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Doña Marta Sánchez le enseña a leer y a escribir a doña Lucrecia Suazo mientras ambas esperan a que sus familiares terminen el tratamiento de hemodiálisis. Fotografía: CCSS
Lucrecia Suazo García tiene 52 años y hasta hace poco no sabía leer ni escribir. Esta vecina de Guápiles, Pococí de Limón, lo tenía como tarea pendiente en su vida y, de forma insospechada, comenzó a cumplirla.
Los lunes, miércoles y viernes doña Lucrecia debe acompañar a una de sus nueve hijos al Hospital Calderón Guardia a recibir hemodiálisis. Este es un tratamiento que se aplica cuando los riñones fallan y no pueden hacer su función de limpiar las toxinas del cuerpo. Pero este procedimiento toma de tres a cuatro horas por sesión.
En esa espera conoció a Marta Sánchez, quien acompaña a su hermana a recibir el tratamiento en los mismos días y a la misma hora que la hija de doña Lucrecia. Esta vecina de San Antonio de Coronado es educadora pensionada que encontró una nueva alumna.
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Los pasillos y salas de espera del hospital se transforman en salones de clase en los que la maestra, de 68 años, pone en práctica los conocimientos que acumuló durante toda su vida. Ella misma lleva los materiales.
“Empezamos a aprender a escribir el nombre completo, ya identifica las letras que componen su nombre, estamos trabajando vocales, palabras, oraciones; hemos logrado avanzar bastante en el lapso de un mes, aunque trabajamos un promedio de una a dos horas cuando nos vemos.
“Se nota el interés que tiene para lograrlo. Yo le dejo tarea para la casa y ha sido una estudiante muy aplicada, se esfuerza en traer lo que se le ponga y lo hace con muchas ganas”, agregó.
Doña Lucrecia dijo sentirse muy contenta porque va aprendiendo poco a poco cómo firmar, entre otras habilidades.
“Estoy agradecida por la oportunidad, y le digo a las personas que no se rindan, nunca es tarde para aprender y para salir adelante”, enfatizó.
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