
A pesar de que han pasado más de 40 años desde que se detectaron los primeros casos de SIDA en el mundo, este sigue siendo un tema rodeado de dudas, estigmas y desinformación. Esto alimenta miedos innecesarios y afecta la calidad de vida de quienes viven con la enfermedad.
El especialista en infectología del Hospital Metropolitano, Saúl Quirós, aclara siete creencias o mitos frecuentes y la verdad detrás de ellas.
1. “VIH y SIDA son lo mismo”
No: el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) es el virus que causa la infección, mientras que el Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es una etapa más grave y avanzada de la infección por VIH, que ocurre cuando el sistema inmunológico ya está muy debilitado.
“Para que una persona tenga SIDA, inevitablemente tiene que tener infección por el virus del VIH, pero no todos los pacientes que tengan la infección por el virus del VIH van a llegar a tener SIDA”, explicó el infectólogo.
En Costa Rica, gracias al control médico y los tratamientos existentes, cada vez menos pacientes con VIH desarrollan SIDA.
En pocas palabras:
- Una persona puede tener VIH sin tener SIDA.
- Para tener SIDA, primero debe haberse adquirido el VIH.
- Con tratamiento, es posible vivir una vida normal sin progresar a etapas avanzadas.
2. “Se puede transmitir por sudor, saliva o compartir cubiertos”
Lo que sí transmite
- Relaciones sexuales sin protección (contacto con semen o secreciones vaginales).
- Transmisión de madre a bebé durante embarazo, parto o lactancia, sin control médico.
- Contacto directo con sangre infectada (por ejemplo, accidentes con agujas contaminadas).
- Compartir jeringas entre personas usuarias de drogas inyectables.
Lo que no transmite
- Besos, abrazos o saludos.
- Saliva, sudor, lágrimas.
- Compartir cubiertos, botellas, baños o asientos.
- Estar cerca de alguien que vive con VIH.
3. “El VIH solo afecta a ciertos grupos”
No. Existen poblaciones con mayor vulnerabilidad por factores sociales o por menor acceso a servicios de salud, pero cualquier persona con prácticas sexuales sin protección o contacto con sangre infectada puede adquirirlo.
Además, alguien que ya vive con VIH puede reinfectarse si tiene relaciones sin protección con otra persona infectada.
4. “El virus puede sobrevivir horas o días en el aire o en superficies”
No. Según estudios y la experiencia clínica, el virus pierde su capacidad de infectar en menos de 10 segundos al entrar en contacto con el aire.
Es decir, si hay sangre o algún líquido biológico con VIH en una superficie, en segundos el virus se inactiva y pierde la capacidad de producir la infección.
Eso sí, cuando la sangre permanece dentro de una jeringa, la humedad y el ambiente cerrado permiten que el virus siga activo y represente riesgo.
5. “Se puede detectar en un examen de sangre normal”
No. Un hemograma o un examen general no detectan VIH. El diagnóstico requiere pruebas específicas, que son hoy más rápidas y precisas:
- Carga viral: Detecta el virus a partir de 7 a 10 días después del contacto. No es la primera opción diagnóstica, pero sí es la prueba más temprana. Identifica material genético del virus.
- ELISA por VIH de quinta generación: Es el método más usado. Puede detectar el virus desde los 10 a 14 días. Detecta ciertas proteínas del virus o los anticuerpos que la persona produce.
- Pruebas rápidas: Se positivizan en 3 a 4 semanas.
El protocolo de diagnóstico actual combina la prueba ELISA + prueba rápida. Si ambas son positivas, se confirma la infección.

6. “La prueba se hace solo si tengo síntomas”
No. El VIH puede no causar síntomas durante años.
“La mayor parte de los pacientes que se diagnostican no han consultado ni siquiera por un síntoma en particular, sino que son personas que saben que tienen múltiples parejas sexuales que no utilizan un método de protección. Se hacen pruebas rutinariamente, una vez al año o cada seis meses, y muchas veces ahí identifican que tienen el diagnóstico”, especificó Quirós.
Al inicio, los síntomas pueden confundirse con un resfrío: fiebre, dolor de garganta y ganglios inflamados. Luego desaparecen y pueden pasar años sin señales claras. Con el tiempo, puede presentarse cansancio persistente, menos energía y pérdida de peso.
Por eso, esperar a “sentirse mal” no es una estrategia segura. Lo recomendable es:
- Hacerse una prueba si ha habido prácticas sexuales sin protección.
- Hacer chequeos periódicos si se tiene una vida sexual activa.
- Acudir inmediatamente si se sospecha exposición reciente.
7. “Las ITS como herpes o sífilis se vuelven VIH o SIDA si no se tratan”
No. Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) no se convierten en VIH.
Lo que sí ocurre es que las lesiones o úlceras causadas por herpes o sífilis aumentan el riesgo de adquirir VIH si la persona se expone al virus.
Además, cuando alguien con VIH adquiere otra ITS —como herpes, sífilis, clamidia o gonorrea—, esta puede interferir con el control del virus, incluso con tratamiento adecuado.
Cómo reducir riesgos y protegerse
Aunque no existe una cura definitiva para el VIH o el SIDA, los tratamientos actuales permiten llevar una vida completamente normal con el virus controlado.
El especialista insiste en medidas esenciales de prevención:
- Uso del preservativo: Uno de los métodos más efectivos para reducir el riesgo de transmisión del VIH y otras ITS.
- Pruebas periódicas: Especialmente en personas con prácticas sexuales de riesgo. Un diagnóstico temprano permite iniciar tratamiento a tiempo.
- PrEP (profilaxis preexposición): Medicamento preventivo para personas con exposición frecuente a relaciones sexuales sin protección.
- Control prenatal: Las pruebas rutinarias permiten detectar el virus a tiempo y evitar la transmisión al bebé.
La recomendación final es clara: informarse, protegerse y acudir a los servicios de salud para elegir las estrategias de prevención más adecuadas para cada persona.
