
El 2025 fue un año de contrastes para el comercio exterior del país. Por un lado, cosechamos los frutos de una política comercial y de atracción de inversión extranjera directa sostenida en el tiempo por múltiples gobiernos, incluido el actual: las exportaciones continuaron creciendo y los flujos de inversión siguieron llegando.
Según los datos más recientes de Procomer, las exportaciones de bienes alcanzaron casi los $21.000 millones a noviembre de este año, lo que representa un incremento del 15% en comparación con el mismo periodo del año anterior, lideradas por las exportaciones de dispositivos médicos, que representan un 48% del total y suman $10.156 millones. Asimismo, las proyecciones oficiales prevén que el año cerrará con un total cercano a los $34.000 millones en exportaciones de bienes y servicios.
En cuanto a la inversión extranjera directa, de acuerdo con los últimos datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR), el país habría recibido en el primer semestre del año un poco más de $2.000 millones, una cifra relevante, aunque un 7% menor a la reportada para el mismo periodo del año anterior. La inversión en el régimen de zonas francas y en el sector turismo constituye la mayor parte de ese monto, con $1.314 millones, mientras que la reinversión de empresas ya instaladas en el país desempeña un papel primordial.
Al mismo tiempo, sin embargo, enfrentamos desafíos significativos que pueden poner en riesgo el buen desempeño del país en el futuro cercano. La obtusa política arancelaria de la administración Trump y los inciertos resultados de la investigación iniciada por el gobierno estadounidense para determinar si las importaciones de dispositivos médicos —incluidos los producidos por empresas de ese país en Costa Rica— constituyen una amenaza para la seguridad nacional, pueden provocar una disrupción en las cadenas de suministro globales, con repercusiones impredecibles en el clúster más importante de nuestra base exportadora.
Además del inesperado pago de aranceles al ingresar al mercado estadounidense y la incertidumbre derivada de posibles restricciones adicionales, los exportadores nacionales han debido afrontar un fuerte encarecimiento de sus productos como consecuencia de la inusitada apreciación del colón y de las cuestionadas políticas cambiaria y monetaria aplicadas por el BCCR durante este año. La combinación de estos factores ha restado competitividad a nuestros productos frente a sus rivales, lo que podría impactar negativamente los montos de exportación el próximo año, como ya parece reflejarse en los flujos de inversión extranjera directa.
Ante las vicisitudes en nuestro principal mercado de exportación, el país —con buen tino— ha mantenido su estrategia de diversificar destinos e impulsar la seguridad jurídica mediante la suscripción de acuerdos comerciales con nuevos socios.
Tras la entrada en vigor, el pasado mes de abril, del Acuerdo Integral de Asociación Económica y de Inversión (CEPA) con los Emiratos Árabes Unidos —el primer acuerdo con un país de Oriente Medio—, el Ministerio de Comercio Exterior anunció, a inicios de diciembre, la firma del Tratado de Libre Comercio con Israel, lo que, más allá de las fundadas críticas por el momento en que ocurre —tensa tregua entre Israel y Hamás, tras el genocidio contra el pueblo palestino— abre oportunidades para nuestro sector agrícola exportador y para la atracción de inversión en los sectores tecnológico y de manufactura.
Adicionalmente, se ha avanzado en la negociación para adherirse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), de crucial importancia en las circunstancias actuales.
El próximo año, el gobierno deberá concluir esta compleja negociación, así como las hasta ahora infructuosas tratativas con su contraparte estadounidense, con el propósito de establecer las bases de una alianza duradera y de mutua conveniencia entre ambas naciones.
Si el resultado de estas dos negociaciones es satisfactorio, se corrigen las distorsiones en el tipo de cambio y se inicia un proceso serio para atender el rezago en la formación de una fuerza laboral capacitada que tanto demandan las empresas de los sectores de más crecimiento, así como en la ejecución de proyectos de infraestructura clave, las perspectivas para el sector exportador, sus decenas de miles de trabajadores y, en general, para el país, seguirán siendo positivas. Esperamos que así sea.
