
Cuando una pérdida ocurre de forma inesperada, como en un accidente de tránsito, el duelo suele ser más intenso, confuso y difícil de procesar. La falta de despedida y el shock inicial hacen que este tipo de duelo avance distinto al que ocurre tras una enfermedad prolongada. ¿Cómo se vive este proceso? ¿Qué ofrece la terapia y cuándo el dolor podría volverse patológico? Una psicóloga lo explica.
Lo que debe saber:
- El duelo por accidentes suele iniciar con un shock profundo y un bloqueo emocional necesario para que el cerebro procese la noticia.
- La ausencia de despedida aumenta la culpa, la frustración y la intensidad de etapas como la negación o la ira.
- La terapia busca superar el dolor, no olvidar al ser querido; técnicas como arteterapia, escritura y cognitivo-conductual ayudan a externalizar emociones.
En Costa Rica, en lo que va del 2025, se registran 465 fallecimientos tras accidentes de tránsito, según datos de la Cruz Roja Costarricense. Es decir, 465 familias que deben procesar el dolor de una pérdida abrupta e inesperada.
En el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tránsito, recordamos cómo la terapia de duelo puede brindar herramientas que ayuden en el camino de superar la pérdida de un ser querido.
Un duelo que empieza con dolor y trauma
Adelais Fallas, psicóloga del Centro Integral de Psicología Cree-Siendo, explica que el duelo proviene del concepto de dolor.
“Igual que una quemadura: al inicio arde, después cicatriza, y finalmente queda una marca que ya no duele igual”, detalló la especialista, parte de la red médica Medismart.
Pero cuando la muerte es abrupta, como ocurre en accidentes de tránsito, el impacto no es solo doloroso: también es traumático.
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La psicóloga lo explica así: la noticia llega sin advertencia y la mente entra en un mecanismo de protección. La primera reacción suele ser un estado de shock, un bloqueo que hace que la persona repita frases como “esto no es real”, “siento que estoy en un sueño” o “no puede estar pasando”.
Este estado es normal y no debe apresurarse ni invalidarse.
“Conforme pasen los días, la persona va a ir cayendo en la realidad”, agregó Fallas.
La diferencia que marca poder despedirse
- En psicología y cuidados paliativos, Fallas menciona que existe un principio clave: poder despedirse representa hasta un 50% del duelo que la persona atravesará después. Por eso, las muertes repentinas suelen generar más culpa y frustración.
- Aparecen pensamientos como: “No pude decirle cuánto lo quería”, “no estuve ese día” o “ni siquiera pude despedirme”.
- Esta ausencia de cierre emocional es una de las mayores diferencias entre un duelo por enfermedad y uno por accidente.
Etapas del duelo: del shock a la aceptación
Aunque cada persona transita el duelo a su propio ritmo, las etapas más comunes son:
- Shock: Bloqueo emocional y sensación de irrealidad.
- Negación: La persona reconoce la pérdida, pero la rechaza internamente: “No puede ser cierto”. La psicóloga detalla que incluso hay personas que oyen llegar a su familiar fallecido a la casa.
- Ira: Puede dirigirse hacia uno mismo (por lo que no se hizo) o incluso hacia la persona fallecida, especialmente si hubo imprudencia involucrada.
- Negociación: Intentos de pensar “positivo” o retomar la rutina, aunque no siempre se logra.
- Depresión: Aparecen tristeza profunda, llanto frecuente y vacío emocional.
- Aceptación: No significa ausencia de dolor, sino la capacidad de vivir con la realidad sin que duela de la misma forma como al inicio.

¿Qué pasa si el duelo no se procesa correctamente?
- Sin acompañamiento y sin las herramientas adecuadas, la consecuencia es un duelo patológico: años transcurriendo sin que la persona pueda superar el dolor ni reconstruir su vida.
- Revictimización, culpa constante, aislamiento, recuerdos intrusivos o incapacidad de hablar del tema son señales de alerta.
Terapia de duelo: técnicas que ayudan a sanar
La especialista explica que el abordaje terapéutico más usado se centra en externalizar lo que la persona siente. Algunos recursos que ayudan en el proceso son:
- Arteterapia: dibujo, música o escultura para expresar emociones que no logran verbalizarse.
- Escritura terapéutica: cartas al ser querido, diarios de emociones.
- Terapia cognitivo-conductual: trabaja pensamientos negativos, culpa y distorsiones que alimentan el dolor.
- Técnica de la silla vacía: una silla al frente del paciente, ya sea vacía o con el especialista tomando el lugar del ser querido que murió. Esto permite simbolizar la despedida y decir aquello que quedó pendiente.
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La duración del proceso de terapia varía. Personas resilientes pueden avanzar en unos seis meses; otras, especialmente las más dependientes o vulnerables emocionalmente, requieren más tiempo (un año o más) y acompañamiento para resignificar la pérdida.
¿Cómo ayudar a un ser querido que atraviesa una pérdida?
Si usted tiene a alguien cercano que está pasando por este proceso, tome en cuenta lo siguiente:
- Lo más importante es acompañar a la persona, sin presionarla a dejar de llorar (o hablar) ni invalidar lo que siente.
- Vele por el estado físico: la alimentación, si debe tomar algún medicamento, entre otros aspectos.
- Ayudarle a buscar ayuda psicológica, y si no es posible por recursos económicos, no lo deje solo(a), ya que tener una red de apoyo es esencial.
