Tiene apenas un par de meses como embajador en Singapur, pero Jairo Hernández ya conocía desde antes el ejemplo de desarrollo del que es sinónimo este país asiático. Ahora le corresponde seguir con la consolidación de las relaciones bilaterales.
¿Qué estamos desaprovechando los costarricenses de esta relación en el ámbito empresarial, educativo y gubernamental?
Conocer más de cerca las lecciones positivas, sobre todo la necesidad de integrar una visión de conjunto para asegurar el éxito como país. Los países más avanzados en las mediciones de competitividad y desarrollo, como Singapur, alcanzaron sus logros gracias a una educación de primera calidad y a la interacción inteligente entre un sector privado dinámico y un Estado estratégico, visionario y eficiente.
¿Qué cree que podríamos los ticos imitar de Singapur?
Imitar no sería el concepto correcto, pues cada país tiene sus propias condiciones y particularidades, pero podemos aprender de las cosas positivas derivadas de una experiencia exitosa. Resumiría ese aprendizaje en lo siguiente: lograr consensos mínimos internos para desarrollar una visión de largo plazo; superar las falsas premisas sobre el papel del mercado y el Estado y, más bien, conciliar el papel de ambos en una nueva perspectiva, integradora e inteligente; invertir más en innovación, ciencia y tecnología; acometer las inversiones necesarias en infraestructura; asegurar una educación de clase mundial y, sobre todo, promover la calidad de vida y el bienestar social de la población.
Tras la visita, queda la impresión de que Costa Rica se está quedando muy atrás en el camino del desarrollo. Nos desgastamos en discusiones simplistas y omitimos afrontar los grandes problemas. ¿Tiene usted esa misma percepción o difiere de ella?
Hay que centrar las discusiones nacionales en los temas verdaderamente importantes: cómo nos queremos proyectar como sociedad en veinte o treinta años, en un mundo cada vez más complejo e interdependiente. Hay que generar las condiciones internas para que el país supere el miedo a sí mismo y dé los pasos cualitativos necesarios para brincar a un desarrollo sostenible con equidad. Hemos alcanzado grandes cosas, pero nos faltan muchas otras que demandan una visión de conjunto y de largo alcance.