El estrés no solo lleva a las personas a la consulta médica, también las incapacita. Cada año, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) gira un promedio de 3.000 órdenes de incapacidad.
Datos suministrados por la institución a solicitud de La Nación indicaron que, entre 2019 y el 2 de octubre de 2024 se habían girado 17.261 órdenes de incapacidad por esta situación. Este año, los números ya llegan a 2.964, por lo que podría cerrar similar a 2023, que acumuló 3.344 órdenes y se convirtió en el año con más incapacidades en ese periodo.
Estas cifras no representan personas, dado que un solo asegurado puede incapacitarse más de una vez al año.
Para la psicóloga clínica Marcela León Madrigal, quien también ha investigado temas laborales, el hecho de que estas cifras se mantengan similares revela un problema que se va cronificando.
“Habría que ver cuántas de esas personas tienen incapacidades múltiples, o cuantas prefieren no incapacitarse y aguantarse”, afirmó la especialista.
Se debe considerar además que no todas las personas que requieren una incapacidad la buscan. Algunas personas no se percatan de cómo las afecta el estrés, otras no buscan ayuda, otras prefieren no incapacitarse para no ver comprometidos sus ingresos.
Otro factor a tomar en cuenta es que el estrés también se manifiesta en síntomas físicos. Por ello, algunas incapacidades por otras dolencias podrían ser resultado del estrés, como podría ser dolor de cabeza, de estómago o baja de defensas.
En muchos casos, dijo la especialista, el estrés puede responder a una cuestión momentánea, como un problema que surgió de imprevisto y debe atenderse, conflictos con los compañeros o alguna jefatura. Nuestro cerebro y cuerpo están capacitados para atenderlo. El problema comienza cuando se acumula conforme pasa el tiempo.
“Cuando nos damos cuenta, vamos escalando y escalando. Y este escalar nos lleva a un problema muy importante: el estrés puede volverse crónico”, advirtió.
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Cuando el estrés se cronifica... y da paso al burnout
Si el estrés que se vive por cuestiones laborales o de la vida en el hogar no se atiende, este comenzará a cronificarse. De hecho, de las incapacidades extendidas por la CCSS 474 (un 2,75%) no responde a estrés agudo, sino al estrés grave o crónico.
Esta tendencia cada vez es mayor. Mientras que en 2019 y 2020 hubo 46 incapacidades por esta causa, esta comenzó a subir. Ya para 2021 eran 58; en 2022, 65. En 2023 sobrepasó la centena y llegó a 118.
En 2024, con el año sin terminar ya suman 141 y representan el 4,76%, cerca del doble del promedio del periodo estudiado.
De acuerdo con una investigación publicada en el 2016 en el American Journal of Physiology, cuando la tensión es mucha, el cuerpo comienza a producir una hormona llamada cortisol, llamada popularmente “hormona del estrés“.
Si esta sustancia se mantiene en exceso por mucho tiempo puede causar más hambre y esto aumente la ingesta de comidas, especialmente dulces que el cuerpo no requiere para su funcionamiento básico. También desencadena en agotamiento, dolor de cabeza y apatía.
Esto se va traduciendo poco a poco en el síndrome del burnout o del quemado. El burnout, explicó León, es la expresión máxima del estrés crónico. En él, se experimenta fatiga física, cognitiva e interpersonal.
“Se da cuando llegamos a deteriorar tanto nuestra percepción del trabajo que tenemos y el nivel de satisfacción. En ese momento ya hay secuelas físicas y emocionales. La persona tiene un trabajo que no le es agradable, que no le satisface, que no la llena. Entonces comienza a desvincularse emocional y afectivamente de su trabajo", manifestó la especialista.
Las consecuencias son palpables también para los compañeros de trabajo o las otras personas que deben interactuar con quien sufre este síndrome, como clientes, pacientes o proveedores.
“Rechazamos lo que está a nuestro alrededor, sarcásticos, cambiamos nuestra forma de relacionarnos con las personas a formas más agresivas y pasivo-agresivas”, puntualizó León.
A esto se le añade que todas las personas también tienen responsabilidades fuera del trabajo. Algunas estudian, otras tienen niños pequeños o adultos mayores que atender, las tareas domésticas tampoco pueden esperar.
Si no se tienen las suficientes herramientas para afrontarlo, la salud mental puede complicarse.
“A mayor permanencia del burnout en las personas mayores problemas de salud a largo plazo”, advirtió León.
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¿Hay gente con mayor propensión a mal manejo del estrés y burnout?

Aunque nadie está exento de sufrir estos padecimientos, León indicó que sí hay algunos grupos que son más susceptibles a vivirlos.
Por un lado, están quienes tienen pocas habilidades para enfrentar los problemas. Ella los describe como personas con un carácter más vulnerable y que se estresan con mayor facilidad.
También los individuos que normalmente han enfrentado crisis de ansiedad, a no ser que ya tengan identificadas las herramientas para afrontar el estrés.
“Quienes tienden a ‘tragarse’ las cosas y no comunicar lo que les sucede también pueden vivir esto, porque si se guardan todo pueden estallar", señaló.
No obstante, la psicóloga recalcó que muchos ambientes y condiciones laborales también aumentan el riesgo de un mayor estrés y que se desencadene el síndrome del quemado. Dentro de estas están largas jornadas laborales, cargas mayores de trabajo a las que se podrían soportar, exigencias constantes, acoso laboral, el miedo a perder el puesto o que ni siquiera se respeten tiempos de comida o para ir al baño, son factores que pueden ir arrinconando a cualquier tipo de persona.
“Existe un contexto social que nos está matando", resumió.
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¿Cómo combatir el estrés y el burnout?
Hay diferentes estrategias para combatir estas situaciones, y pueden variar de persona a persona.
Sin embargo, hay recomendaciones generales, tanto para quienes tienen personal a cargo como para los trabajadores individuales.
Para el trabajador
Defienda su tiempo libre. No trabaje más allá de lo justo. Busque actividades para disfrutar con familia, amigos o con usted mismo.
Plan de acción. Busque los factores que más desencadenan el estrés en su lugar de trabajo. Intente, en la medida de lo posible, trabajar de otra forma. Hable con su jefe y comente su situación.
Haga ejercicio. Lo aconsejable son 240 minutos (cuatro horas) a la semana para minimizar el riesgo de burnout o de depresión. Sin embargo, hacer 150 minutos (2,5 horas) a la semana ya genera grandes beneficios.
León indicó que cuando ya hay niveles de burnout, la ayuda profesional en psicología sí es necesaria.
“El burnout no se quita con el tiempo así no más. Es un trastorno que requiere de acompañamiento profesional. No hay una receta de cocina, no a todas las personas se les manifiesta igual, por eso se trabaja en específico con cada persona y con las herramientas que tiene”, subrayó.
Para quienes tienen personal a cargo
Planifique el trabajo de la semana.
Asegúrese de que cada trabajador tenga las herramientas y equipos necesarios para hacer su trabajo.
No asigne más trabajo del que pueda realizar una persona en determinado tiempo. Sea comprensivo con la curva de aprendizaje de los trabajadores nuevos.
Respete los tiempos y espacios de sus trabajadores.
Otorgue los permisos necesarios para consultas psicológicas o de salud mental.
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