Stefanía Coto creció en una casa llena de amor y con cinco hermanos en Pérez Zeledón y hoy, a los 26 años, compite por la corona de Miss Universe Costa Rica 2025, motivada por una historia personal marcada por la maternidad, la pérdida y la resiliencia.
Desde pequeña, desarrolló un instinto maternal. Su mayor referente ha sido su madre, quien cuidó por igual a todos sus hijos. “Desde niña sentí esa vocación de cuidado. Mi mamá nos enseñó a amar de forma equitativa, sin distinción”, recordó.
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A los 15 años conoció al hombre que más tarde se convertiría en su esposo. A los 18 años, se casó y tuvo a su primer hijo, José Antonio. La maternidad se convirtió en su mayor propósito. Estudió contaduría pública y docencia mientras trabajaba en el Ministerio de Educación Pública.
Candidata a Miss Universe Costa Rica debió lidiar con la prueba más difícil
Sin embargo, la vida le presentó una dura prueba a Stefanía. Tras dos pérdidas gestacionales, ella dejó su trabajo y priorizó su salud emocional. Luego, llegó su hija Ana Paula, a quien llama su “bebé arcoíris”. Tres años más tarde nació Alma Valentina, una niña sana que, a los cinco meses, comenzó a mostrar problemas de salud debido a una enfermedad rara.
“Fue una etapa de mucha impotencia. No hay dolor más grande que ver sufrir a un hijo y no saber cómo ayudarle”, relató. Alma falleció en enero del 2024, con apenas 10 meses de vida. Esa pérdida sumió a Stefanía en un duelo profundo.
“Había días en los que decía ‘Dios mío, qué mal que me siento’. Y la gente siempre me decía, ‘pero usted tiene sus otros hijos’. Y yo pensaba: ‘Es que no importa, es que no quiero, no hay nada que me importe en este momento’”, dijo.
Además, se decía a sí misma: “‘Yo no quiero esto, no quiero estar aquí. ¿Para qué esta vida su sufrimos tanto? ¿Por qué si yo estaba feliz, si la amaba? ¿Por qué nos pasó esto a nosotros?’. Yo no quería vivir. Yo quería morirme, quería estar con ella en el cielo, porque yo sé que ella estaba ahí”.
Durante ese año, su refugio fueron su esposo, sus hijos y su fe católica. Participó activamente en la iglesia, como lectora y catequista, y encontró alivio en la comunidad espiritual. “Ahí encontré la paz que tanto necesitaba. Aunque yo daba catequesis, mis compañeros también me enseñaban a mí”, manifestó.
El sufrimiento también la hizo empatizar con otras personas que viven duelos similares. “Me hizo enfrentarme a lo que sufren muchas personas que son parte de una minoría, lo que es no sentir apoyo, sentirse aislado, de cierta forma hasta llegamos a sentirnos rechazados, más que nada por el sistema de salud que tenemos”, expresó.
Concursante de Miss Universe Costa Rica lucha con su físico
A nivel físico, también atravesó una lucha interna. Confiesa que cayó en la desregulación alimentaria y desarrolló dismorfia corporal. “Me sentía fea, no me gustaba lo que veía. Mi esposo siempre me reafirmó con amor, pero yo no podía verme con claridad”, expresó.
El certamen de belleza llegó a su vida como un nuevo reto y una oportunidad de reconciliación. “Vi la convocatoria en Pérez Zeledón y sentí que era un sueño de niña. Desde entonces me volví más disciplinada con el ejercicio y la alimentación, más consciente de cuidar mi cuerpo con amor”, recordó.
No obstante, la relación con su imagen continúa siendo un trabajo constante. “Aunque vea fotos donde me gusto, en el espejo todavía me cuesta aceptarme. Pero el certamen me ha ayudado a sanar, a encontrar algo de paz conmigo misma”, sentenció.
Stefanía también reflexionó sobre lo injusta que ha sido consigo misma. “Hace apenas dos años estaba embarazada. El cuerpo necesita tiempo para recuperarse, pero al no tener a mi hija conmigo, a veces se olvida todo lo que viví, lo físico y lo emocional”, dijo.
Hoy, su historia inspira por su honestidad y por la manera en que ha convertido el dolor en fuerza. Su participación en el certamen no solo representa belleza externa, sino también la profundidad de una mujer que ha enfrentado la vida con fe, amor y valentía.