Un cuarto de siglo es mucho o poco tiempo, según el cristal con el que se mire. En clave musical se traduce en decenas de canciones, letras, acordes, bailes y conciertos; pero si de Malpaís se trata, 25 años evocan algo más profundo: una marejada de orgullo tico y una ola de amor por la obra de Fidel Gamboa.
En 1999, la banda nació gracias al gran Fidel. Durante más de una década se mantuvo por él, en el 2011 murió con él y luego revivió por él. Fidel fue, es y será el corazón de Malpaís, su cable a tierra, su inspiración, el aire que llena los pulmones de la icónica banda.
Sin embargo, no solo del legado de Gamboa se ha nutrido Malpaís para seguir activo y celebrar un nuevo aniversario de existencia; en la ecuación musical hay dos factores de vital importancia: sus talentosos integrantes, por supuesto, y el público que los ha acompañado a lo largo del tiempo.
Por eso, fieles a su costumbre de celebrar en grande y en familia, los integrantes de Malpaís se presentarán en concierto con la Orquesta Universal, el Coro Laus Deo y sus más fieles seguidores el 28 de setiembre, para cantar feliz cumpleaños al grupo y de paso rendir un nuevo tributo a Fidel. El espectáculo, titulado Más al norte del recuerdo, es una fiesta que conmemora cinco lustros de música hecha en Costa Rica y se realizará en el CIC Ande, en Belén.
De cara al recital, el bajista y compositor Jaime Gamboa, el percusionista Carlos Tapado Vargas y el violinista Iván Rodríguez, fundadores de Malpaís, se reunieron para hablar sobre la tonelada de recuerdos que afloran cada vez que hablan de la banda, sobre Fidel y también del futuro del grupo.
Malpaís: Más al norte de los recuerdos
El viaje de Malpaís comenzó de forma orgánica, pues en el momento de su génesis la música de Fidel y sus colaboradores ya resonaba en distintas formas y formatos. De hecho, la primera chispa que encendió la llama del grupo surgió a través de proyectos previos y la colaboración de sus músicos en diferentes ámbitos.
La idea de formar Malpaís fue una mezcla de azar y destino. Los hermanos Fidel y Jaime conocieron a Iván en el Colegio Castella y desde entonces comenzó una relación musical que los unió. En los años 70, el músico argentino-costarricense Adrián Goizueta fue su profesor y los llevó a ser parte de su Grupo Experimental. Esos fueron los primeros pasos que los artistas dieron en el ámbito musical.
Durante varios años, Fidel, Jaime e Iván tocaron junto a Goizueta y ofrecieron conciertos por varias partes del mundo; sin embargo, ese ciclo llegaría a su fin.
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Tras su paso por el Experimental, los hermanos Gamboa continuaron tocando jazz. Fidel se adentró en el estudio de grabación para trabajar en música para publicidad, mientras que Jaime también se dedicó al mismo oficio.
Por su parte, Iván se dedicó a tocar con la Orquesta Sinfónica Nacional. No obstante, siempre se mantuvieron en contacto, tocando en diversos escenarios y actividades, aunque de manera ocasional.
Tocaban junto sí, pero Iván quería algo más que solo verse las caras de vez en cuando.
“En ese tiempo, yo empecé a pelotear y a puyar a Fidel diciéndole cómo era posible que hubiéramos tocado juntos tantos años y que ya no lo volviéramos a hacer. Su respuesta fue que ya estábamos muy ‘rocos’ para armar un grupo”, recordó Rodríguez.
Sin embargo, gracias a la idea de Iván, la semillita ya había sido sembrada. A la fórmula se fueron integrando otros protagonistas, como los músicos Bernardo Quesada, Pato Barraza y Carlos Tapado Vargas. El común denominador, según recordó Tapado, era que todos admiraban profundamente el trabajo de Fidel y querían estar a su lado para aprender de sus conocimientos.
La insistencia de Iván dio sus frutos. Tras volver a proponerle a Fidel juntarse para hacer música, él finalmente aceptó. “La idea inicial fue reunirnos y hacer un taller de composición”, contó Tapado.
El proceso de reunir a los miembros para formar Malpaís fue tanto un desafío como una bendición. Fidel, conocido por su timidez y reserva, se mostró inicialmente reticente a asumir el rol de líder y cantante. Sin embargo, la persistencia y el entusiasmo de sus amigos, lograron convencerlo de que su música podía tener un impacto significativo.
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En esos primeros encuentros, que se realizaban a manera de talleres de composición, los miembros del grupo comenzaron a entrelazar sus ideas musicales, creando una fusión única de sonidos y estilos. Se reunían una vez a la semana en la casa de Quesada; allí todos llevaban sus ideas y partituras.
“Recuerdo que una vez me grabó un casete con ideas musicales y me dijo: ‘Tomá, a ver qué se te ocurre’. En esa grabación estaban las músicas de Boceto para esperanza, Abril, Tras el ventanal y alguna otra cosa por ahí, y entonces empecé a hacer letras”, narró Jaime.
Para ese momento, la alineación estaba formada por Pato Barraza, Tapado Vargas, Bernardo Quesada, Jaime Gamboa, Fidel Gamboa e Iván Rodríguez. Si hacemos una analogía con el fútbol, el grupo era algo así como el “equipo montado” de las mejengas. Todos eran ya para entonces pesos pesados de la música costarricense, aunque ellos no lo veían de esa manera.
Malpaís: Más al norte del recuerdo, su concierto de 25 aniversario
El concierto Más al norte del recuerdo será el sábado 28 de setiembre en el auditorio del CIC Ande, en Belén, a partir de las 8 p. m.
Malpaís estará acompañado por la Orquesta Universal y el Coro Laus Deo. La producción está a cargo de Entretenimiento Universal.
Las entradas están a la venta en eticket.cr. Los precios y localidades son:
¢20.500: Segundo piso lateral.
¢27.300: Segundo piso central.
¢31.800: Primer piso lateral.
¢36.400: Primer piso central.
¢43.000: Luneta.
“Éramos amigos que queríamos aprender de Fidel, era aprovechar a Fidelito”, agregó Vargas.
Pasó más de un año de talleres y ensayos, pero el grupo no pasaba de las reuniones semanales de creatividad. “Yo lo recuerdo también como una especie de engañito para Fidel, porque era una persona excesivamente tímida, muy insegura y muy pesimista. De hecho, durante muchos años, él decía en entrevistas que estaba acompañado por un desventurado grupo”, agregó Iván entre risas.
Sin embargo, el punto de inflexión llegó cuando el grupo tomó la decisión de lanzarse y compartir la música en la que habían estado trabajando. De manera natural surgió una grabación con canciones como Abril y Boceto para esperanza, interpretadas por la voz de Fidel. Ese casete, que contenía maquetas para que Bernardo y Pato aprendieran las piezas, gustó a los demás miembros del grupo.
“Pato y Bernardo son grandes cantantes para nosotros, pero los temas con la voz de Fidel tenían una calidez especial. En ese momento hubo una transformación en la personalidad de Fidel; realmente se lo creyó y sintió que era su proyecto, donde podía estar al frente, ya que estaba acostumbrado a producir para otros”, explicó Rodríguez.
El “engaño” para Fidel se mantuvo. Los demás miembros querían grabar y tenían planes de llevar su música al escenario, pero ante Gamboa insistían en que no, para que no perdiera el entusiasmo. La idea de grabar siempre le resultó atractiva a Fidel, pero convencerlo de subir a una tarima llevó su tiempo, recordó Tapado.
Uno, el disco que se filtró y que le dio el éxito a Malpaís
Pero no fueron ni Fidel, ni Bernardo, Tapado, Iván, Pato o Jaime los verdaderos responsables de que Malpaís haya salido al aire, en realidad fue el público el que los empujó a los escenarios y a los estudios de grabación.
“De alguna manera, no sé cómo pasó, pero el famoso disco compacto que tenía las maquetas con la voz de Fidel se filtró. Alguien lo quemó, no sabemos quién fue o cómo fue, se pirateó la cosa y comenzó a pasarse de mano en mano. Entonces mucha gente preguntaba cuándo tocábamos, cuándo empezábamos”, contó Rodríguez.
El primer concierto que realizaron fue en el Jazz Café; para ese show, el público ya se sabía las canciones de memoria gracias al disco quemado que se distribuyó sin autorizacion. Curiosamente, fiel a su estilo, Fidel era pesimista, pensaba que nadie los iría a ver en concierto y se cuestionaba todo a su alrededor. Pero en ese primer show, al escuchar a la audiencia cantando de memoria sus canciones, se terminó de convencer.
Para ese momento, el grupo no tenía nombre. Para elegirlo, hicieron una reunión en la que se propusieron títulos como Inquilinos.
Fidel llegó con una lista en donde había un montón de nombres de la Península de Nicoya. Estaba Curubandé, Paso Tempisque y algunos que nos empezaron a sonar, pero el de Malpaís fue el que más sonó porque no solo era el nombre de un lugar, sino que tenía algo más, un juego de palabras. Además, se lo dijimos a alguna gente y de inmediato reaccionaron diciendo que qué nombre más feo, y por eso lo elegimos”, contó Jaime.
En el 2000 ya tenían nombre. El disco Uno se estrenó en noviembre del 2001 con un concierto en el Teatro Auditorio Nacional, espectáculo en el que aseguran llegó poca gente. Seis meses después se dio el histórico concierto en la Antigua Aduana, donde habían planeado recibir a 300 personas, pero finalmente llegaron 4.000. “Fidel estaba asustado, decía que era un lugar muy grande”, afirmó Rodríguez.
Los cambios de Malpaís: El folclor, el ser costarricense y un sonido particular
El sonido distintivo de Malpaís, una mezcla única de influencias folclóricas, jazz y rock, se forjó en una serie de talleres y ensayos intensivos. A lo largo de este proceso, el grupo enfrentó el desafío de fusionar sus diversos estilos musicales, siendo clave la visión de Fidel, en la que yacía una profunda admiración por la riqueza cultural de Guanacaste y la belleza de Costa Rica. Ese enfoque inicial permitió a la banda mantener una identidad musical clara, a pesar de la amplia gama de influencias presentes.
Al poco tiempo, la incorporación del pianista Manuel Obregón ante la salida de Bernardo Quesada marcó un antes y un después en la evolución del grupo. Aportó una profundidad musical adicional y su integración se realizó de manera natural durante un periodo en el que Malpaís se encontraba en proceso de formación. La llegada de Gilberto Jarquín como baterista fue otro momento decisivo, pues su habilidad y estilo musical se ajustaron perfectamente al sonido del grupo, y su contribución fue tan significativa que Fidel y el resto de la banda supieron de inmediato que era una adición valiosa.
Daniela Rodríguez, hija de Iván, quien comenzó como coristaen el grupo, se convirtió luego un pilar fundamental. Desde que Daniela tenía unos cuatro años, Fidel la llevaba a su estudio de grabación para cantar en temas de publicidad y, poco a poco, se ganó un lugar en Malpaís.
“Hubo mucho trabajo de taller, de hacer sonar juntos todo esto, pero había también el efecto Fidel, que era su perfeccionismo y la búsqueda de que todo saliera de la mejor manera posible. Le dio coherencia al sonido, él se imaginaba cómo iba a sonar y después como que todos le agarramos el volado y cada uno entró en sintonía”, explicó Jaime sobre el estilo de la agrupación.
La muerte de Fidel y los nuevos bríos de Malpaís para honrar su legado
En el contexto del 25 aniversario de Malpaís, la banda costarricense recuerda un momento crucial en su historia: la muerte de Fidel Gamboa, sucedida de manera repentina en agosto del 2011.
El grupo, con Fidel a la cabeza, se presentó en un concierto la noche del 27 de agosto, siendo teloneros de un show de Alux Nahual en Costa Rica. Después de la presentación, los artistas departieron juntos en el lugar, pero horas después se dio a conocer que el músico había sufrido un infarto múltiple. Al momento de su muerte, tenía 50 años de edad.
Todos los miembros de Malpaís estuvieron en shock y, de manera unánime, tomaron la decisión de que el grupo sin Fidel no seguiría. El impacto de su muerte fue profundo. La noticia dejó a los músicos de la banda en un estado de negación y tristeza, y el proceso de duelo fue largo y doloroso.
“La decisión del grupo fue no tocar más. No hubo discusión, no hubo reunión, nadie quería tocar sin Fidel. Para mí fue caer en lo más profundo del pozo. Uno no quiere ni sabe cómo salir. Personalmente me pasó que, como parte de mi proceso de salir de ahí, fue escribir cosas con todo el temor de agarrar la guitarra y componer. Estoy hablando de unos ocho o nueve meses después”, afirmó Jaime.
Sobre ese doloroso momento, Rodríguez añadió: “A mí me cuesta mucho hablar de eso y al lado de Jaime más, porque si yo siento lo que siento, no me imagino qué puede sentir la familia. El sentimiento mío en ese momento fue de absoluta negación. A veces todavía no puedo creerlo. Después de la negación hubo mucha tristeza y un sentimiento de orfandad. No pude escuchar la voz de Fidel por dos años”.
Tiempo después de la muerte de Fidel, Jaime visitó a Iván para mostrarle las canciones que había compuesto. De ese grupo de piezas, por ejemplo, nació Remando lento. “Para mí fue eso, la idea de volver con el grupo. Por supuesto que nos hacía falta y no faltaban ideas, y no faltaba gente que dijera que volviéramos a armar el grupo. En algún momento dijimos: ‘Sí, volvemos’”, afirmó Jaime.
Pero una vez más, la decisión de regresar tuvo mucho que ver con el público. Ya para ese momento habían pasado casi dos años desde la muerte de Fidel. Los fans de la banda insistían en volverlos a escuchar y, justo en esos momentos, una oferta tentadora se asomó en el horizonte: ser el grupo que abriera el concierto de Silvio Rodríguez en el estadio Ricardo Saprissa, en Tibás.
El grupo dijo que sí a la propuesta y, finalmente, le abrieron al cubano aquel dichoso concierto. Fue el reencuentro de Malpaís.
La necesidad de rendir tributo al legado de Gamboa impulsó a los miembros de Malpaís a seguir adelante, siemopre buscando nuevas formas de expresión mientras mantenían viva la memoria de su amigo.
El proceso de adaptación y renovación también llevó a la banda a explorar nuevas direcciones musicales, como sucedió con la incorporación del guitarrista David Coto. Iván conoció al músico, quien lo presentó al grupo con la idea de sumarlo a sus filas. El guitarrista tenía amplia experiencia en la música clásica y como solista, pero por sus conocimientos en música latinoamericana les cayó como anillo al dedo. “Hubo una conexión, no solo con nosotros, sino con Fidel. David nos recuerda a Fidel de muchas formas”, recordó Iván.
A pesar de la insistencia del público en escuchar las mismas canciones antiguas, los miembros de Malpaís sintieron una necesidad imperiosa de seguir creando y explorando nuevos territorios. Esta decisión se materializó en la creación de nuevas canciones que marcaron el regreso del grupo a los escenarios.
Después del regreso, la banda siguió conectando con su audiencia de una manera única, creando eventos que trascienden la mera experiencia musical para convertirse en ceremonias de identidad y orgullo tico. Además, desde su reencuentro, comenzaron a tocar con el gran reto de honrar el legado de Fidel, demostrándole al público que la semilla que sembró el músico sigue germinando con nuevas propuestas musicales. La idea no es vivir de las glorias del pasado.
“Se nos fue un hermano, un compañero, y lo más lógico era continuar su legado y hacer cosas nuevas, porque es una necesidad personal de cada uno de nosotros. Es muy difícil hacerlo, porque el público insiste en pedir las mismas canciones. Si uno quisiera, podría terminar la carrera tocando siempre lo mismo, porque la gente lo pide, pero sí hay una necesidad profesional y personal de explorar más y seguir haciendo música”, dijo Rodríguez.
Sobre este mismo planteamiento, Jaime agregó que él, como hermano de Fidel, no se sentiría haciéndole un tributo completo si se quedara sentado repitiendo lo mismo de siempre. “Sentiría que le estoy fallando. Para que esté completo esto, hay que hacer cosas nuevas”, manifestó.
Acerca del Malpaís que tenía a Fidel como su líder y la alineación actual del grupo, Jaime comentó que sí hay marcadas diferencias y que el impacto actual de la agrupación es distinto al que vivieron con su hermano.
Por ejemplo, Jaime asegura que Fidel “como ser humano y como artista tenía su manera de ser y de relacionarse con el público, eso fue una marca suya”. Ahora, las voces de Iván y de Daniela, así como las conversaciones con el público que suele protagonizar Jaime, han logrado otro tipo de acercamiento.
“Con respecto al impacto es distinto, sí. Con los años hay nuevo público que se ha sumado, otros han dejado de escucharnos; sin embargo, desde que estamos en plataformas digitales podemos decir que los seguidores han ido en aumento y eso también lo confirmamos en los conciertos”, aseguró el bajista.
Lo cierto es que al pasar 25 años desde su nacimiento, los días de Malpaís han estado marcados por momentos de alegría, tristeza y renovación profunda; la pérdida de Fidel fue un desafío significativo, doloroso, pero en medio de un mar convulso Malpaís supo navegar ‘contramarea’. Su viaje continúa y sigue intacto su lugar en el corazón de Costa Rica.