La magistrada Patricia Vargas González se enorgullece de ser un producto de la educación pública en el país y está decidida a devolverle a Costa Rica todo lo que recibió. (JOHN DURAN)
Un mes y unos días después de asumir su cargo como magistrada de la Sala de Casación Penal o Sala Tercera, Patricia Vargas González, considera su nombramiento un logro personal, pero también parte de la “maratón” que ha sido su vida.
Hija de padres educadores, hermana gemela, madre de gemelas, esposa, corredora y creyente de Dios, desde su nuevo despacho y con la bandera de Costa Rica de fondo, Vargas, de 49 años, reveló que no conoce otra ocupación que no sea dentro del Poder Judicial. Desde el inicio de su carrera en la Defensa Pública, ascendió gradualmente hasta convertirse en jueza cinco.
En su trayectoria se destacan numerosos títulos académicos, como su licenciatura en Derecho y Notaría Pública de la Universidad de Costa Rica, su maestría en Ciencias Penales de la misma universidad y su doctorado en Derecho Penal de la Universidad de Salamanca.
Sin embargo, hay un logro que, aunque no está registrado en un diploma, es digno de reconocimiento: su victoria contra el cáncer de mama.
Por tradición, Vargas solía someterse a mamografías cada octubre en conmemoración al Mes de la Lucha Contra el Cáncer de Mama. Fue en la mamografía del 2018 cuando descubrieron un tumor maligno en uno de sus senos, mientras estaba en proceso de concursar para un puesto en la Sala Tercera.
“La doctora me dijo que, debido a mi juventud, se me administraría quimioterapia para asegurar mi recuperación. Tomé medidas drásticas, incluso innecesarias; opté por una cirugía radical para remover las mamas, por una cuestión de tranquilidad”, comentó la magistrada.
Convencida de que la mamografía y la detección temprana le salvaron la vida, Vargas tuvo que someterse a 16 sesiones de quimioterapia. A pesar de la dificultad, nunca se separó de su fe en Dios, ni del apoyo de su familia, especialmente de su esposo, Erick, profesor en la UCR.
“Fue una situación dura, uno pasa por todas las fases del duelo, desde la negación, el enojo, la aceptación… Todas las fases del duelo uno la vive con una enfermedad. Finalmente es un duelo por la salud, porque se va”, dijo Vargas.
Desde su nuevo despacho y con la bandera de Costa Rica de fondo, Vargas reveló que no conoce otra ocupación que no sea dentro del Poder Judicial. (JOHN DURAN)
Su pasión por el atletismo surgió gracias a la influencia de sus colegas en el Circuito Judicial. En el 2018 tenía planeado participar en su primera maratón, en Nueva York. Contrario a las expectativas, no canceló sus planes después de recibir el diagnóstico, sino que, con el visto bueno de sus médicos, corrió la maratón con un propósito especial.
“Fui, corrí y pensé: ‘si puedo superar esto, puedo superar cualquier cosa’. El cáncer también fue una maratón, aunque diferente, que involucró cirugía y quimioterapia’, mencionó.
Una semana después de su primera sesión de quimioterapia, mientras era jueza del Tribunal de Apelación de Sentencia en Goicoechea, tuvo que comparecer en la Asamblea Legislativa. Su principal preocupación no era la intervención ante los diputados, sino aparecer sin cabello.
‘No quería mostrarme vulnerable o expuesta. Abordé el tema porque consideré que era importante, por transparencia. Pero incluso en estas situaciones, las mujeres lo tienen más difícil’, comentó. Para ejemplificarlo, la magistrada mencionó que cuando un hombre está calvo en la calle, no causa sorpresa, pero cuando una mujer está sin cabello, llama la atención de los demás.
“Mi mayor temor era irme, dejar a mi familia. Me tranquilicé cuando me dijeron que estaba bien y que el tratamiento había tenido éxito”, agregó.
En el 2018, su intento por unirse a la Sala Tercera como magistrada no tuvo éxito. Sin embargo, no se rindió. Años después, en el 2021, participó en el concurso para ser magistrada suplente de la Sala Tercera, pero a pesar de tener la mejor calificación, se retiró, pues fue cuestionada por unos diputados por anteriormente trabajar con un exmagistrado.
“Es algo que probablemente no me habrían dicho si fuera un hombre”, afirmó.
Finalmente, su oportunidad llegó en el 2023. Vargas completó la “maratón” para unirse a la Sala Tercera. Sin embargo, para ella, el verdadero logro no es simplemente llegar a donde está ahora, sino cumplir su deber de la mejor manera posible, de acuerdo con sus valores, ética y preparación.
Desde el edificio de la Corte Suprema de Justicia, Vargas enumera sus objetivos. En primer lugar, aplicar la ley con rigurosidad absoluta. “Los magistrados, ante todo, son jueces de la República. Somos quienes toman decisiones en última instancia, y eso debe reflejarse en nuestras sentencias”, afirmó.
Otra prioridad es, en colaboración con los magistrados de la Corte Plena, reducir las cargas administrativas para poder centrarse en cuestiones estratégicas. Además, Vargas considera crucial establecer una conexión con la población.
“Para mí es muy importante los indicadores de confianza. Hay que trabajar en eso para que la ciudadanía entienda lo que se hace aquí y entienda el valor que en términos democráticos tiene esta institución”, comentó.
Desde el inicio de su carrera, su principal objetivo es retribuir al país todo lo que recibió, especialmente en términos de educación, ya que uno de los aspectos que la llena de orgullo es ser producto de la educación pública de Costa Rica.
Para la magistrada Patricia Vargas, el verdadero logro no es simplemente llegar a donde está ahora, sino cumplir su deber de la mejor manera posible. (JOHN DURAN)
Madre de bebés y estudiante en el extranjero
Al igual que compitió varias veces para unirse a la Sala Tercera, Vargas también lo hizo para obtener una beca para estudiar en el extranjero cuando era soltera. Sin embargo, no tuvo éxito inicialmente.
Ya casada y embarazada de gemelas, hizo un último intento para conseguir la beca y, al mismo tiempo que su esposo, en el 2008, obtuvo el apoyo para estudiar en España. La familia empacó su vida en maletas y, junto con sus bebés de cinco meses, se embarcaron en la aventura de ampliar sus conocimientos en el extranjero.
“Fue una experiencia muy dura pero increíblemente gratificante. Llegar a un lugar nuevo con hijos, sin querer que pasen dificultades económicas, fue difícil. Teníamos que hacer que la beca alcanzara para todos”, explicó la magistrada.
A pesar de las dificultades, no tiene ningún arrepentimiento. Considera que fue la mejor decisión que tomaron como familia y ahora ven los resultados. “Fue enriquecedor, no solo en términos de conocimiento, sino también como experiencia de vida, conocer algo diferente”, añadió.
Cada uno de sus logros, desde la persistencia para obtener una beca hasta la lucha contra el cáncer de mama y llegar a la Sala Tercera, los considera la carrera de su vida. Vargas espera que su esfuerzo sirva como ejemplo para sus hijas, para que vean la determinación de su madre y comprendan que, con disciplina, pueden superar cualquier obstáculo.
“Siempre les digo que como mujeres nos cuesta, que sepan ser independientes, ser mujeres fuertes, y que con disciplina, da igual si son hombres o mujeres, si tienen disciplina tienen la llave de todo. La vida es una maratón, a veces habrá tropezones, pero es difícil que haya un retroceso, ya lo que se caminó, aunque sea poquito, se caminó”, concluyó.
Cada uno de sus logros, desde la persistencia para obtener una beca hasta la lucha contra el cáncer de mama y llegar a la Sala Tercera, los considera una maratón. (JOHN DURAN)