Mónica Núñez tiene un hijo transexual y aunque siempre apoyó sus ideas, cometió sus errores mientras crecía.
“Yo le decía: está bien que no uses vestido ni el cabello largo, y que juegues de niño, pero en el fondo tú y yo sabemos que eres mujer. Según yo, lo estaba ayudando a que no se confundiera, pero más bien lo estaba confundiendo más”, comentó.
Isaac agrega: “Yo le decía, sí, mamá; vas a ver que a mí van a gustarme los chicos; me voy a casar y a darte nietitos”.
Su madre lo mira y añade: “Él no quería tener hijos, quería que yo fuera feliz y darme nietos; esos son los errores que a veces cometemos”.
Núñez reconoce que muchas de estas actitudes fueron ocasionadas por el desconocimiento y porque ella misma quería entender bien lo que sucedía.
“Más de una vez le pregunté: ‘Bueno, ¿te gustan las niñas y vas a ser lesbiana o es que más bien hay algo más; yo necesito saber?’. Entre los dos fuimos aprendiendo y defendiendo sus derechos”, manifestó la mujer.
Conducta aprendida. De acuerdo con especialistas en sexología y sociología, la discriminación por orientación sexual es producto, en su mayoría, de conductas que la sociedad ha adoptado como “normales” o “naturales”. Por eso, cuando algo se sale de esta escala de comportamientos, se genera rechazo y se necesita educación para superarlo.
El sexólogo Luis Perelman afirma: “Ningún padre rechaza a su hijo porque quiere hacerlo. Todos tienen las mejores intenciones, pero le hacen daño a esos niños que aman tanto”.
De hechos; hay niños y adolescentes que sufren amenazas y hasta golpes, o se les prohíbe hablar de sus dudas sobre su orientación sexual, lo que deja más daños, no solo en la persona, si no en toda la familia.
Por estas razones, los especialistas se abocan a la tarea de decirle a los padres cuáles son esas señales de rechazo, pues, en muchas ocasiones, no se percatan de que sí los están discriminando y del daño físico, psicológico y emocional que esto trae.
“Por más inconsciente que sea la discriminación, existe y tiene consecuencias. Nos toca la tarea de informarnos, de saber si estamos rechazando a alguien.
”Muchas veces se habla de que la educación debe comenzar desde niños, pero los adultos necesitamos educarnos para poderlos educar a ellos libres de discriminación y rechazo”, concluyó Perelman.