Ana Iris Bermúdez Navarrete, junto con sus cuatro hijos, llegó a Costa Rica el 18 de diciembre de 2018 después de cruzar la frontera con Nicaragua por los charrales. Había huido de Nicaragua debido a la persecución por parte de la dictadura de Daniel Ortega y la amenaza de ser asesinada.
Aunque no conocía a nadie en Costa Rica y nunca antes había estado en el país, llegó con una fuerte determinación para emprender. Sus raíces emprendedoras se remontaban a su crianza en el municipio de Rosita, ubicado en una zona conocida como Triángulo Minero en la región autónoma de la costa caribe norte de Nicaragua, a aproximadamente 500 kilómetros de Managua.

Desde la primera mañana en el albergue de Obras del Espíritu Santo, Ana Iris Bermúdez Navarrete se mostró positiva y motivada. Tenía una idea clara en mente. Después de desayunar con sus hijos, comprendió rápidamente la dirección que debía tomar su emprendimiento y comenzó a trabajar en ello.
“Solo tenía ¢20.000, entonces compré ropita americana que venden en Obras del Espíritu Santo para revenderla en San José. No me podía quedar quedita, mi mamá me enseñó a trabajar a ganarme la plata siempre con sudor y esfuerzo.
“A mi mamá no le gustaba para nada que una se quejara, al contrario, siempre nos motivó a buscarle solución a los problemas. Yo no puedo quejarme, porque no tengo tiempo, necesito trabajar, producir. Nunca me acostumbraron a andar pidiendo, soy de trabajo e incluso si puedo ayudar a alguna persona, lo hago con todo el corazón, porque sé muy bien lo que cuesta echar para adelante”, nos comenta doña Ana Iris.
Bermúdez Navarrete llegó a Costa Rica a los 35 años junto con sus cuatro hijos: Kelsy, de 17 años; Jomer, de 15; Dianer, de 11; y Lissy, de 7. Salió de Nicaragua a toda prisa debido a la persecución de la dictadura, y nunca consideró la idea de venir sola; para ella, su familia era todo. A pesar de los desafíos que enfrentaron, lograron llegar juntos a Costa Rica.
“Muy duro el inicio, me tocó dormir en la calle con mis hijos, fue en ese parque que hay atrás de la Caja (el parque de las Garantías Sociales). Entonces llegó la policía y cuando pensé que me iban a arrestar. Imagínese, venía del miedo de la persecución. Me llevaron a Obras del Espíritu Santo, ese lugar es una bendición para mi familia”, recordó.
A pesar de no conocer a nadie y estar en una ciudad desconocida como San José, doña Ana Iris comenzó su negocio de venta de ropa. Aunque no conocía la ciudad, se aventuró en el área con más movimiento económico, donde podía ganar dinero. Con lo que ganaba, compraba más ropa y ahorraba un poco.
Después de cuatro meses en el albergue del padre Sergio (donde estuvo de ese diciembre hasta marzo de 2019), tenía suficiente dinero para alquilar un pequeño cuarto en el barrio Cristo Rey, que estaba cerca del padre Sergio, a unos 100 metros de distancia.
100% emprendedora
Una vez que alquiló el pequeño cuarto para ella y sus cuatro hijos, su espíritu emprendedor volvió a emerger. Pidió prestada una olla aquí, a doña Esmeralda (una amiga), y una hielera allá, a doña Melba (otra amiga), para poder vender bebidas frescas. De esta manera, comenzó otro pequeño negocio: la venta de comidas.
“No abandono la venta de comida porque es mi primer emprendimiento y me dio de comer por mucho tiempo, pero ahora mi principal negocito es la comida nicaragüense tal y como me enseñó a hacerla mamá”.
Doña Ana Iris Bermúdez Navarrete ofrece una variedad de platos en su negocio. Entre sus opciones se encuentran el chancho con yuca, el vigorón, las tajadas de plátano verde con queso, y más. Ha estado dedicada a la venta de comidas durante tres años, y ya logró adquirir equipos como una olla para cocinar la yuca y un disco eléctrico para cocinar sus platos. Pueden contactarla para hacer pedidos al número 6488-1162.
“Puedo ir a un evento a cocinar comida nicaragüense, puedo llevarla hecha, también salgo a vender empanadas, tacos, enchiladas y no abandono la venta de ropa. Ahí voy, paso a paso, día a día.
“Gracias a Dios mis hijos están estudiando los cuatro y les enseño que en la vida todo cuesta, lo importante es tener mentalidad positiva y siempre buscar un negocio. Hasta el momento no le he trabajado a nadie, he sido mi propia jefa”, dice con orgullo.

Todo en orden
Doña Ana Iris Bermúdez Navarrete posee un carné de solicitante de refugio, lo que le permite trabajar en Costa Rica. Mientras espera ser llamada nuevamente por Migración para avanzar en su proceso de refugio, no se queda inactiva.
Se unió a la Red de Mujeres Pinoleras, una organización que trabaja con mujeres emprendedoras refugiadas nicaragüenses. A través de esta red, ha tenido la oportunidad de acceder a la educación y participar en cursos que le permiten aprender y crecer, fortaleciendo así su capacidad para valerse por sí misma.
Gracias a su determinación y esfuerzo, doña Ana Iris ha obtenido varios títulos, incluyendo el de Técnico en Cocina y Ética Profesional y Ciudadanía. Actualmente, está cursando una formación en repostería. Su búsqueda constante de conocimiento y su deseo de superarse son ejemplos inspiradores de resiliencia y emprendimiento.
“Estoy inscrita ante Hacienda, entendí que es importantísimo estar con todos los papeles legales. Cuando contratan mis servicios de comida, yo doy factura oficial porque pago mis impuestos, eso es lo mejor. Le agradezco a este país la oportunidad que le da todos los días a mi familia y no puedo agradecer mejor que estando legal con todo”, concluye la emprendedora, quien tiene el gran sueño de lograr montar una soda, que se llamará Delicias Mineras, en recuerdo al lugar donde nació.