Después del fracaso de los franceses en la construcción del canal de Panamá, la labor de los ingenieros se vio truncada por la malaria y la fiebre amarilla, causadas por un protozoario y un virus desconocidos, respectivamente, en esa época.
Ambas enfermedades y otras típicas del trópico se cobraron entre 16.500 y 22.000 vidas de los 60.000 afectados.
Los franceses construyeron buenos hospitales, pero nunca dimensionaron el papel de los mosquitos en la propagación de ambas enfermedades.
El agua era almacenada en cisternas y depósitos de lluvia, situados cerca o dentro de los edificios, y las excavaciones del canal formaban inmensos pozos, excelentes criaderos para el Aedes aegypti, conocido en estos tiempos como Stegomyia fasciata, y el Anopheles.
La Habana fue foco de fiebre amarilla durante 400 años, y en lo que duró la ocupación de las fuerzas armadas de Estados Unidos el médico militar Walter Reed condujo investigaciones para erradicar la fiebre amarilla y confirmó que el Stegomyia fasciata era el transmisor.
Por otro lado, en 1880, el médico militar Alfonso Laveran había descubierto el parásito de la malaria y, entre 1885 y 1894, un grupo de científicos lograron aislar el Anopheles y comprobar que la malaria se transmitía por la picadura de mosquitos infectados con el agente etiológico de la enfermedad.
Walter Reed fue quien probó científicamente cuál era el transmisor, pero el cubano Carlos Finlay y el Dr. William Crawford Gorgas se encargaron de la extinción del Stegomyia Fasciata en La Habana y, más tarde, en Panamá.
Gorgas fue el encargado de atender las epidemias en concordancia con la firma del tratado Hay-Bunau Varilla, mediante el cual Panamá concedía a Estados Unidos el derecho de ejercer la autoridad casi militar para tomar medidas sanitarias en la zona de construcción del canal y las ciudades de Panamá y Colón.
El Dr. Gorgas, jefe del Departamento de Sanidad de la Comisión del Canal, se encargó de hacer cumplir los reglamentos y órdenes sanitarias, y creó una jurisdicción que convertía a los alcaldes de ambas ciudades en agentes del gobierno estadounidense.
John F. Wallace, que llegó con Gorgas, construyó el acueducto de Panamá y Colón. Gracias a la enorme labor sanitaria realizada por especialistas como Gorgas y sus compañeros, el presidente de Panamá Belisario Porras propuso la construcción del Laboratorio Conmemorativo Gorgas, para ser parte integral del Instituto Gorgas de Medicina Tropical y Preventiva, con sede en Washington D. C.
Como se observa, el canal de Panamá ha sido un laboratorio viviente y ha brindado un gran aporte a la salud pública mundial.
El autor es microbiólogo y salubrista público, director del Laboratorio Nacional de Aguas del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).
