
La Inteligencia Artificial (IA) dejó de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta que los médicos ya utilizan en su día a día.
Desde detectar riesgos de caídas en adultos mayores hasta identificar interacciones peligrosas entre medicamentos o encontrar tumores en etapas más tempranas, la IA se ha vuelto un “copiloto” clínico capaz de potenciar diagnósticos y decisiones, sin sustituir al profesional de salud.
Lo que debe saber:
- Los médicos ya usan la IA para analizar datos provenientes de teléfonos, pruebas cardíacas, imágenes médicas y aplicaciones de medicación.
- Esta tecnología ayuda a personalizar tratamientos, reducir errores y anticipar riesgos, pero siempre requiere supervisión médica.
- Aunque es útil, también tiene límites: puede “alucinar” (inventar datos) y no posee secreto profesional, por lo que exige un manejo seguro de la información.
La IA, un asistente que potencia al médico (pero no lo reemplaza)
Adrián Castillo, médico general y especialista en Inteligencia Artificial aplicada en la medicina de Mediglobal (parte de la red médica Medismart), aclara que la IA no sustituye la consulta médica. Funciona como un asistente que analiza grandes volúmenes de información y alerta sobre riesgos que, por cansancio o saturación de datos, podrían pasar desapercibidos.
El ejemplo más cotidiano está en los celulares que casi todos cargan en el bolsillo: datos como la longitud del paso, disponibles en modelos recientes de iPhone, permiten detectar disminuciones en la forma de caminar que podrían anticipar caídas en adultos mayores o cambios asociados a obesidad y enfermedades crónicas.
Esta información, compartida con el médico, abre oportunidades para actuar antes de que ocurra una emergencia.
“En su momento un viejo amigo me dijo, ‘Adrián, nosotros solo vimos la laparoscopia, pero ustedes ahora tienen realidad virtual, tienen este IA, tienen la parte de impresión 3D’, o sea, nosotros somos una generación que podemos impactar para bien en nuestros en nuestros pacientes”, comentó el especialista.
Cómo la IA previene errores y personaliza tratamientos
- Uno de los usos más directos está en la gestión de medicamentos. Aplicaciones como MediSafe permiten al paciente —o a un familiar cuidador— confirmar dosis tomadas, evitar duplicaciones y recibir alertas si un medicamento interactúa con otro. Esto resulta clave cuando muchos pacientes no recuerdan exactamente qué pastilla toman cada día o dependen de terceros para administrar su tratamiento.
- La IA también está mejorando la precisión del diagnóstico. En radiología, por ejemplo, los sistemas basados en visión computacional leen píxeles y detectan alteraciones mínimas que un ojo humano podría pasar por alto. Algunos cánceres de mama se han identificado en etapas más tempranas gracias a estas tecnologías.
- En cardiología, herramientas como el tamizaje Riley analizan señales cardíacas para detectar signos tempranos de isquemia o riesgo de infarto sin necesidad de una prueba de esfuerzo tradicional. Esto permite evaluar a más personas, en menos tiempo y con menos costo.

Ultrasonidos portátiles, sonido cardíaco digital y detección desde el embarazo
- La IA también se integró al estetoscopio moderno. Equipos como el Eko 500 permiten grabar sonidos cardíacos, analizarlos y convertirlos en gráficos similares a un electrocardiograma. Con esta tecnología se han identificado malformaciones cardíacas desde las 28 semanas de gestación.
- Incluso existen ultrasonidos portátiles conectados al celular —como Butterfly— que permiten al médico realizar estudios rápidos en consultorios, domicilios o zonas donde no hay equipos especializados.
IA en salud mental: detectar ansiedad, estrés y señales de alarma para acudir con un especialista
- Los teléfonos también incorporan herramientas clínicas. El cuestionario de salud mental del iPhone evalúa ansiedad y estrés mediante preguntas validadas internacionalmente. Para el médico, estos puntajes permiten estratificar riesgos y decidir si un paciente debe ser atendido de inmediato o si puede esperar una cita posterior.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ofrece herramientas en internet como SARAH, una plataforma digital para promover hábitos de vida saludable y salud mental.
Lo que no se debe hacer: riesgos, alucinaciones y privacidad
A diferencia de un médico, los chatbots no tienen secreto profesional, por lo que introducir datos clínicos personales sin anonimizar puede terminar en manos de terceros.
“Estos chatbots pueden compartir información con terceros y a diferencia de cualquier otro médico, nosotros tenemos una cosa que se llama secreto profesional. El secreto profesional no lo guarda la IA”, explica Castillo.
Además, la IA puede “alucinar”: inventar datos o generar respuestas incorrectas si se le pide información sin contexto. Por eso, en salud, el especialista aclara que el nivel aceptable de alucinaciones debe ser menor al 5%, y siempre debe haber supervisión profesional.
“Creo que ahora podemos ser un líder tecnológico, que podamos ver pacientes, que podamos tener hospitalización domiciliar, que la cama del paciente sea la cama hospitalaria, abaratar costos y tener mayor precisión”, mencionó Castillo.
Eso sí, el especialista aclara que si bien la IA permitirá diagnósticos más rápidos, medicina preventiva en tiempo real —como monitoreo remoto que alerta antes de que el paciente se sienta mal— y una mayor personalización basada en datos reales, nada de esto reemplaza la empatía o el acompañamiento humano.
“Claramente siempre tiene que haber un profesional”, enfatizó.
