La diferencia entre aprender haciendo y aprender fabricando es sutil, pero implica la condición sine qua non de la propuesta educativa construccionista de Seymour Papert.
Aprender fabricando significa que habrá resultados en dos niveles íntimamente interrelacionados. Por una parte, supone la reorganización de las redes neuronales de quienes aprenden; y, por otra, se espera un producto en el mundo físico o cibernético.
Si bien es cierto que desde tiempos inmemoriales los seres humanos hemos aprendido fabricando, la diferencia ahora es que se trata de fabricar utilizando tecnologías digitales. Es decir, hemos sacado la computación de la computadora y la estamos embebiendo en objetos de la vida diaria: criaturas que tienen un comportamiento; textiles que responden a estímulos; obras de arte interactivas o patrones de luces que se activan de acuerdo con programas preestablecidos.
El Laboratorio de Medios (Media Lab) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) es un gran espacio para aprender fabricando en el nivel de posgrado. Pero las tecnologías digitales sofisticadísimas ( high-tech ) como cortadoras láser, software especializado e impresoras en tres dimensiones, y la experticia de las personas que conforman el Media Lab lo hacen difícil de replicar.
Por ello, en el 2001, uno de sus investigadores, Neil Gershefeld, organizó un grupo de investigación llamado “Cómo fabricar (casi) cualquier cosa” que propuso un Laboratorio de Fabricación Personal (Fab Lab) con tecnologías accesibles ( low-tech ) para que (casi) cualquier persona pudiera aprender fabricando sus propios productos.
Algunas de las tecnologías que se incluyen en un Fab Lab son, por ejemplo, tarjetas para prototipar ( arduinos, gogo boards… ) software libre o gratuito y una gran cantidad de elementos electrónicos y de construcción.
El primer Fab Lab fuera del Laboratorio de Medios se instaló en el 2002 en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), de la mano del investigador Bakhtiar Mikhak, la intervención de quien suscribe, en ese momento investigadora invitada en el Media Lab, y gracias al patrocinio del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae).
Movimiento MAKE. Creo que esta fue una idea que se adelantó demasiado a su tiempo, por lo cual es difícil aquilatar el impacto que pudo haber tenido ese Fab Lab.
A partir del 2005, y debido al lanzamiento internacional de la revista MAKE, los laboratorios de fabricación digital personales han tenido una explosión de iniciativas en todo el mundo, ayudados por la disponibilidad de tecnología de fabricación digital, cada vez más accesible.
En este contexto, es que emerge el movimiento MAKE y se cuentan por cientos de miles los seguidores y fabricantes personales. El pasado 16 de febrero la empresa de juguetes Mattel anunció en la Feria de Juguetes de Nueva York que para finales de año pondrá a disposición una impresora en tres dimensiones: la ThingMaker que permitirá a niños fabricar sus propios juguetes.
Costa Rica ha retomado el impulso del 2002 y hay algunas iniciativas de laboratorios de fabricación digital personal. Menciono dos recién nacidos y uno en proceso de gestación, aunque hay otros.
Los neonatos son La Inventoría, propuesta del Dr. Tomás de Camino en la Universidad de Costa Rica (UCR), con el apoyo del programa AUGE y Fundevi, y el PataLab que la M.Sc. Florencia Morado ha traído de Patagonia, Argentina.
El primero, con tecnologías muy sofisticadas; el segundo, con tecnología accesible que busca cerrar las brechas de edad y género, integrando la dimensión artística en la fabricación personal. El que se gesta se ubicará en la Comunidad Educativa De La Salle.
Habilidades y competencias. En este nuevo panorama y desde una perspectiva educativa, es importante señalar que la fabricación digital no debería ser un fin en sí mismo. Como dijo Confucio: “Acción sin reflexión es una pérdida de energía”.
Por eso, más allá de contenidos esperables que se aprenden en el proceso de la fabricación digital derivados de áreas de la ingeniería, matemática, informática, electrónica, es necesaria una mediación docente que ayude a los aprendientes-fabricantes a desarrollar ambos hemisferios del cerebro de manera equilibrada con el fin de que puedan construir habilidades y competencias que les serán imprescindibles para vivir en el mundo actual.
En primer lugar, la imaginación. Bien dijo Albert Einstein que en tiempos de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento. Y, además, el desarrollo de la creatividad, del pensamiento de diseño ( design thinking ), del pensamiento complejo, la flexibilidad, la iniciativa, la colaboración, el trabajo en equipo, la visión interdisciplinaria, la empatía, la fluidez multimedial, el sentido estético, la conciencia del contexto.
La fabricación digital, diseñada para posibilitar el aprendizaje de contenidos, actitudes, valores y competencias pertinentes para la actualidad, se vuelve relevante en un momento en que los empleadores –como por ejemplo Laszlo Bock, gerente de Recursos Humanos de Google– están diciendo que la formación académica es inútil como criterio para contratar personal y en el que las nuevas universidades que se están creando apuntan a la interdisciplinariedad: sin departamentos, sin aulas y sin clases magistrales.
La autora es catedrática de la UCR.