El mundo navega por las aguas convulsas de la transformación digital. La frontera entre el mundo físico y el virtual inmersivo se diluye cada día.
La creciente convergencia y transversalidad tecnológica influye en ámbitos sociales, económicos y políticos. La variable “tiempo” alcanza una preponderancia extremadamente sensible, pues, como asevera Ángel Gómez de Ágreda en su libro Mundo Orwell, “el futuro se vuelve pasado casi sin discurrir por el presente”.
Las naciones afrontan el desafío de entender qué está sucediendo en todas sus dimensiones al mismo tiempo que ocurre la transformación tecnológica. No es simplemente la retórica, sino ser conscientes de las causas, consecuencias y responsabilidades en caso de no poner en funcionamiento tecnologías disruptivas para la mitigación de problemas tales como la pobreza, la violencia y la desigualdad.
Algunos países carecen de una clara visión del futuro, del entendimiento de los cambios estructurales para asimilar la dinámica de las cosas en un mundo donde todo cambia tan rápidamente.
Es ineludible tomar decisiones asertivas que tengan la capacidad de crear las condiciones para que empresas y personas sobrevivan en el mundo hiperconectado. Esto, mientras sea posible y no lleguemos a un punto de no retorno.
Bioseguridad, inteligencia artificial generativa y el enfrentamiento de los retos climáticos se relacionan tan fuertemente de forma tecnológica que una interconexión de conocimientos convergentes son capaces de producir soluciones integrales.
Muchos aspectos críticos y prioritarios suceden exponencialmente, por ejemplo, en la reunión anual de Davos del Foro Económico Mundial se discutió acerca de las tres habilidades de la educación 4.0: resolución de problemas, colaboración y adaptación. Vistas de manera conjunta plasman la necesidad de cambios sustantivos en los modelos de enseñanza y de aprendizaje en un mundo colmado de incertidumbre y de desarrollos tecnológicos permanentes.
Sobre el informe Workmonitor 2023, el CEO de Randstad, Sander van ‘t Noordende, declaró: “En todo el mundo, los trabajadores se enfrentan a una serie de retos inesperados. La pandemia de covid-19, seguida rápidamente por una recesión económica y una inflación galopante, creó un entorno laboral incierto y volátil”.
Lo anterior, asociado a la inquietud de que la inteligencia artificial y la robótica superen al ser humano en muchas tareas, impone instaurar condiciones para que las personas encuentren nichos de trabajo tecnológicos y se fomente el emprendimiento y la innovación.
Educación, salud, agricultura, seguridad y servicios están expuestos a la disrupción histórica del momento. Vivimos en un mundo de algoritmos, de blockchain, de conectividad 5G, en transición hacia el metaverso, con capacidades de procesamiento exponencial por medio de la computación cuántica y la generación de energía por fusión nuclear, entre otras.
Es hora de hacer una pausa y pensar en si estamos contextualizando la realidad, con la premisa de evitar la desinformación. Es necesario hacer un llamamiento a la modernización de las políticas públicas, basados en esfuerzos colectivos mundiales que favorezcan la dotación de recursos suficientes en todos los espacios del quehacer humano y construir modelos de desarrollo para una realidad 4.0, pero, sobre todo, maximizar las condiciones para un mundo sostenible, inclusivo y, principalmente, más equitativo.
El autor es exministro de Ciencia y Tecnología.
