El creciente apoyo al partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD) preocupa por la posibilidad de que Alemania se encamine hacia su mayor crisis política desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Por otra parte, es cierto que la AfD —que este año había llegado al 22 % en las encuestas nacionales— se ha visto envuelta en escándalos: en enero, se supo que varios funcionarios del partido se habían reunido con neonazis para conversar sobre planes de deportación masiva de migrantes y ciudadanos alemanes naturalizados, lo que generó protestas generalizadas; y en abril, el candidato principal de la AfD para las próximas elecciones al Parlamento Europeo, Maximilian Krah, fue tildado de caballo de Troya después de que uno de sus empleados enfrentó cargos legales por espiar para China.
Pero a pesar de esos reveses, el ascenso de los movimientos extremistas en toda Europa —especialmente, la sorprendente victoria del Partido por la Libertad (liderado por Geert Wilder) en las elecciones del 2023 en los Países Bajos— llevó a muchos alemanes a temer que el ascenso político de la extrema derecha sea imparable.
A menudo se atribuye el creciente apoyo a partidos como la AfD en toda Europa al enfado de la gente por la migración y los protocolos de seguridad contra la covid-19 (como los confinamientos, el uso obligatorio de tapabocas y las vacunas).
También se echa la culpa a la percepción de que los gobiernos están avanzando hacia la transición verde a demasiada velocidad, lo que podría perjudicar a algunos de los sectores más pobres de la población, pero un artículo del 2023 de varios autores —entre ellos, la economista de Harvard Stefanie Stantcheva— sugiere que el ascenso de los partidos populistas de izquierda y derecha responde a un cambio más amplio en el pensamiento social: la adopción del concepto de la suma cero.
Creencias basadas en la economía
Stantcheva y sus colegas definen la idea de la suma cero como la creencia de que para que un grupo gane otro debe perder. El populismo político, las teorías conspiratorias en línea y el sentimiento nativista, señalan los autores, “surgen de la idea de que un grupo gana a expensas de otros —sea la élite global, el “Estado profundo” o los habitantes de otros países—”.
No sorprende que los autores identifiquen un vínculo entre la idea de suma cero y el apoyo a la redistribución económica y a los movimientos antimigratorios; cuando la gente cree que la acumulación de riqueza se da a expensas de los menos afortunados, quienes abrazan la idea de la suma cero esperan que el gobierno intervenga.
Por el contrario, quienes creen en la suma positiva piensan que cuando ellos se enriquecen todos se benefician: la marea creciente eleva todos los botes. Los partidarios de la suma cero suelen percibir la migración como inherentemente perjudicial para los ciudadanos nativos, por lo que están más dispuestos a apoyar las políticas restrictivas.
¿Qué impulsa al pensamiento de suma cero? Para los autores, ese sentimiento suele prevalecer en períodos de estancamiento económico, cuando los recursos son escasos; por el contrario, es menos probable que los miembros de las sociedades que experimentan un crecimiento económico robusto y mayor movilidad social perciban la economía política en términos de suma cero.
Esto podría explicar el brusco aumento reciente del apoyo a la AfD. Como muchas otras economías europeas, Alemania apenas se había recuperado de la crisis financiera mundial del 2008 cuando fue duramente golpeada por la pandemia y la crisis energética que resultó de la invasión rusa a Ucrania.
Percepción de los jóvenes
Es interesante que, según los autores, los jóvenes son más proclives a pensar en términos de suma cero que las personas de mayor edad; es una tendencia estrechamente vinculada con las condiciones económicas: cuando los jóvenes enfrentan perspectivas laborales limitadas y ven pocas posibilidades de movilidad ascendente es más probable que adopten la idea de la suma cero.
Según el estudio, la probabilidad de que la percepción de los jóvenes de hoy sea desmotivadora es mucho mayor; por ejemplo, son más proclives a creer que el éxito depende más de la suerte y las conexiones que del esfuerzo.
Esto es especialmente así en Alemania, cuya tasa de movilidad social está entre las más bajas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Es revelador que los alemanes de mayor edad —que disfrutaron los frutos de la bonanza de posguerra en sus años de formación— se inclinen más hacia las políticas de crecimiento que hacia las de redistribución.
Un estudio reciente de las tendencias confirma que la adopción de la idea de la suma cero creció entre los jóvenes alemanes: el 22 % de quienes tienen entre 14 y 29 años respondieron que votarían por la AfD si hubiera una elección federal hoy, cuando ese número era del 9 % en el 2022.
Aún no están claras las consecuencias políticas de este cambio. Aunque la AfD, que se opone tanto a la migración como a la redistribución, no encaja claramente en la categoría de la suma cero, un nuevo partido alemán busca aprovechar ese sentimiento de manera más sistemática: la Alianza Sahra Wagenknecht, creada por exmiembros del Partido La Izquierda (Die Linke), alienta la redistribución y se opone a la migración y al apoyo económico y militar a Ucrania; parece que le quitará votantes a la AfD y limitará así su crecimiento.
De todas formas, los antídotos más eficaces contra el populismo político siguen siendo el crecimiento económico robusto, la abundancia de oportunidades para los jóvenes y un nivel de movilidad social elevado.
A menos que Alemania abandone la idea de la suma cero y vuelva a motivar a sus jóvenes, la caída de la innovación y la desaceleración del crecimiento podrían causar daños económicos sustanciales a largo plazo.
Dalia Marin, profesora de Economía Internacional de la Escuela de Administración de la Universidad Técnica de Múnich, es investigadora del Centro de Investigación de Política Económica e investigadora no residente de Bruegel.
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