El jueves anterior una oficial penitenciaria de Pococí, en Limón, intentó ingresar droga al centro penal camuflada en una caja de leche. Pese a fracasar en su intento, su acción se inscribe como una de las muchas artimañas que buscan burlar los controles y lograr el acceso a sustancias prohibidas tras los muros de las instituciones carcelarias.
Al igual que la oficial descubierta en Limón, las personas involucradas en estos actos a menudo intentan ocultar drogas en alimentos poco sospechosos y lo camuflan como verdaderos expertos.
“Lo intentan, por ejemplo, en alimentos, en dobles fondos de los recipientes; en gallo pinto, al mezclar pequeños envoltorios de droga pintados dando la apariencia de un frijol; en pastas dentales meten pajillas con drogas; también en panes preparados; o en madera que se utiliza para artesanías”, explicó en el programa Frecuencia MP, Carlos Eduarte, fiscal de la Fiscalía Adjunta de Alajuela, quien reconoció la creatividad en estas operaciones delictivas.
Los narcotraficantes y sus cómplices externos utilizan las encomiendas como su método principal para introducir sustancias ilícitas, esto consiste en camuflar las drogas en los paquetes enviados por individuos ajenos al sistema carcelario.
Otra táctica que se repite con frecuencia es el ingreso de estupefacientes de forma intracorporal. También lanzan paquetes desde los alrededores de los centros penales, emplean drones para transportar drogas y arrojarlas dentro de las instalaciones o recurren a animales entrenados para transportar pequeños paquetes de manera inadvertida. La última práctica, sin embargo, es menos común.
La complejidad en la investigación y la identificación de responsables varía según el método utilizado. Aquellos que operan desde distancias considerables al centro penal, como en el caso de los drones, presentan un reto adicional en su seguimiento y detección.
No obstante, las autoridades lograron detener al menos a dos individuos que manejaban drones en las inmediaciones de la cárcel Jorge Arturo Montero, conocida como La Reforma. Asimismo, capturaron a varias personas que intentaron lanzar paquetes con droga desde las afueras del establecimiento.
Otro enfoque para el ingreso de drogas, según el fiscal Eduarte, involucra la atención médica. En ocasiones, cuando los reclusos son trasladados al Hospital San Rafael de Alajuela, logran acceder a sustancias que alguien dejó en un baño. Sin embargo, estos intentos suelen ser detectados al regresar al centro penal, como parte de los protocolos de revisión.
El artículo 77 de la Ley N. 8204 sobre estupefacientes y drogas de uso no autorizado, establece penas de prisión de ocho a 20 años para quienes participen en el ingreso de drogas a establecimientos penitenciarios.
¿Para qué introducen drogas a las cárceles?
En los centros penitenciarios, el valor de las sustancias ilícitas puede triplicarse con respecto a su precio en el mercado exterior. “Eso le da un poderío al vendedor de droga dentro de la cárcel, no solamente por ser un líder ahí, sino al tener un poder adquisitivo distinto al de las demás personas”, mencionó el fiscal.
Comúnmente las sustancias que más se intentan introducir son: picadura de marihuana, crack y cocaína, aunque las autoridades también decomisaron en numerosas ocasiones ketamina, pastillas de drogas sintéticas y medicamentos de uso restringido.