
Maikel Olivera, un venezolano de 37 años, volvió a su hogar tras estar durante cuatro meses en la megacárcel de El Salvador.
Lo arrestaron poco después de emigrar a Estados Unidos, acusado sin pruebas de pertenecer al grupo criminal Tren de Aragua.
Cinco meses después fue enviado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una prisión de máxima seguridad en El Salvador.
Allí, según relató, vivió en condiciones extremas. Aseguró que lo golpeaban constantemente, que no recibía visitas ni asesoría legal y que perdió la esperanza de regresar a Venezuela.
“Viví el verdadero infierno, eran golpes las 24 horas. Nos golpeaban por solo bañarnos. No nos visitaban, ni (ofrecían) asesoría legal. Nada de eso”, mencionó Olivera.
El reencuentro con su madre, Olivia Rojas, tardó cuatro días debido a chequeos médicos y trámites legales. La fiscalía venezolana abrió una investigación por crímenes de lesa humanidad contra el presidente salvadoreño Nayib Bukele, a raíz de los testimonios de Olivera y otros liberados.
Cuando Olivera llegó finalmente a su barrio, sus vecinos lo recibieron con bocinas y aplausos. Se bajó de un automóvil de la Guardia Nacional y su madre lo abrazó mientras le sostenía el rostro.
Olivera formó parte de un grupo de venezolanos excarcelados y deportados desde Estados Unidos a El Salvador. Posteriormente, fueron repatriados a Venezuela en un intercambio por 10 ciudadanos estadounidenses.
En Maracaibo, Mervin Yamarte también vivió un emotivo regreso. Al llegar a su hogar fue recibido por unas 300 personas.
Su madre, su esposa y su hija lo esperaban con los brazos abiertos. Al abrazarlas rompió en llanto. Contó que en la prisión hubo torturas, que tiene marcas físicas en el cuerpo y que incluso enfrentaron un motín durante los primeros días para evitar abusos.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de una agencia de noticias y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
