Editorial

Editorial: La turbia ruta de las emergencias

Los hechos del Caso Pista Oscura se inscriben en lo que ha sido un uso excesivo de los decretos de emergencia por parte de este gobierno. En el mejor de los casos, estamos ante un empleo indebido de una figura excepcional como tales declaratorias; en el peor, ante su deliberada manipulación para saltar sobre las mejores prácticas de contratación

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Todo comenzó con dos decretos de emergencia. El primero fue justificado, y se ajustó a las causales establecidas por la Ley Nacional de Emergencia y Prevención de Riesgos de 2005: según su artículo 1, estas se justifican para “reducir las causas de las pérdidas de vidas y las consecuencias sociales, económicas y ambientales, inducidas por los factores de riesgo de origen natural y antrópico” y “atender impactos negativos de sucesos que sean consecuencia directa de fuerza mayor o caso fortuito”. Esa declaratoria, sin embargo, abrió las puertas para la segunda, que se burló de los requisitos legales y generó condiciones para las irregularidades y eventuales delitos que indaga la Fiscalía en el caso denominado Pista Oscura.








La Nación

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