Siete de cada diez cuidadores en Costa Rica son mujeres, y muchas dejan de lado su desarrollo personal y profesional por dedicarse a cuidar a seres queridos con algún grado de dependencia para realizar sus actividades cotidianas.
Noé Ramírez Elizondo es el director de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Costa Rica (UCR). Tiene un doctorado en humanización de los cuidados. Con él hablamos en este capítulo de “Estar Bien”, dedicado a prevenir el llamado síndrome del cuidador quemado.
La experiencia de Ramírez en este tema le da autoridad para afirmar que los cuidadores son conscientes de lo que viven, pero la herencia social de una supuesta obligatoriedad para el cuido los lleva a generar un acto de sacrificio, algo que para Ramírez no es correcto.
“No está bien abandonarme para dedicarme a otro. Debe existir un equilibrio porque no podemos dar cuidados si no nos cuidamos”, dijo el especialista quien aclaró que cuidadores no solo son quienes destinan su tiempo a atender personas adultas mayores.
También asumen ese rol quienes ven por niños, niñas y adolescentes o adultos que requieren cuidados especializados por alguna enfermedad o condición especial.
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El cuido, reiteró, representa un gran esfuerzo para quienes atienden a personas con distintos niveles de dependencia.
Algunas de las principales recomendaciones que da Ramírez para prevenir el síndrome del cuidador quemado son:
- Que exista una organización en el núcleo familiar sobre la distribución de los cuidados y los responsables. Si esta negociación no se hace siempre habrá una o dos personas con recargo que terminarán desgastados física y emocionalmente.
- Que haya una organización de los recursos financieros para evitar que las personas cuidadoras dediquen sus recursos personales para estos cuidos.
- Los cuidadores también deben organizar su desarrollo personal y profesional, su alimentación, el ocio y su dinámica dentro del núcleo familiar. Esto debe ser prioritario.
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“Son pocas las familias que se organizan. La mayoría de personas que cuidan a un familiar es por una asignación, en su mayoría, por cuestión de género. Podemos tener una familia con diez miembros, dos de ellos mujeres, que el cuido recae en las mujeres”, señaló Ramírez, quien ve esto casi como una imposición social que debería cambiar.
Hay múltiples manifestaciones del síndrome del cuidador quemado, explicó. Están las manifestaciones físicas, como el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles: hipertensión, obesidad o diabetes. Aquí el componente nutricional tiende a tener un impacto importante porque, por cuidar a otro, el cuidador se abandona.
También hay un impacto psicológico con niveles de estrés muy elevados y sentimientos de tristeza, abandono y soledad, porque en el fondo quienes cuidan consideran que su vida social acabó cuando iniciaron esta tarea.
“Tienden a perder el vínculo social, es casi que un autoabandono: abandono mi vida por sacrificarla por otro”, resumió Ramírez.
Para conocer más sobre el síndrome del cuidador quemado escuche la entrevista completa con Noé Ramírez en el video y podcast de “Estar Bien”.
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