amigos de esta leyenda de la música, acompañaron al cortejo fúnebre Ollie y Missy, los dos perros lobo irlandeses de Robin Gibb.
A la entrada del templo se colocaron dos velas y las butacas de madera se decoraron con flores rojas y blancas con la imagen de los tres componentes de los Bee Gees –Robin, Maurice y Barry– en la parte trasera de los asientos.
Durante la celebración del servicio religioso sonaron temas del exitoso grupo como I Started A Joke o Don’t Cry Alone .
Barry, único componente de la formación todavía con vida, estuvo en el funeral, junto con su madre Bárbara, y sus Melissa, Robin-John y Spencer.
Su familia indicó, según la cadena británica BBC, que su último deseo era despedirse de la ciudad y de sus seguidores.
Gibb, que había conseguido recuperarse de un cáncer de colón e hígado diagnosticado en el 2010, fue sometido el 25 de marzo a una operación intestinal. Su hermano gemelo, Maurice, también integrante del grupo, falleció a los 53 años, en el 2003, a consecuencia de una obstrucción intestinal.
La familia de Robin Gibb pidió a sus conocidos y admiradores que en lugar de flores envíen donaciones a dos organizaciones benéficas infantiles en la Isla de Man, la isla británica en el mar de Irlanda, donde el músico nació antes de emigrar con toda su familia a Australia a los nueve años.
Los Bee Gees, que se fundó en la Isla de Man y en la que también estaba el hermano mayor Barry, fue uno de los grupos más famosos de los años 70 y 80.