El montañista costarricense Warner Rojas Chinchilla no pudo concluir su segundo ascenso al Monte Everest (8.849 msnm), al ser evacuado en un helicóptero del Campo Base (5.400 msnm) hacia el hospital de la localidad de Lukla, en Nepal.
Mediante un audio de WhatsApp, Warner explicó a La Nación que se encontraba bien, pero que las fuerzas lo habían abandonado en el trayecto entre el Campo 2 (6.750 msnm) y el Campo 3 (7.100 msnm), por lo que no se sintió en condiciones para continuar y decidió abandonar su objetivo.
“Estoy bien. La doctora que me atendió en el hospital me dijo que al parecer tuve un inicio de un edema pulmonar (líquido en los pulmones). Me empecé a sentir mal en el ascenso al Campo 3. De un momento a otro me abandonaron las fuerzas y no pude avanzar más”, comentó Rojas a La Nación.
Al tener líquido en los pulmones, Rojas no solo debía descender de la montaña, pues a mayor altitud más riesgo corría su vida, sino ser tratado de inmediato. De ahí la decisión de buscar atención médica.
El escazuceño, que precisamente este 24 de mayo cumplía 11 años de haber alcanzado el punto más alto del planeta, lamentó no haber logrado su meta, pero agradeció a Dios estar a salvo, después de ver a la muerte tan de cerca.
Estoy contando la historia
Aunque conoce las cifras de fallecidos en el Everest (este año ya se superó la decena) y aunque ha visto cuerpos abandonados en la montaña para siempre, Warner caminó esta vez detrás de un montañista de Malasia que perdió la vida en la montaña.
“Gracias a Dios estoy contando la historia. Me da mucha lástima no haber podido poner la bandera de Costa Rica en lo más alto del Everest, pero así son las cosas en la montaña. Esta vez no se pudo, pero gracias a Dios estoy bien. Uno tiene que hacer caso al instinto, debe medirse muy bien”, dijo Rojas.
“Fue impactante, porque no me sentía con fuerzas. En ese momento, un montañista de Malasia que iba delante de mí iba mal, pero trató de seguir. Cuando bajé al Campo Base, a esperar el helicóptero, el cuerpo de esa persona llegó envuelto en su bandera, porque no había soportado el esfuerzo que hizo”.
Para el aventurero tico, la experiencia de haber escalado montañas de más de 7.000 msnm le dio la seguridad para tomar la decisión de no continuar con su travesía, por las frías y ventosas laderas.
“En un momento me dije a mí mismo: no puedo seguir así, porque comprometo mi vida. En ese instante decidí devolverme. Pensé en mi esposa y mis hijos, porque la montaña no perdona y uno tiene que tener muy claro hasta dónde es que puede continuar o bien tomar la decisión de detenerse”. añadió Rojas.
“Uno tiene que tomar las decisiones adecuadas. ¿No subí la montaña? No, no lo hice, no pude. Está vez el Everest no me dejó. Pero lo importante, como dije antes, es que estoy vivo, porque este año han muerto personas en avalanchas, intentando rescatar a otras, o bien tratando de subir y es allí cuando uno debe analizar y pensar qué es lo mejor para uno”, aseguró.
Warner reiteró que el instinto de supervivencia siempre debe prevalecer en la montaña, pues cada persona toma decisiones diferentes, pero no puedo comprometer su salud y la vida.
“Tengo que hacerme un último chequeo en el hospital, antes de partir a Katmandú, para saber que estoy bien. Me dieron un medicamento y aquí lo esencial es continuar descendiendo para evitar tener una recaída por la altura. Como dije antes, las cosas pasan por algo y Dios nos protegió en la montaña. Lo más importante es que estoy vivo y puedo ir a casa”, confesó Rojas.
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