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La ex atleta Marcela Jackson conserva el récord nacional femenino en los 1.500 metros planos, desde hace casi 25 años. Desde el 16 de mayo de 1997 ninguna otra atleta ha logrado bajar el tiempo que Marcela estableció de 4:31.46. (Rafael Pacheco Granados)
En la década de los años ochenta, cuando Marcela Jackson estaba en el Liceo de Paraíso de Cartago, ya sentía un gusto genuino por el atletismo. Lo traía desde la escuela, sin saber realmente cuáles pruebas podía hacer o si realmente tenía talento, algo que poco a poco fue descubriendo.
Durante los famosos “test” de Cooper, prueba que consiste en correr la mayor cantidad de distancia posible en un tiempo determinado, ella decidía hacerlo con los hombres y entre ellos también destacaba. Algo que llamó la atención de una profesora de ese entonces, Sandra Jiménez, quien la instó a participar formalmente en el deporte, empezando con Juegos Nacionales.
Pero antes de tener ese impulso, debió escuchar comentarios que pudieron frenar su deseo de practicar atletismo: “En su momento eso sí me afectó, porque en esos años la mujer que corría no era vista como ahora, se le veía mal. Me acuerdo que se utilizaban términos muy feos, como machorra”, mencionó la brumosa, quien 24 años después aún posee el récord nacional de 1.500 metros, impuesto en mayo de 1998.
Su tiempo de 4:31.30, impuesto en Maracaibo, Venezuela, es una de las marcas añejas del atletismo nacional, incluyendo tanto pruebas de pista como de calle. Incluso, solo ella y las hermanas Zoila Rosa Stewart y Mauren Stewart, quien falleció en 1994, conservan los récords más longevos del país. Zoila Rosa hizo 52.57 en 400 metros en el año 1993, mientras su hermana registró 2:05.98 en 800 metros en 1988.
Las condiciones para aquel entonces eran muy difíciles, recuerda Marcela. Porque tener el apoyo de empresas se hacía casi imposible, de hecho nunca pudo vivir algo así, además de que los recursos de la federación eran muy limitados.
Para Jackson ser atleta no solo significó romper barreras machistas, sino también demostrar que una mujer con discapacidad podía sobresalir. Ella nació sin parte de su brazo izquierda y asegura que sus papás se impactaron porque no pudieron darse cuenta mientras estuvo en el vientre. Sin embargo, desde su niñez lo único que recibió fueron impulsos para luchar por sus sueños, uno de esos incluyó competir en atletismo.
“Mi mamá siempre me dijo: ‘esta es su condición y debe enfrentar el mundo así'. Se lo vivo agradeciendo a ella y mis hermanos, porque nunca vieron en mí una persona que no podía hacer nada. A nivel deportivo tampoco recibí ningún comentario que me pudiera afectar, más bien al contrario. Pero en la parte educativa en la escuela sí tengo que decir que sufrí bastante”.
Con comentarios buenos y malos, lo cierto es que nunca percibió ninguna diferencia, porque, añade, no puede saber cómo hubiera sido correr en condiciones igualitarios a sus competidoras.
“No puedo hacer una comparación si hubiera tenido mis dos brazos. Eso sí, un entrenador me lo dijo, y yo empecé a observar, que sí había desventaja. Yo siempre me inclinaba a un lado, creo que sí afecta, pero debo darle gracias a Dios que nunca lo sentí ni lo vi. Cuando corría daba mucha prioridad a bracear con el lado derecho”.
Aunque 1.500 fue su prueba por excelencia, la verdad es que Jackson probó casi todas las distancias, incluidas dos maratones: en Cancún y Boston, esta última la terminó después de haber superado un shock por el frío desde el kilómetro 32.
“Hice muchas muchas carreras pedestres, de 10 y 21, pero la maratón fue como para completar el ciclo deportivo, porque empecé corriendo 400 metros, anduve por todo lado para ver cuál era mi prueba. Sergio Molina (su entrenador) identificó que era 1.500 y la verdad no falló, porque siempre me sentí muy bien, siempre digo que fue la prueba de la que me enamoré”.
Entre 2004 y 2005 decidió que era momento dedicarse 100% a su carrera como administradora de empresas con énfasis en contaduría pública. En algún momento pensó en los Juegos Olímpicos, pero no quería seguir posponiendo su profesión.
Desde su retiro prácticamente desapareció de los focos y dar una entrevista recordando sus logros y el récord de hace 24 años casi se le hace extraño. Nunca ha tenido ningún contacto con la Federación Costarricense de Atletismo (Fecoa) o alguna invitación y asegura que seguramente esto se debe a su personalidad reservada.
“Cuando usted me puso el mensaje, pensé: ‘qué bonito y estando viva, que estando viva se haga’. Pero nunca me gusta ponerme a hablar de lo que en su momento se hizo. Es como para el recuerdo, para mí”.
Para las actuales y futuras generaciones, el reto sigue vigente. A Jackson se le han acercado varias veces diciéndole que una y otra atleta estuvo cerca de su marca, pero hasta ahora ninguna ha podido romperla.
“Como ser humano a uno le gustaría que el nombre quedara siempre, pero viéndolo deportivamente y como país, si el día de mañana la marca cayera, eso quiere decir que hay avance en el atletismo del país y eso es bueno”.
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Marcela Jackson también participó en competencias de ruta, como en 1998, cuando hizo La Clásica Candelaria en Paraíso, de donde es oriunda.