
El teletrabajo transformó la rutina diaria de miles de personas. Si bien quedarse en casa puede parecer más cómodo, la combinación de estrés, sedentarismo y fácil acceso a la comida está alterando los hábitos alimenticios de formas que muchas veces pasan desapercibidas.
¿Por qué comemos más cuando estamos estresados? ¿Cómo evitar que el azúcar y los snacks se conviertan en compañeros permanentes de la jornada laboral? Una nutricionista lo aclara y explica cómo estos ajustes pueden ayudar no solo a reducir la ansiedad por comer, sino también a mejorar la energía durante el día.
Lo que debe saber:
- El estrés aumenta el cortisol y provoca que el cerebro busque azúcar y grasa para obtener “placer” inmediato.
- El teletrabajo facilita el “picoteo” constante debido a la cercanía con la cocina y a la falta de horarios fijos.
- Hábitos sencillos —como separar líquidos y comidas, hidratarse mejor y planificar tiempos de comida— ayudan a romper ese ciclo.
Planificar y establecer horarios fijos
Rebeca Coto, nutricionista del Centro Médico Cristal, parte de la red médica Medismart, menciona que el estrés se volvió “el amigo número uno del azúcar y la grasa”.
Esto se debe a que el cuerpo libera cortisol cuando está bajo tensión, lo que afecta los neurotransmisores relacionados con el bienestar —como la serotonina y la dopamina— y provoca que el cerebro pida estímulos rápidos, usualmente en forma de alimentos ricos en azúcar y carbohidratos simples.
La falta de límites entre el trabajo y la vida personal provoca que muchos salten tiempos de comida sin darse cuenta. Reuniones consecutivas hacen que el desayuno se retrase o se omita; en ese lapso, se recurre a chocolates, confites o bebidas estimulantes.
Y aunque el teletrabajo permite cocinar más, la falta de tiempo puede llevar a tomar lo primero disponible. Por eso, una estrategia recomendada por la nutricionista es:
- Planificar menús sencillos para la semana.
- Preparar ciertas bases durante el fin de semana.
- Establecer horarios fijos para cada comida.
Esto ayuda a reducir los picos impulsivos de hambre provocados por el estrés.
“Es algo muy común; entre más fácil sea el alimento, vamos a ir por él, pero más estímulo negativo nos va a dar, porque es pura azúcar y pura grasa. El tema de los ultraprocesados y mandar a comprar afuera también influye, ya que no es tan común pedir algo balanceado. Por eso, mi recomendación es trabajar un poco los horarios de comida”, explicó Coto.
Priorizar la hidratación y disminuir el café
El café se convirtió en la bebida principal de muchas personas durante el teletrabajo. El problema es que no hidrata; al contrario, aumenta las ganas de orinar y puede llegar a desplazar el consumo de agua.
La especialista recomienda:
- Mantener siempre una botella de agua visible para incentivar el consumo.
- Disminuir poco a poco el café con azúcar o leche.
- Pasar a versiones con menos estímulo (como café negro o con edulcorante).
Por otro lado, el café muy cargado activa más neurotransmisores y aumenta la necesidad de seguir tomando. Ajustar la intensidad ayuda a reducir esa dependencia y a equilibrar mejor la hidratación.

Separar consumo de líquidos y sólidos
Aunque el consumo frecuente de agua debería ser un hábito, algunas personas cuentan que “les cae mal”. Coto explica que esto puede deberse a dos situaciones:
- Comer muy poco: el agua cae pesada porque no hay un proceso digestivo activo.
- Comer mucho: el estómago está distendido y rechaza más volumen.
Una solución para mejorar la digestión y reducir la sensación de pesadez es separar la comida del consumo de líquidos. Es decir, tomar un vaso de agua antes de la comida para balancear la digestión, y el resto del líquido después de haber comido.
Recurrir a alternativas que sustituyan el azúcar
Además de los horarios, combatir los antojos requiere sustituir los snacks y las comidas ricas en carbohidratos simples —que dan una sensación de bienestar inmediato pero se agotan rápido— por opciones nutritivas.
Para quienes no disfrutan del sabor del agua, la nutricionista sugiere alternativas que ayuden a la hidratación sin recurrir a bebidas azucaradas:
- Rodajas de limón, pepino o piña en el agua.
- Infusiones frías o té.
- Hierbabuena.
- Gotas saborizantes sin azúcar.
- Caldos suaves o bebidas de fruta natural.
El agua también puede ser más atractiva si tiene estímulos visuales. Una botella transparente con frutas o hierbas hace que la persona tenga más ganas de acercarse a ella.
Combatir el sedentarismo y el impacto del cortisol
El estrés y el aumento del cortisol provocan que el cerebro pida esa recompensa rápida. Además, el teletrabajo elevó el sedentarismo. Pasar largas horas frente a la computadora limita el gasto energético y favorece la acumulación de grasa cuando se ingieren alimentos muy calóricos.
La implementación de las claves anteriores ayuda a reconfigurar los mecanismos de recompensa del cerebro, que están alterados por el estrés. Esto, sumado a pausas activas o pequeños momentos de movimiento durante la jornada, ayuda a limitar el gasto calórico bajo control y reduce la necesidad impulsiva de “picar algo” que está asociada al aburrimiento y la falta de movimiento.
