Salud

Soledad podría matar tanto como el tabaco

Organización Mundial de la Salud define a la soledad como una ‘amenaza apremiante a la salud’; Reino Unido y Japón tienen ministerios de Soledad

Cuando se enumeran los factores de riesgo para morir, normalmente se mencionan el fumado, la obesidad, el sedentarismo y el abuso de licor. No obstante, uno de igual peso se ha obviado durante años: la soledad.

Un análisis de 148 estudios con 308.849 personas concluyó que quienes tenían relaciones sociales fuertes tuvieron un 50% más de probabilidades de sobrevivir durante el periodo examinado que quienes no las tenían. Se concluyó que la letalidad de la soledad es comparable con la del fumado y el alcoholismo, y excede a la obesidad y la inactividad física.

La alerta no ha caído en oídos sordos. En los últimos años, diferentes organizaciones han dado un paso al frente y se han referido a las consecuencias de la soledad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la definió “como una amenaza apremiante para la salud” y formó la Comisión para la Conexión Social.

Uno de los aspectos que genera mayor inquietud respecto a esta condición es que se presenta en individuos de todas las edades, género, país y nivel socioeconómico.

“Contrario a la creencia de que el aislamiento y la soledad afectan a las personas mayores en países de ingreso alto, están presentes en personas de todo el mundo, independientemente de su edad, y afectan la salud y el bienestar. Una de cada cuatro personas mayores sufre aislamiento social. Entre un 5% y un 15% de los adolescentes padecen soledad, pero es probable que estas cifras representen una subestimación”, advierte la OMS.

Frente a esta situación, ya hay países como Reino Unido y Japón que han creado ministerios de la Soledad. El primero abrió las puertas en el 2018 para atender un problema que afecta al 13% de la población, unos 9 millones de personas, según publicaciones de prensa del país europeo. En Japón, el ministerio se instaló en el 2021 para combatir el aumento de los suicidios luego de la pandemia de covid-19.

En Costa Rica el tema no se ha estudiado, pero los investigadores Luis Bermúdez Guzmán y Esteban Mora Cordero se dieron a la tarea de analizar estudios internacionales y de revisar las estadísticas de depresión en los costarricenses, los índices de satisfacción y los informes de felicidad que ponen al país como uno de los más felices del mundo.

“Costa Rica está cambiando. Una verdad de la que no se habla es que la primera causa de incapacidad es la depresión. Hay un tema de sexismo, no se habla de cómo los hombres sufren”, expresó Bermúdez, biólogo quien cursa un doctorado en cáncer.

Soleldad, una enfermedad del siglo XXI
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Soledad, una enfermedad del siglo XXI

Uno de los mayores desafíos para atacar la soledad y el aislamiento como problemas de salud pública es que no hay definiciones claras.

Es normal tener conceptos diferentes, afirmó Mora. Además, no hay manifestaciones físicas específicas. “Usted no va al Ebáis y dice ‘tengo soledad’. Ni el doctor le va a diagnosticar soledad. Ninguna autopsia va a decir ‘soledad’ como causa de muerte”, destacó este máster en Educación Emocional y Neurociencia.

Además, el concepto es muy subjetivo. “Algunos autores diferencian soledad y aislamiento social. Soledad es una discrepancia entre las relaciones sociales reales y las deseadas. No siempre es la falta de tener a alguien, es la falta de conexión profunda. El aislamiento es esa persona que rehúye a los demás y no participa de actividades sociales”, indicó Bermúdez.

Otras investigaciones distinguen entre soledad estructural y soledad funcional. La estructural está relacionada con el contacto: con quienes viven, cada cuánto reciben visitas y las actividades que realizan. La funcional tiene que ver con la cercanía emocional, cuánto se confía en esas relaciones y en su profundidad.

Bermúdez citó un estudio internacional en el cual se preguntó a los participantes si tenían a quién llamar a deshoras en caso de emergencia o algo sumamente importante. Algunos ni siquiera lo harían con su pareja.

Los científicos nacionales agruparon la soledad en tres dimensiones: íntima, relacional y colectiva.

La primera se refiere a una conexión con personas significativas. La relacional tiene que ver con vínculos con familia y amigos, con cosas en común. Hay diferentes niveles de profundidad, pero a Bermúdez y Mora les preocupa la influencia de Internet.

“Las redes sociales afectan muchísimo. Hacen creer que estamos hiperconectados, pero nos hace sentir muy aislados. Mucho de lo visto en las redes puede hacer sentir a la persona insatisfecha”, expresó Bermúdez.

Por su parte, Mora agregó que Internet hizo menos profundas las relaciones cara a cara. En sus alumnos puede ver que, aunque se digan los mejores amigos, no se conocen.

Finalmente, la soledad colectiva tiende a referirse más a esa identidad de grupo, sentirse identificado y perteneciente.

La soledad es un factor de riesgo que no solo lleva a la depresión, incrementa las probabilidades de muerte.

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La soledad es un factor de riesgo que no solo lleva a la depresión, sino que también incrementa las probabilidades de muerte. Imagen: Shutterstock

En los últimos años han aumentado los estudios científicos sobre la soledad, motivados por cambios en las dinámicas sociales y porque más población vive en soledad.

“El estilo de vida en países industrializados reduce la cantidad y calidad de relaciones sociales. Muchas personas ya no viven en familias extendidas. Muchos viven lejos de sus familiares. Otros retrasan casarse o tener hijos. Más personas viven solas”, indica el análisis de 148 estudios en la revista Plos Medicine.

Los mecanismos biológicos sobre los cuales afecta la soledad no están bien definidos, pero sí hay algunas pistas.

Los estudios analizados en Plos Medicine abarcaron América, Europa, Asia y Oceanía, y dieron seguimiento promedio durante 7,5 años a los participantes. En ese plazo, falleció el 29% de los participantes. Quienes estaban en soledad tenían un 50% más de probabilidades de morir. Este efecto se mantuvo independientemente de la edad, género, país y estado general de salud.

Se concluyó que en los humanos, las relaciones sociales fuertes pueden reducir el riesgo de desregulaciones fisiológicas. Los lazos sólidos y el soporte social pueden reducir estímulos adversos del ambiente, el estrés, y fortalecer la salud y la longevidad. Además, tener seres cercanos motivará mejores prácticas de salud y alentará a buscar ayuda cuando no se sientan bien.

Empero, se requiere más investigación para determinar cómo las relaciones sociales pueden reducir el riesgo de mortalidad.

Otro estudio, en Perspectives on Pshycological Science, encontró que el aislamiento aumenta el riesgo de morir en 26% y la soledad en 29%. Quienes viven solos tenían un riesgo 32% mayor.

En Reino Unido, un análisis con 458.146 participantes publicado en la revista BMC Medicine exploró el impacto de vivir solo y de sentirse solo.

Nunca tener visitas de familiares o de amigos arrojó un riesgo 40% mayor de muerte. Cuando se exploraron las causas, los decesos por males cardiovasculares se duplicaban en quienes nunca recibían visitas.

“Tiene que ir por ese lado, por un debilitamiento de la capacidad mental cognitiva que al final se traduce en una serie de comorbilidades: ya no se ejercita, ya no sale, ya no se alimenta bien. Esto sube el riesgo de diabetes y cierto tipo de tumores”, explicó Bermúdez.

¿Cómo afecta la salud la soledad?
El científico Luis Bermúdez explica cómo puede verse afectada la salud de las personas que sienten soledad.
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¿Cómo afecta la salud la soledad?

Para los científicos, no podemos perder de vista que somos animales. Una de las investigaciones analizó a los humanos en su condición de mamíferos. Dicho estudio, publicado en la revista Nature Communications, analizó adultos de 94 especies y los dividió entre los solitarios (497); los que viven en parejas (115), y los que viven en grupo (412).

La investigación encontró que los que vivían en grupo eran más longevos. Una hipótesis es que la vida en grupo permite una organización que reduce el riesgo de muerte por depredadores y facilita conseguir alimentos.

Además, aseguró Bermudez, los humanos tienen algo en común con las ballenas y los elefantes: el cuido de varias generaciones. El poder de los abuelos en el cuido de un recién nacido es más característico en estas especies y aumenta la longevidad.

Como se apuntó anteriormente, en Costa Rica no existen estudios, pero se han hecho análisis en poblaciones específicas, como en los adultos mayores.

El Observatorio del Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Costa Rica (UCR) detalló en el 2022 que 109.884 adultos mayores vivían solos.

La gerontóloga Isela Corrales Mejías afirmó que en esta población lo malo no es vivir solo, sino cuando no tienen compañía.

“La soledad afecta más a esa edad. Como parte del proceso de envejecimiento se ve jubilación, los hijos dejan el hogar, hay viudez. Disminuyen la interacción social y las interacciones familiares“, manifestó.

Corrales afirmó que esa reducción de los contactos familiares y sociales puede tener efectos sobre la cognición, depresión, menor alimentación, deterioro físico y menor autocuidado. En las otras edades esto no se ha explorado.

Aunque Mora y Bermúdez reconocen que la depresión puede deberse a varios factores y no solo a la soledad, consideran que se le debe prestar atención.

Este año, en Costa Rica se habían notificado 6.009 casos de depresión al 16 de agosto. Dicha cifra representa un subregistro, dado que no todas las personas con un episodio depresivo buscan ayuda, ni todas las que lo hacen son diagnosticadas. Según estos datos, las mujeres entre 45 y 59 años son la población más afectada.

Tanto los estudios como los entrevistados coinciden en que deben tomarse medidas para evitar la soledad, en medio de una sociedad que impulsa cada vez más al aislamiento.

Irene Rodríguez

Irene Rodríguez

Periodista de Ciencia y Salud. Trabaja en La Nación desde 2009 y en periodismo desde 2004. Graduada de Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica, donde egresó de la maestría en Salud Pública. Premio Nacional de Periodismo Científico 2013-2014. Premio Health Systems Global 2018. Becada del Fondo Global de Periodismo en Salud 2021.

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