El “yo no fui” es un pretexto de uso común para diluir responsabilidades en el gobierno. Quienes ostentan el poder siempre tendrán a quien culpar por una pifia con tal de salvaguardar la imagen, especialmente si las encuestas de popularidad los tienen encumbrados.
Esta práctica debería ser cortada de raíz, máxime si un partido político y su candidato ofrecieron en campaña barrer el modus operandi de los antecesores.
El “yo no fui” lo inauguró en esta administración la que fue ministra de Comunicación, Patricia Navarro, cuando la de Presidencia, Natalia Díaz, le endosó la inclusión de una partida de ¢60 millones en el presupuesto nacional 2023 para comprar un auto de lujo para la Casa Presidencial. Nunca se supo de quién fue la ocurrencia y sucedió lo imaginable: se esfumó la responsabilidad entre dimes y diretes.
En el accidente donde nueve personas murieron en Cambronero, arrastradas al abismo por un deslizamiento, se repitió el patrón. Y en los fiascos del contrato con la alemana Dekra, también. El ministro de Obras Públicas y Transportes, Luis Amador Jiménez, aparece en el ojo del huracán, pero el ventolero no es con él.
De la tragedia, culpó a la Policía de Tránsito de mantener abierto Cambronero, y su conclusión fue: “No sé por qué no hicieron ese cierre”. Se vino la respuesta lógica de los tráficos: somos policías, no ingenieros ni geógrafos. Y, entre contradicciones de ida y de vuelta, nadie fue; fue Teté.
Con Dekra se repite la intriga. Aunque el ministro metió pies y cabeza para elegir esta empresa, pese a que los técnicos recomendaron a la sueca Opus Group, ahora la gran culpable de que no exista la prometida reinspección gratis es la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep). Y, para agregar más misterio, el decreto de última hora que varió reglas a la revisión técnica salió con grave error no por culpa de sus autores, sino por “sabotaje” de un desconocido.
Mucho pretexto. Ministro y gobierno deben asumir responsabilidades. Con seis meses en el poder, es lo mínimo que pueden hacer para demostrar compromiso, seriedad y, sobre todo, infundir confianza. Falta mucho camino por recorrer y resulta intolerable que nunca nadie dé la cara por las pifias.
amayorga@nacion.com
El autor es jefe de Redacción de La Nación.