Como representante de Creative Commons ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual me gustaría aclarar un punto del artículo del ingeniero Roberto Sasso, titulado “ El valor de las ideas ” (4/2/2012). Hablando acerca de creative commons, el Ing. Sasso asegura que “una cultura que valora el respeto por la propiedad intelectual también debe respetar a los que deciden regalar sus ideas y su conocimiento”. Me temo que el párrafo citado acarrea un concepto erróneo (pero bastante común) acerca de lo que significa el compartir ideas bajo las licencias de Creative Commons.
No es un regalo. El licenciar una obra bajo Creative Commons no es un regalo. Lo que se hace es otorgarle a cualquier usuario el derecho de usar, reproducir, copiar y distribuir la misma, siempre y cuando se sigan ciertas condiciones. Aunque superficialmente esto parezca ser un regalo, la distinción no es tan solo semántica, ya que el autor no otorga la titularidad de sus derechos de autor; por el contrario, los retiene completamente.
En el contexto del derecho de propiedad intelectual, el otorgamiento de una licencia es el permitir a terceros que realicen acciones que, de otra forma, no le serían permitidas. En una tradicional distribución propietaria o privativa de un trabajo creativo, los titulares de los derechos lo hacen mediante una licencia que se reserva todos los derechos. Esto lo puede ver usted en casi todos los CD, DVD, libros, juegos de video distribuidos de forma comercial. Bajo Creative Commons, el autor se reserva solo algunos derechos y le permite al usuario el uso de su obra bajo ciertas condiciones. Eso sí, no se renuncia al derecho de lucrarse de la obra, y muchos autores han logrado tener éxito de ventas con obras distribuidas bajo Creative Commons.
Elementos de licencia. El elemento común a todas las licencias de Creative Commons es un concepto trascendental para nuestra legislación de derechos de autor: el derecho moral del autor. En todas las obras licenciadas bajo Creative Commons se debe identificar al autor original en cualquier reproducción de la misma. Asimismo, se pueden incluir otras condiciones para el uso de las creaciones intelectuales. Por ejemplo, se puede permitir que un licenciatario reproduzca y distribuya su trabajo, pero que no lo modifique. Otra opción le permite al usuario el disfrute del producto siempre que este se haga de manera no comercial; en otras palabras, yo podría bajar un CD de Internet bajo una licencia Creative Commons y compartirlo con mis amigos, pero no podría quemarlo e irme a venderlo a la avenida central.
El otro elemento que existe es el llamado “compartir igual”. Esto le permite a terceros el modificar la creación y realizar sus propias versiones, pero cualquier cambio debe ser distribuido mediante las mismas condiciones con las que se recibió. La enciclopedia en línea Wikipedia se encuentra licenciada bajo este tipo de licencia, lo que me permite bajarla completamente, llamarla Tiquipedia, quemarla, y distribuirla, siempre y cuando esta copia atribuya la autoría de Wikipedia, y además sea distribuida bajo la misma licencia con la que yo la recibí.
El nuevo mercado de ideas. Creative Commons es tan solo una parte del movimiento global que se encuentra transformando la manera en la que concebimos el conocimiento.
En el pasado, la norma era el erigir murallas de protección alrededor del conocimiento ya que la economía analógica se basaba en el concepto de escasez de las ideas.
Sin embargo, la economía digital está basada en la abundancia; Google calcula que cada dos días producimos en Internet mayor cantidad de información a la que creamos desde los albores de la civilización hasta el año 2003. Ante estas cifras, nuestras obras corren el peligro de nunca ser vistas, leídas ni escuchadas. Es aquí donde una estrategia que permite el compartir información con la menor cantidad de trabas tiene sentido tanto comercial como social y cultural.
Asimismo, la gran mayoría de los protocolos que mueven Internet no fueron protegidos inicialmente por patentes. La apertura tecnológica ha ayudado a crear una de las revoluciones de conocimiento más importantes desde la invención de la imprenta. El compartir conocimiento no es una estrategia para todo el mundo, pero para los que lo hacemos de forma diaria nos conlleva satisfacciones que trascienden los beneficios materiales.