
La comunidad herediana de San Joaquín de Flores extraña el insistente sonido de tambores, las voces con discursos de burla de improvisados soldados romanos, las piadosas plegarias de un hombre que actúa como Jesús y los clamores desesperados de varias integrantes de la comunidad que actúan como si fuesen las mujeres bíblicas que, durante los primeros meses del año, acostumbran agitar las calmas noches del barrio.
Generalmente, durante parte de febrero y los meses de marzo y abril, la comunidad florense entra en los preparativos para la celebración de una Semana Santa que tiene fama a nivel nacional por sus imponentes procesiones en vivo, en las que personas de la comunidad representan las escenas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Al no ser nada modesta, la obra teatral al aire libre requiere de ensayos previos para poner en sintonía a la veintena de personas que participarán. Una parte de esas prácticas se desarrolla dentro de un gimnasio de la localidad, pero la otra toma algunas calles del pueblo durante las noches, esto para llevar al escenario real la presentación que harán el Viernes Santo por la mañana.
Este año, ese proceso se interrumpió inesperadamente. Los ensayos bajo techo comenzaron a mediados de febrero, al poquito tiempo los participantes tomaron las calles para las primeras pruebas en exteriores, pero casi de seguido, el nuevo coronavirus covid-19 registró su primer caso en el país.
A esa altura, la enfermedad ya había sido declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud y tenía al mundo sumido en una emergencia que se acentuó con los días. Todo sucedió paralelo a los preparativos que hacía la Iglesia católica para la Semana Santa, que por calendario litúrgico corresponde de este domingo 5 de abril al domingo 12.
El embate del nuevo virus en territorio nacional comenzó a tirar al suelo los planes de todos los sectores de Costa Rica, y la Iglesia no salió ilesa de ello: el 16 de marzo, los jerarcas de esa institución informaron la cancelación de la Semana Santa tal y como se acostumbraba celebrarla.
La decisión, además de histórica, frenó los planes de San Joaquín de Flores y de todas las comunidades del país que se alistaban para una de las celebraciones más importantes de los creyentes católicos.
Con ello, también se vinieron para el suelo los planes de personas que se preparaban para participar dentro de algunas actividades de la cita religiosa. Diego Rojas es uno de ellos.
En las sandalias de Jesús
Si el covid-19 no hubiese cambiado su destino, Rojas habría colaborado por cuarta vez en algunas de las actividades propias de la fecha.
Su debut fue en el 2011 cuando interpretó a uno de los ladrones que fueron crucificados a cada lado de Jesús pero, en aquella ocasión, fue en Mercedes Norte de Heredia. Un año después, ahí mismo, integró el grupo de soldados romanos. Retomó sus participaciones en el 2019 en San Joaquín de Flores −donde reside ahora con su familia−, personificando al apóstol Mateo, este año había sido seleccionado para interpretar a Jesús en el mismo distrito.
Precisamente fue Rojas quien resumió la preparación que tuvieron él y los demás vecinos que colaborarían en los diferentes actos religiosos, antes de la cancelación de las procesiones que en la comunidad, según dice, toman como una “pausa”.
“Teníamos todas las escenas marcadas, las caídas de Jesús… Prácticamente todo estaba listo porque comenzamos a ensayar como a mediados de febrero en un gimnasio y luego salimos a la calle, pero ahí solo logramos hacer un ensayo. Cuando el padre nos indica que todo se tiene que poner en pausa, para mí fue algo muy confuso. Pensé que era una decisión extremista de la Iglesia pero ya después la situación en el país y el mundo (por el covid-19) se complicó y uno entiende que fue la mejor decisión. La Semana Santa no se suspende, se suspenden las procesiones y actividades, pero debemos permanecer en reflexión y cuaresma”, dijo Rojas a Revista Dominical.

Para su actuación, el electricista de 38 años de edad tenía dominados los relatos que exclamaría en las procesiones de Miércoles y Viernes Santo, venía entrenando en busca de mejor condición física e incluso había ensayado con túnica, sandalias y corona, y practicado escenas de latigazos con soldados romanos. La barba ya era parte de él de hace mucho tiempo.
“Personas que anteriormente desempeñaron el papel de Jesús hablaron conmigo y me aconsejaron fortalecer el abdomen y los brazos porque el recorrido de esa procesión (la del Encuentro, del Viernes Santo por la mañana) es de unos tres kilómetros y medio y en mucho de ese trayecto hay que cargar la cruz, y también porque algunas escenas tienen mucho desgaste”, destacó Rojas al hablar del trabajo físico que representaba tal rol.
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El maquillador de Jesús
Diego Rojas no es el único feligrés de esa parroquia con la ilusión de una Semana Santa más. Pablo Herrera es un colaborador de años de esa iglesia que cada año se suma a algunos grupos que preparan la celebración.
Herrera tiene 20 años de participar en la creación del Santo Monumento (altar especial que realizan las iglesias para los Jueves Santos), y los últimos seis años se ha encargado de maquillar a las personas que desempeñan los papeles de Jesús y los dos malhechores."

Si se ponen en perspectiva los preparativos del año anterior, hace una semana él habría estado frecuentando los ensayos de los actores para realizar algunas pruebas de maquillaje y, en este momento, estaría con la construcción del Santo Monumento.
“En San Joaquín los ensayos para la Semana Santa se comienzan en febrero y a los poquitos días de eso me empiezo a involucrar para conocer a las personas que van a salir de Jesús y de ladrones. Ahí aprovecho y tomo las medidas de la corona, pues yo la hago y en ocasiones realizo pruebas de maquillaje. Este año a lo único que alcancé fue a tomar la medida de la corona porque se vino encima lo del coronavirus”, resumió Herrera.
El funcionario del Ministerio de Educación Pública dijo que nunca pensó en alguna posibilidad que pusiera en jaque la principal celebración de los católicos.
“En mis 44 años de vida nunca había visto una cancelación de Semana Santa. Esta es una época del año que yo siempre esperaba con mucha ilusión, no solo por lo que representa para nosotros los creyentes católicos, sino porque disfruto mucho colaborar en la Iglesia para ese tiempo. Por mi trabajo, tengo toda la Semana Santa libre y siempre ha sido para servir a la comunidad y a Dios”, afirmó Herrera, quien asegura que sus ánimos por colaborar se recargan para las celebraciones del 2021.
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En San José ni se empezó
El trago amargo de una Semana Santa truncada igualmente lo tuvieron que asimilar colaboradores de otras parroquias. En la capital, por ejemplo, esas celebraciones las lidera la Catedral Metropolitana con el apoyo de la Municipalidad de San José. El ayuntamiento comanda lo más estético de la cita de la mano del director Luis Carlos Vásquez.
Desde hace cuatro años Karina Bejarano es la productora artística de la celebración capitalina, pero este año, contó, el covid-19 no les permitió avanzar ni en la primera fase de preparación.
“Nosotros casi ni terminamos de empezar porque la Municipalidad (de San José) lleva primero su coordinación con la Iglesia. Ya cuando íbamos a realizar las convocatorias artísticas para ver la disponibilidad de los actores que interpretarían a los personajes con escenas en las procesiones, empezó todo esto (lo del coronavirus). Igual, de manera personal, hice algunos sondeos, pero todo muy informal porque no sabíamos lo que iba a pasar”, indicó Bejarano.
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La productora comentó que la poca rotación de actores entre un año y otro agiliza cada edición los preparativos para la fecha; sin embargo, los abordajes artísticos de las representaciones podrían variar según las solicitudes del director Vásquez. A esa instancia tampoco se llegó en esta oportunidad.
“Es muy triste (que no haya procesiones) porque todos los años hay muchas personas que esperan las escenas y representaciones, y las disfrutan en vivo o por el televisor. También es una celebración que una gran parte de Costa Rica espera porque da mucha esperanza, pero hay que entender las circunstancias. Yo insto a la gente a que viva su fe en sus casas y que ojalá sirva el contexto para una mayor reflexión”, consideró Bejarano.
De no haberse visto afectada la celebración, por estos días los actores habrían estado en ensayos finales y en detallar los personajes que interpretarían a partir de las indicaciones de la dirección artística, como el de la Verónica o el Ángel de la confortación que personifican Rebeca Alemán y Daniel Rivera, respectivamente, desde hace varios calendarios.
Ambos actores profesionales tenían considerado en sus agendas participar en la celebración del 2020 y estaban en los planes de los productores para esta edición.
Alemán interpretó a la Verónica durante los últimos dos años y el 2020 sería su tercera oportunidad para llevar a escena al personaje que, desde la tradición cristiana, llevó un lienzo al sudoroso y ensangrentado rostro de Jesús y su cara de quedó impregnado en la tela.
“La primera vez que hice el personaje fue todo un reto. Era presentarme en un espacio que no necesariamente estaba controlado, como sí se está en una sala de teatro. El segundo año que lo hice ya lo conocía más y tenía más herramientas que me permitieron hacer contacto visual con la gente porque no me sentía tan abrumada. Este año me había dicho que iba a ‘meter el gol’ con esa interpretación, pero no se llegó a la oportunidad”, refirió Alemán.

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El papel de la Verónica, dice ella, desde el punto de vista religioso le ha ‘materializado’ la fe, y desde la perspectiva profesional, ha logrado conectar con el teatro a su familia y a un público más masivo.
“Las medidas que están tomando nuestras autoridades y la decisión de la Iglesia católica de no celebrar Semana Santa en las calles son atinadas y sensatas.Yo me imaginé que esto iba a pasar (el freno a las celebraciones de la Semana Santa). Todos los personajes duelen cuando se pierden o se pierde una audición, pero este proyecto específico me duele porque era una forma de acercar a la gente al teatro. Lo que nosotros hacemos en Semana Santa es teatro sacro, entonces era poner a la gente en contacto con el arte escénico, el performance y el teatro”, lamentó Alemán.
Por estos tiempos, ella se estaría ocupando de pulir su texto y de potenciar todavía más su actuación tanto en los ensayos grupales como en las prácticas en casa que solía realizar en años pasados.
Por una ruta similar estaría transitando Daniel Rivera. Él participaría por cuarta vez en las procesiones capitalinas con su rol de siempre: el Ángel de la confortación, que acompañó a Jesús en su oración en el huerto, antes de ser entregado por Judas Iscariote.
“Es una lástima (no interpretar al personaje), más allá del punto de vista profesional, porque había muchas personas que sentían ilusión y que creen fervientemente en este tipo de celebraciones”, manifestó Rivera, de 26 años.
El artista dijo que desde la primera vez que realizó el personaje (en el 2015) le encantó por lo que representaba: un ser mágico y sublime, pero además porque le dio oportunidad de trabajar con Luis Carlos Vásquez, un director que, en criterio suyo, tiene un conocimiento impecable de la estética histórica y es fiel a la historia del arte.
“Para este año, coronavirus (covid-19) nos hizo cambiar los planes en todos los ámbitos y ahora hay que ver qué va a pasar para próximos años porque un ángel, físicamente, tiene que ser una persona con una apariencia bastante joven y sé que habrá un momento en que ya no aplicaré para el casting”, manifestó Rivera, quien no pierde la esperanza de tener una oportunidad más para representar a ese personaje de la Biblia.
El vecino de Heredia aseguró que el principal reto actoral de la interpretación siempre fue mantener la postura cargando en la espalda unas alas con peso importante y tener firmeza en sus manos, en las que llevaba una copa.
Además, la actuación le implicaba trabajo físico de calentamientos y estiramientos, así como la articulación y desarticulación de la voz. Nada de eso inició en este 2020.
“Acontece que cuando empecé a ver lo del coronavirus y los efectos que estaba teniendo en el mundo, asumí que la Semana Santa se iba a cancelar, jamás dudando de la capacidad de Centroamérica ni mucho menos de Costa Rica para enfrentar la enfermedad, pero sí dije que iba para largo y que sería serio”, sentenció.

Un cuarto de siglo muy santo
Siempre en la Catedral Metropolitana pero fuera del ámbito artístico, Mario Artavia quedó con sus trajes enteros listos para vestirlos durante los próximos días. Él cumplía este 2020, 25 años de participar en esas celebraciones capitalinas como integrante de la Hermandad del Santo Sepulcro, grupo que coordina desde los últimos tres años.
Conocida hace muchos años como los Caballeros Marianos del Santo Sepulcro, la Hermandad se encarga de cargar las imágenes de Jesús en las diferentes procesiones de los días santos.
“Hay sentimientos encontrados. Si bien es cierto me hará falta la participación activa en Semana Santa, a la luz de la fe lo veo como un mensaje muy grande que Dios nos está dando. Siento que todo esto (la pandemia) sucede a modo de alto para que el ser humano reflexione y retome lo que realmente ha sido la creación, el sentido de lo que es la Iglesia y lo que quizá estábamos perdiendo: la fe”, consideró Artavia, quien explicó que el grupo tendría su primera reunión de coordinación el pasado 19 de marzo, lo que no sucedió.
“Desde la coordinación de la Hermandad ya estábamos en revisión de qué nos hacía falta para este año como las bandas o las corbatas que tienen colores particulares para cada participación. Eso ya lo veníamos haciendo”, enfatizó Artavia, de 65 años y vecino de San Pedro de Montes de Oca.
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Para este chef no hay duda que le resultará ajeno pasar una Semana Santa en casa, por la tradición que gestó para la época. “Semana Santa es un tiempo en el que mentalmente me preparo para esta participación activa. En medio de ese trajín siento plenitud y cada vez que se acaba una celebración me siento satisfecho de ver que los objetivos se cumplieron. Este año yo y muchas otras personas extrañaremos eso. Pero bueno, esta situación también puede fortalecer el sentimiento de esperanza de que las cosas pasarán y de que es un llamado para fortalecerse entre nosotros”, terminó Artavia.

El debut deberá esperar
Mario Artavia habla desde la experiencia, esa que comenzaría a construir Kenneth Montoya este 2020, cuando había decidido colaborar como soldado romano en la iglesia de San Diego de La Unión, en Cartago.
Montoya, de 34 años, participaba con frecuencia en las actividades de Semana Santa, pero como fiel; este 2020 había decidido incorporarse como colaborador en las procesiones por agradecimiento a Dios.
“Mi participación se debía a una promesa. Mi mamá estaba enferma y le pedí mucho a Dios que me la sanara y que saliera bien en los exámenes, porque ella, mi hija y mi hermano son lo único que tengo en la vida. En una oración le pedí a Dios que me ayudara a que todo le saliera bien a mi mamá y que yo le iba a servir a Él en lo que fuera, como agradecimiento”, contó Montoya.
Los exámenes médicos de doña Rosa arrojaron resultados favorables y, a los pocos días, un conocido le ofreció a Kenneth participar en la Semana Santa de San Diego. Él asumió el ofrecimiento como un llamado divino más que como coincidencia.
“Quiero seguir sirviendo a Dios para que Él nos ayude”, señaló Montoya. Él sería parte del grupo de verdugos que llevarían a Jesús a la crucifixión.
La invitación a integrar el grupo romano la recibió a finales de enero, el sí fue inmediato, asistió a varias reuniones e incluso tuvo varios ensayos. Cuando la Iglesia canceló las procesiones, Montoya y sus compañeros llevaban un mes de práctica.
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“La verdad me sentí triste (con la cancelación de las actividades). Hablé con Dios y le dije que Él sabía por qué pasaban las cosas. Puse todo en las manos de Él y mantengo mi promesa firme y si el Señor me manda algo para servirle en otra cosa, aquí estaré para servirle a Él. Mi promesa es seguir participando todos los años en Semana Santa”, destacó.
Ahora los planes son otros: quedarse en casa reflexionando y comiendo del arroz con leche y miel de chiverre que suelen cocinar en la familia por la época.

Con la carga de leña lista
A Jorge Ramírez también le frenaron la intención de ser Simón de Cirene o El Cirineo, personaje que ayuda a Jesús a cargar la cruz. Sus planes ahora son interpretar el personaje en el 2020. Si bien este vecino de San Diego de La Unión ya había participado en varias ocasiones en actividades de la Semana Mayor, nunca antes con ese personaje bíblico.
“Siempre había querido sentir la experiencia de qué es ayudar al Señor. Creo que más que ayudarlo a Él es ayudarse a uno mismo, por eso la Biblia dice de que el acto del Cirineo llevó la salvación a su casa”, resumió Ramírez, de 40 años.
El brumoso ya tenía lista la carga de leña (según la tradición Simón de Cirene venía del monte cuando fue abordado por los soldados) y el vestuario. También tenía memorizado el texto que debía recitar el Viernes Santo.
Jorge reconoce que cuando se enteró de que no habría procesiones de Semana Santa, hasta lloró. “Fue de mucha tristeza y se me vinieron las lágrimas. Lo primero que hice fue poner todo en manos de Dios y llamar a mi esposa a darle la noticia de que habían suspendido las procesiones. Me afectó mucho porque, en mi caso, la Navidad la disfruto por mis hijas, pero el tiempo que más disfruto personalmente es el de Semana Santa”, comentó.
Este católico contó que la rutina personal y familiar por la época cambiará este año. “Ahora nos toca vivir todo completamente en cuarentena y no podremos participar de celebraciones como la Vigilia Pascual, que es la más importante de nosotros los católicos. Este año será diferente”, dijo. “Queda reflexionar y esperar a la próxima Semana Santa que no dudo que se vivirá con una pasión diferente”, remató.
Jorge Ramírez y Kenneth Montoya pertenecían a la Hermandad de Jesús Nazareno de San Diego de La Unión, grupo coordinado por Sergio Calderón.
Este otro vecino de San Diego contó que la preparación para la Semana Santa 2020 en su comunidad se inició la segunda semana de enero con ensayos en la iglesia todos los sábados.
La anticipada preparación respondía a que el fin de semana anterior serían parte de la celebración del Día del Soldado Romano, junto a diferentes grupos de soldados de diversas comunidades.
“Personalmente no sentí mucha tristeza por respeto y porque, como verdadero cristiano, hay que obedecer. Esto nos importa a todos: a los que creemos y a los que no creemos. Tenemos que obedecer para que no haya contaminación de gente y sabía que una procesión reúne a muchas personas que llegan a ver y seguir las tradiciones”, dijo.

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Sergio aseguró que, a pesar de lo acontecido, trata de tener comunicación con los vecinos a través de la tecnología e incluso los católicos de San Diego se preparan para un vía crucis virtual. “Esto nos permitirá convivir con gente que no conocemos”, consideró respecto a la actividad, prevista para este viernes 3 de abril.
Calderón es electromecánico y su colaboración con la iglesia le implicaba frenar toda actividad laboral para la época desde día antes a la Semana Mayor, cosa que en este 2020 no se dio.
Aún con las circunstancias, él y los demás colaboradores de la Iglesia católica se alimentan de la esperanza de que la emergencia por el coronavirus pasará y de que el fervor religioso de la Semana Santa tomará las calles de San Diego, San José y San Joaquín de Flores el próximo año, para una celebración que, no les cabe duda, tendrá un sabor muy distinto.
