A lo largo del 2023, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) incautó un total de 1.678 billetes falsos, los cuales sumaron un valor ficticio de ¢9.570.185. Esta cifra refleja una disminución del 65% en comparación con la cantidad de unidades confiscadas en el 2022, tendencia que las autoridades del ente emisor atribuyen a los cambios en el material de fabricación.
Los datos con corte a diciembre del Departamento de Emisión y Valores del BCCR muestran que el año pasado detectaron 3.109 unidades falsas menos respecto al total de 4.787 del 2022. La institución calificó la caída en la cantidad de dinero falso como “significativa”, y la atribuyó al cambio de material por un sustrato de polímero, en todas las denominaciones, lo que ocurrió gradualmente en el 2022.
Los ejemplares falsos son confiscados por las diversas entidades del sistema financiero nacional, como bancos, mutuales o financieras, y posteriormente son remitidos, mensualmente, al Banco Central, según un calendario establecido. Además, el BCCR puede recibirlos de personas físicas.
Jaime Murillo, subgerente general de Operaciones del Banco Nacional, explicó que las entidades financieras tienen la obligación de incautar cualquier billete sospechoso de ser falso que llegue a sus oficinas. El Reglamento del Sistema de Pagos establece que cualquier persona física o jurídica que identifique billetes de dudosa autenticidad debe remitirlos al BCCR para su análisis correspondiente.
A pesar de la tendencia a la baja, el Banco Popular señaló que las falsificaciones de la fórmula de ¢10.000 siguen siendo las que más se detectan debido a su alta denominación y significativa circulación.
Durante el año recién finalizado, se decomisaron 1.335 billetes de ¢10.000, superando por mucho a las denominaciones de ¢20.000 (194), ¢5.000 (75), ¢2.000 (64), ¢50.000 (10) y ¢1.000 (0).
Tras consultar sobre el bajo número de confiscaciones de unidades de ¢1.000, el BCCR señaló que aunque a partir del 2019 recibió reportes con la circulación de fórmulas con desgaste en las tintas, todos esos ejemplares analizados resultaron auténticos. El Banco Central explicó que las series A y B de ¢1.000 se emitieron entre el 2009 y 2020, por lo que pueden haber billetes en estado de deterioro.
El BCCR señaló que para el caso del billete de ¢1.000 que se empezó a emitir en sustrato de polímero desde el 2011, no se había recibido ni una sola fórmula falsa hasta el año 2020, en que se recibió una falsificación, misma cantidad que se presenta para los años 2021 y 2022. Anteriormente los billetes de ¢1.000 al igual que el resto de denominaciones eran fabricados en sustrato de algodón.
En el 2019 fue el último año en que se reportó un crecimiento en la incautación de unidades falsas; en ese año la cantidad de boleto fue de 10.212. A partir de ese momento se empezó a registrar un comportamiento a la baja, que se aceleró aún más en el 2023.
La autoridad monetaria señaló que las fórmulas falsas detectadas durante este año, en su gran mayoría, corresponden a imitaciones de los billetes que estaban impresos en sustrato de algodón, y para el caso de las falsificaciones de los billetes en polímero, están impresas en papel.
En cuanto al valor ficticio, la acumulación en el 2023 también experimenta una notable disminución en comparación con los montos reportados desde 2017. Entre 2017 y 2019, el valor descendió de ¢130 millones a ¢83,66 millones, en el 2019.
En el 2020 y 2021, se registraron valores ficticios superiores a los ¢68 millones, sin embargo, en el 2022 el indicador interanual presentó una notable caída en el valor ficticio de las fórmulas falsas incautadas, del 60%. Para el 2023, la caída del valor en comparación con el del 2022 fue del 65%, al igual que la cantidad de fórmulas.
Cambio de material
En el 2010, el Banco Central tomó la decisión de implementar un nuevo estilo en los billetes de ¢1.000, ¢2.000, ¢5.000 y ¢10.000, e implementó las denominaciones de ¢20.000 y ¢50.000. Con este cambio, en el 2011 comenzó a circular el ejemplar de ¢1.000 en este nuevo material, mientras que las otras denominaciones continuaron utilizando sustrato de algodón, momentáneamente.
En el 2018, el BCCR dejó de emitir el billete de ¢50.000 y, en el 2020, anunció su retiro de circulación debido a la baja inflación, alta bancarización, escasa demanda y riesgo de uso en actividades ilícitas. Estos ejemplares fueron retirados a partir del 2022.
En 2020, las unidades de ¢2.000, ¢5.000 y ¢20.000 en sustrato de polímero, similar al plástico, comenzaron a circular, seguidos por los de ¢10.000 en el 2021 y la renovación de los de ¢1.000, en ese mismo año.
Paralelamente, los billetes de las mismas denominaciones hechos en sustrato de algodón fueron retirados gradualmente de circulación, comenzando con los de mayor valor.
Las fórmulas de ¢20.000 y 50.000 fueron sacadas de circulación el 1.° de febrero de ese año. Posteriormente, el 1.° de marzo del 2022 fue el turno del de ¢5.000; el 1.° de mayo de ese año el de ¢2.000 y, finalmente, el 1.° de octubre del año pasado, el de ¢10.000.
Nuevos métodos de seguridad
El Banco Central indicó a este medio que las fórmulas falsas que intentan imitar billetes de sustrato de polímero están hechas en papel, por lo que son falsificaciones que cualquier ciudadano puede detectar.
Con el cambio de todas las denominaciones a sustrato de polímero, el BCCR aplicó nuevos mecanismos de seguridad, para verificar que una fórmula es real.
El Central implementó la campaña Toque, mire y gire, para comprobar que una denominación es real. Los billetes de polímero cuentan con un relieve en el valor y en el retrato del personaje que incluyen.
De igual forma, los plásticos tienen una ventana transparente que incluye el retrato y el escudo de la República, así como otra con la forma de una hoja. Por otro lado, también incluyen un mapa de Costa Rica, el cual cambia de color al girar el billete.
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