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Dana Campos Azofeifa tiene 14 años, está en la Selección Sub-15 y ha sido una pieza clave en el Mundial Femenino Sub-20 que se acabará este domingo. (Rafael Pacheco Granados)
Dana Campos Azofeifa tiene un rol protagónico en el Mundial Femenino Sub-20 que este domingo llegará a su final.
El cetro quedará en poder de Japón o de España, pero es que esa costarricense de 14 años ya es una campeona.
Sí, una campeona de la vida que durante esas semanas se encargó de hacer suya esta fiesta planetaria y que forma parte de la Selección Sub-15 Femenina de Costa Rica.
La tica ha estado presente en bastantes partidos del Mundial, siendo parte de ellos.
Es una de las piezas claves en el protocolo. Es quien porta el uniforme de futbolista de la FIFA para encabezar el desfile de los equipos hacia la cancha con el balón en mano.
Dana ingresa al terreno de juego y le entrega la pelota a la central para que después de la debida entonación de himnos, empiece el partido.
“Me he sentido muy importante acá en el Mundial, siento que es una función de mucha responsabilidad y hasta me sorprendí, porque al principio creí que me pondrían de juntabolas, que debe ser bonito también”, expresó Dana Campos a La Nación.
Contó que entrar a la cancha con los equipos le despierta una sensación de que ella está jugando.
“Es que yo estoy adentro de la cancha con la bola, veo a la afición, las luces, escucho los himnos y es muy chiva. También me toca la experiencia de sentir la emoción que hay dentro del túnel, porque las chicas están ansiosas y yo también”.
Dana se involucró en el fútbol desde que tenía seis años, juega en el Atlético Femenino de Santo Domingo de Heredia y este es el deporte que le dio fuerza para superar al cáncer.
“El fútbol es todo para mí, no sé qué haría sin el deporte porque lo amo desde niña. Cuando estaba afrontando eso, que tenía un tumor malo, mi parte favorita fue cuando me llegaron videos de chicas futbolistas y de equipos masculinos, dándome mensajes positivos y eso me motivó a seguir luchando para vencer esa situación”.
Se ve ahí en este Mundial en el rol de futbolista modelo, pero sabe que más adelante será una de las que esté en acción durante los 90 minutos en un evento así.
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Dana no encuentra las palabras para describir la sensación de verse dentro de la cancha en el Mundial Femenino Sub-20. (Rafael Pacheco Granados)
Dana sueña con conseguir una beca para irse a estudiar al extranjero. También quisiera jugar en un equipo grande de fútbol femenino en el país y llegar incluso a Europa.
“Me siento muy orgullosa de estar en la Selección Sub-15. Al principio, cuando me convocaron a las visorías tuve que decir que no, por lo que pasé, fue muy duro saber que me querían ver y yo no podía jugar. Me puse a llorar muchísimo, pero me recuperé y aquí estoy”.
Un tumor de 33 centímetros que pesaba 3 kilos
Dana Campos podría verse como una inspiración para cualquiera, porque lo que pasó cuando tenía 13 años no fue nada fácil.
Juega fútbol desde los seis años, hace atletismo y va al gimnasio. Era una niña completamente saludable. Fue campeona con la U-10, ganó medallas de atletismo de velocidad y su rutina cambió con la pandemia, porque todo paró.
En ese año, ella subió de peso, pero era algo que no daba para despertar sospechas.
Las disciplinas individuales las empezó a retomar después de que se aprobaron los protocolos.
Su mamá, doña Tatiana Azofeifa solo notaba que tenía una pancita, que pese al retorno a la actividad física no bajaba. Así que la iban a poner en un control nutricional para que se alimentara bien, pero un examen indicó que no tenía grasa abdominal.
“El 2 de febrero del año pasado nos dijeron que tenía algo que no se sentía bien. Ahí comenzó la historia, porque no presentaba síntomas de nada. Tenía la menstruación bien, defecaba bien, andaba de buen humor, entrenaba. En enero lo único es que empezó a sentir dolores de cabeza”, relató la madre de Dana.
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Dana cuenta que escuchar los himnos desde ahí es muy emocionante. (Rafael Pacheco Granados)
Pero eso tampoco la hizo pensar en nada malo, porque podía ser que el cuerpo se había desacostumbrado a la actividad física y otra vez se enfrentaba a una recarga de baterías.
“Lo que a mí como mamá me alertó fue esa panza y que no saliera grasa abdominal. El 2 de febrero yo la llevé al doctor y me volvió a ver por encima de los lentes, me hizo unos ojos extraños, le tocó el vientre a Dana y me entró un escalofrío en las piernas y en todo el cuerpo”.
De inmediato le mandaron indicadores tumorales, el TAC, ultrasonidos y exámenes de sangre. El ultrasonido se lo hicieron la semana después y la radióloga le dijo a doña Tatiana qué lástima que Dana tenía 13 años, porque la hubiera mandado en ambulancia directo al Hospital de Niños.
“Usted no se imagina, de pasar un mes de que no tiene nada, a que le digan a uno que está con cáncer. Ese día yo me di cuenta de que Dana tenía algo grave y le prohibieron toda competición”.
En marzo llegó la convocatoria de la Selección Nacional Sub-15 y ella se desplomó, porque no podía ir y sin entender qué es lo que pasaba.
“Mi hija se dio cuenta de que tenía cáncer hasta mayo. Yo la quise mantener con una mente positiva, porque el secreto de la vida es pensar en positivo y ella apenas tenía 13 años y yo lo manejé con ella de que era una pelotita”.
“Cuando llegó esa convocatoria se me cayó increíblemente, ella no quería hacer nada, no quería levantarse, solo lloraba. El oncólogo me decía que ella ni siquiera podía caminar, porque la pelota es tan grande que por lo general se mete dentro del ovario en el útero y lo delicado es que se salió, estaba por fuera, pegado en todas las cavidades”.
Esa masa que estaba dentro de Dana era invasiva y de rápida progresión. Según la mamá de la futbolista, en febrero medía como 15 centímetros y para mayo, cuando la sacaron, tenía 33 centímetros y pesaba tres kilos.
“Dana estuvo yendo al hospital para los indicadores tumorales, le hicieron como 5 veces el TAC y el Hospital de Heredia estaba repleto de covid, pero cuando el Consejo Médico vio el caso de ella, era muy urgente, porque lo tenía pegado al corazón, a los pulmones, al intestino, al bazo y al útero”.
Doña Tatiana recordó que para abril, la gente empezó a darse cuenta de que la jovencita tenía algo serio.
“Hubo un apoyo impresionante del fútbol femenino. A Dana le subió el ánimo el fútbol, porque le llegaban mensajes de jugadoras de Alajuelense, de Saprissa, de Sporting, de Suva, de Heredia y fue muy triste, pero muy bonito”, apuntó.
Cuando en el Hospital de Heredia vieron su caso, la mandaron a operación de inmediato, que fue el 10 de mayo. Ese día salió el tumor maligno del organismo de la jugadora.
“Dana tiene una herida de 35 puntadas, desde arriba del ombligo al hueso púbico. Salió, le hicieron la biopsia y el resultado era cáncer. Ella se dio cuenta ese día, porque la doctora le dijo que si salía malo era cáncer, pero que todo estaría bien”.
Ese día de la operación, ella ingresó al quirófano a las 6 a. m. y salió a la 1 p. m.; se fue despertando a las 6 p. m. y aunque estaba somnolienta, le explicaron todo.
“Lloró obviamente, lloró mucho, porque escuchar que se tiene cáncer, es muy fuerte para cualquiera, sin importar la edad”.
Una vez superada la cirugía, tenían que esperar un mes, porque le hicieron 28 biopsias.
“Lo primero que hizo fue escuchar a la doctora y le preguntó que si con quimioterapia podía entrenar. Yo me tuve que salir, solo yo sabía lo que sentía y no podía creer que la preocupación de ella en ese instante era jugar fútbol”.
A partir de ese momento, los días se hacían lentos, porque del 10 de mayo al 26 de junio no sabían nada y la incertidumbre es terrible.
“Porque con una sola biopsia que saliera positiva, ella iba para quimioterapia de las más agresivas, por el tipo de tumor que era. El 26 de junio fue increíble, nunca había sido tan difícil contar de 1 a 28, porque había que recibir los resultados uno a uno. Gracias a Dios, las 28 biopsias salieron negativas”.
La angustia de la mamá se contrarrestaba con el optimismo de Dana, quien estaba convencida de que volvería a jugar, como lo hizo.
“Retomó los entrenamientos, es que nada la detuvo. Ella tiene que ser inspiración para muchas chicas, porque era más fácil retirarse y ya, pero siguió las indicaciones y en agosto comenzó a caminar y a hacer cositas despacio, todo con autorización”.
La futbolista estaba lista para volver a la cancha, pero la mamá no.
“Yo no quería, pretendía que tocara balón en enero de este año y tuve que recibir atención psicológica, porque yo no quería dejar que ella avanzara. A cualquier mamá le va a pasar eso”.
Pero a la vez, doña Tatiana sabía que las 28 biopsias eran negativas, el cáncer estaba encapsulado y que el milagro no fue sacarlo, sino más bien detectarlo.
“Creció tanto en un mes que aún los doctores no se explican eso y cómo no se le notaba tanto. En setiembre comenzó a entrenar y ahora en junio la convocaron. Ahora es parte de la Selección Sub-15 y ahorita la premiaron con venir al Mundial”.
Dijo que Dana no lo podía creer cuando le dijeron que ella siempre sería parte de esta Copa Mundial Femenina Sub-20.
“Ella había estado en los ocho microciclos de la Selección y no la llevaron a Estados Unidos y eso duele a esa edad; pero cuando la eligieron para ser parte del Mundial me dijo que lo estaba disfrutando más que si hubiera ido allá. Yo no tengo cómo pagarle a la Federación lo que está haciendo por ella y por todas las chicas que están en el protocolo”, citó doña Tatiana.
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Dana Campos una vez tuvo que rechazar el llamado a la Sub-15 porque estaba enferma, pero ya recuperada, pudo ir a la Selección. (Cortesía)
Porque la mamá de Dana también ha sido parte del Mundial, al encargarse de peinar a las chicas y alistarlas para que salgan lo más lindas posible.
“A todas se les ven los ojos brillosos, porque se sienten importantes, están en el estadio, comparten con las mejores del mundo y es una experiencia que enmarcará la vida de muchas chicas”.
Dana volvió a su vida normal, llena de energía, gracias al fútbol. Eso sí, ella va a control cada tres meses durante cinco años. Hasta que pase ese tiempo la pueden declarar completamente libre de cáncer.
“Ahora en mayo tocaba TAC, ultrasonido, todos los exámenes que le habían hecho hace un año y esperar resultados es complicado y más que tengo otra hija que tuvimos que hacerle los exámenes también y gracias a Dios todo salió bien”, dijo doña Tatiana.
Para Dana, con 14 años, este fue su primer Mundial desde adentro, pero ahora sueña con ser parte de los próximos, jugándolos con el uniforme de Costa Rica.