
El bajo respaldo a los candidatos y partidos, junto con un amplio grupo de indecisos y votantes que postergan su decisión, anticipa unas elecciones del 2026 marcadas por la incertidumbre y con altas probabilidades de resolverse en una segunda ronda. Esta es la fotografía que refleja la encuesta más reciente del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Laura Fernández, candidata del partido chavista Pueblo Soberano (PPSO), concentra el mayor apoyo entre quienes ya decidieron su voto, con un 25% de respaldo entre los 20 aspirantes a la presidencia. Sin embargo, los indecisos siguen siendo el grupo más numeroso del electorado, con un 55%, lo que les da el poder suficiente para inclinar la balanza. Este es el porcentaje más alto que el CIEP ha registrado en el inicio de una campaña, pues en el 2017 el grupo indeciso representaba un 40,3% y, en el 2021, un 48%.
“A estas alturas de la competición, alcanzar el 40% de los votos en febrero del 2026, y con ello evitar una segunda ronda, es poco probable”, concluyó el Centro de Investigación. De cumplirse estas proyecciones, las elecciones seguirían el mismo patrón de 2014, 2018 y 2022, todas resueltas finalmente en balotaje.

En las dos últimas elecciones presidenciales, quien terminó segundo en la primera vuelta se impuso finalmente en el balotaje. En el 2018, Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana (PAC), superó a Fabricio Alvarado, del Partido Restauración Nacional (PRN), y en el 2022, Rodrigo Chaves, del Partido Progreso Social Democrático (PPSD), derrotó a José María Figueres, del PLN.
Si bien Luis Guillermo Solís, del PAC, también debió enfrentar una segunda vuelta tras quedar de primero en la elección de febrero del 2014, su contrincante verdiblanco, Johnny Araya, se retiró de la contienda el 5 de marzo. Aun así, el balotaje se celebró el 6 de abril, confirmando la victoria del candidato de Acción Ciudadana.
Ni Solís ni Alvarado ni Chaves empezaron la campaña en los primeros lugares de la intención de voto.
Luis Guillermo Solís captaba apenas un 5% en noviembre del 2013; Carlos Alvarado, un 6% en octubre del 2017; y Rodrigo Chaves, un 3% en octubre del 2021.
La improbabilidad de los 40 diputados
Sobre la probabilidad de que Laura Fernández consiga los votos que aún le faltan entre los indecisos, el coordinador de la encuesta, Rónald Alfaro, señaló que, aunque no es imposible, existe una circunstancia: ese grupo tiene un perfil más parecido al de quienes no respaldan al presidente Chaves.
“Puede tal vez arañar un poco de ahí, pero no a todos ellos o a un grupo tan numeroso de ellos. Hay que ver, eso es lo que la campaña nos va a ir diciendo”, agregó el investigador del CIEP.
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La situación es todavía menos clara en la elección de diputados, lo que dificulta prever cuál composición tendrá el Congreso durante el periodo 2026-2030.
Los indecisos representan el 60% de quienes afirman que asistirán a votar para diputados, cinco puntos porcentuales más que el grupo que aún no sabe por quién votar en las presidenciales.
A esto se suma que los partidos políticos registran una muy baja intención de voto, sin mucha diferencia entre unos y otros.
Si bien Pueblo Soberano encabeza las preferencias de voto, el respaldo es del 14%. Le siguen Liberación Nacional con el 8% y Frente Amplio con un 6%. Las demás agrupaciones registran porcentajes por debajo del margen de error.
Sin embargo, los diputados se eligen por provincia y los datos de San José, la que más curules reparte, muestran que allí, por ejemplo, el Frente Amplio está codo a codo con Pueblo Soberano (13% frente a 15%).
Los números distan significativamente de los necesarios para que el chavismo alcance 40 de las 57 curules en juego, una aspiración que ha reiterado el PPSO en distintas ocasiones.
En los últimos 75 años, ningún partido político ha logrado conquistar esa cantidad de curules; el récord lo mantiene el PLN, que en 1982 logró elegir a 33 de sus candidatos al Congreso.
El CIEP realizó el estudio de opinión entre el 6 y 15 de octubre, por teléfono celular, a 1.333 personas mayores de edad, y cuenta con un margen de error de 2,7 puntos porcentuales.
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La politóloga Carolina Ovares explicó que la diferencia entre el apoyo a las candidaturas presidenciales y las papeletas de diputados responde a la forma como el electorado procesa de manera distinta ambos votos.
“En la presidencial, la gente vota por una figura, mientras que en las diputaciones vota por una bandera, una lista cerrada”, explicó. Lo anterior provoca que algunos partidos tengan más respaldo para su figura presidencial —como el oficialismo— y otros, como el Frente Amplio, muestren mayor apoyo para sus listas legislativas.
“Laura Fernández es relativamente conocida, pero su partido, Pueblo Soberano, todavía no lo es tanto. En cambio, Liberación Nacional o el Frente Amplio son etiquetas muy reconocibles, incluso si sus candidatos presidenciales no figuran entre los primeros lugares”, apuntó.
Voto al límite
Además de los indecisos, hay otra característica significativa del electorado costarricense que influye en la gran incertidumbre que rodea el proceso actual. Un 44% de quienes recuerdan haber votado en el 2022 mencionaron haber tomado su decisión semanas antes de los comicios o hasta el mismo día de la votación.
“En ese límite hay muchas cosas que pueden estar ocurriendo o pueden haber ocurrido, que influyen en esa decisión”, señaló Alfaro.
Esto también puede explicar el frío ambiente de la campaña en la actualidad, a pesar de que el 16 de diciembre empieza a regir la veda a la propaganda política que se mantendrá hasta el 1.° de enero, inclusive. Durante este periodo, los candidatos presidenciales solo podrán divulgar tres mensajes navideños.
Alfaro prevé que los partidos comiencen a calentar motores a partir de la segunda quincena de enero del 2026.
Señaló que hacer campaña muy temprano, e incluso en este momento, no tendría mucho sentido, “porque la gente está mirando para otro lado. No le van a poner mucha atención”, señaló.
Siete de cada 10 sin partido
Las agrupaciones en competición enfrentan el gran reto de atraer a un electorado divorciado de los partidos políticos. El 75% de las personas consultadas declaró no simpatizar con ninguna agrupación.
Solo el 25% expresó afinidad con alguna agrupación. Según el CIEP, este resultado demuestra “la persistencia de un bajo nivel de identificación partidaria en la ciudadanía costarricense”.
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Entre quienes sí se identifican con algún partido, el 8% manifestó afinidad con Pueblo Soberano, mientras que un 5% se inclinó por Liberación Nacional. En un segundo plano, por debajo del margen de error, se sitúan el gobernante Progreso Social Democrático y Frente Amplio con 1,5% cada uno, seguidos por el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), con 1%.
Rónald Alfaro considera que los datos corresponden a grupos “muy pequeñitos”, por lo que no resultan significativos para mover la aguja, aun en el caso del oficialismo.
Recordó que en otras épocas, estos apoyos podían “llenar todo el paseo Colón”, pero que ahora “usted puede llenar un bus con ese grupo”.
Añadió que el peso de la contienda está en las figuras y no en las banderas partidarias, como lo hizo ver la encuesta del CIEP del pasado mes de setiembre.
También está muy lejos aquella Costa Rica en la que un solo partido político podía amasar un amplio respaldo del electorado alrededor de todo el país. “Son partidos muy territoriales”, señaló el investigador.
La encuesta refleja que los partidos tienen bastiones muy bien definidos, y que algunas agrupaciones, como Acción Ciudadana y Frente Amplio, a pesar llevar muchos años en la arena política, no han sido capaces de crecer más allá de los nichos que les han llevado a puestos de elección popular, principalmente ubicados en el Valle Central.
Para la politóloga Carolina Ovares, los resultados del CIEP reflejan una reconfiguración del sistema de partidos, marcada por una ciudadanía cada vez más volátil y desconectada de las estructuras tradicionales. “Estamos en un contexto de fluidez de las preferencias, con apoyos electorales débiles y una mayoría que no se identifica con ningún partido político”, explicó.
“En el 2022, a nadie le importaba el partido del presidente; importaba su figura, y esa tendencia se mantiene”, aseveró.
Sobre el oficialismo, Ovares señala que el alto apoyo al presidente Rodrigo Chaves no se traduce automáticamente en intención de voto hacia la candidata Laura Fernández, precisamente por la naturaleza personalista de ese respaldo.
Además, la politóloga destacó que la encuesta del CIEP “nos ofrece una radiografía del momento”, pero no un pronóstico electoral. A su juicio, los datos apuntan a un electorado indeciso y escéptico, en el que pesan más las emociones y la desconfianza hacia la clase política.
“Desde 2014 hemos visto campañas que se decantan por opciones ‘anti’, por el rechazo a los políticos de siempre. Ese descontento se ha mantenido y sigue marcando la dinámica electoral actual”, dijo.
*Colaboraron los periodistas Cristian Mora y Sebastián Sánchez
