María Fernanda León, presentadora de De boca en boca y cantante nacional, pasó de niña a mujer bajo los reflectores, los aplausos y las cámaras. Su padre es Erick León, el de ‘la jungla’, por lo que el mediático mundo de los escenarios y los bailongos nunca le fue ajeno.
Y bueno, aunque ser parte de jolgorio de su papá le deparó muchas sonrisas, en algún momento una gran oscuridad inundó su vida.
Para empezar a contar su historia, es importante destacar que la intérprete vivió su infancia entre dos culturas, pues su familia se dividía entre México y Costa Rica por negocios de su papá. En ese primer país dio sus primeros pasos, unos que sin saberlo la prepararían para el momento que vive ahora.
León fue parte del Centro de Educación Artística de Televisa (CEA) desde los 7 años; allí se mantuvo durante cuatro años y desde entonces supo que lo suyo era el arte, aunque con algunos matices que descubriendo en el camino.
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En el descubrimiento de su vocación, León pasó por varias etapas, incluida una donde se desempeñó como maestra. “Yo estudié Relaciones Públicas, me gradué, y en el momento de sacar la licenciatura me dije: ‘No, voy por el sueño que tenía’, que era ser profesora de preescolar bilingüe. Entonces, me metí a estudiar eso. Inmediatamente empecé a trabajar y estuve cinco años como ‘teacher’”.
Pero un día, la vida de León dio un giro inesperado y terminó trabajando en la televisión. En su rol de animadora y presentadora, ella pasó por Multimedios, Canal 8, para luego mudarse a Teletica a ser parte de programas como Tu cara me suena, Nace una estrella y ahora en De boca en boca.
Fernanda recibió a este medio justamente en una de las oficinas de Teletica, con un lindo vestido blanco y su “barnie bolsa”, un bolso grande de color beige del que bromeó un poco: “Aquí puedes encontrar desde medicinas hasta cualquier otra cosa que se necesite, soy del tipo de persona que anda de todo”, comentó entre risas.
En una larga conversación, León recordó su niñez y las primeras veces que se paseó frente a un escenario. Además, habló de cómo ha lidiado con su trastorno de ansiedad generalizada e, incluso, ofreció una disculpa por algunos “chascos” que ha tenido en vivo.
Amor de familia y un camino preparado
Para referirse a María Fernanda León hay que hablar de la palabra familia, pues allí está la génesis de su pasión artística.
“Recuerdo que la primera vez que canté en público fue para un Día del Padre en México. Le pedí a mi profesora si podía cantar Carcacha, de Selena, como un regalo... mi papá no tenía la menor idea. Yo me paré en frente de todo el mundo, sin pena alguna, y empecé a cantar… La pista iba por un lado y yo por el otro, todo fue fatal. Pero ver la cara de mis papás orgullosos y llorando… esa fue la primera vez”, explica.
En cuanto a su inicio formal en las artes, todo se remonta a la época en la que volvió a Costa Rica. Tenía 11 años de edad. En ese tiempo grabó tres canciones infantiles gracias a su papá y se presentó en la Teletón, Cadena Mayor y otros eventos.
A los 15 años se unió a Erick León y la jungla, agrupación con la que se mantiene hasta la fecha. Al inicio, trabajar con su papá no fue fácil, pues confiesa que son tan parecidos que chocaban entre sí. A pesar de eso, María Fernanda considera que su papá es también su “mejor amigo”, pues ambos se conocen muy bien.
“Él me enseñó que el trabajo que nosotros tenemos es hacer felices a las otras personas, pero que es importante que nosotros también estemos bien, que estemos fuertes, que tengamos una buena vida y una buena salud mental y física. Todo eso me ayudó a saber quién iba a ser yo como profesional”, explicó.
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¿Y recuerdan su sueño de ser teacher? En un momento de su vida tuvo que decidir entre continuar como maestra o dedicarse a la televisión. Al final, el mundo de la pantalla chica terminó ganando la partida, pues en 2016, luego de su participación en Tu cara me suena, las oportunidades como cantante solista iniciaron.
No había de otra, o continuaba como maestra o abrazaba por completo el mundo del arte y la televisión. Al final, tras una conversación con sus padres y con Dios, decidió dedicarle su tiempo a las cámaras y a explotar su melodiosa voz.
Fue así como llegó a ser parte de los presentadores de VM Latino. Luego, León dio el salto a Multimedios y en poco tiempo apareció la que considera la gran oportunidad de su vida y por la que lloró de emoción: entrar a Teletica como presentadora.
“Yo creo que una de las cosas que he vivido en este periodo (en Teletica), no solo en De Boca en Boca, es que la gente es hermosa. Si algo me han enseñado mis papás, es que donde sea que esté, mi brillo y mi esencia siempre tienen que predominar. En el momento en que eso me falle, creo que ya no estaría haciendo las cosas con la misma genuidad o autenticidad", dijo.
Hablando de su paso por la tele, León comentó que ha cometido varios errores en vivo, algunos de los que se ríe y otros que provocan que arrugue el rostro. Algunos han sido tan evidentes que incluso su mamá le ha enviado mensajes diciéndole: “Uy Fernanda, usted está sola”.
Se trata de errores en menciones comerciales o bromas que ha realizado que, desde su perspectiva, no han estado correctas. Incluso, recibió un consejo de su compañero Mauricio Hoffman que guarda con gran aprecio: “menos es más”, le dijo una vez.
“Ahí aprendí que quizá todo lo que quiero decir no tengo que decirlo y me ahorro esos chasquillos”, comentó.
“Me he equivocado y pido disculpas si en algún momento he herido susceptibilidades, porque no fue la intención. Estoy aprendiendo todavía y quiero seguir aprendiendo”, confiesa León, quien le agradece a sus compañeros el apoyo que le brindan.
La ansiedad como ‘compañera de vida’
En la vida de María Fernanda no todo ha sido color de rosa; la muerte de su abuela, en el 2011, la hizo abrir sus ojos: “Creo que fue un golpe que me empujó a decir: ‘La vida es real, la vida tiene dolores y situaciones’”.
Luego de la muerte de su abuelita, fue cuando León empezó a desarrollar un trastorno de ansiedad generalizada.
Según María Fernanda, este es un trastorno “que acompaña a las personas, tanto química como mentalmente, que tienen una poca producción de serotonina. Lo que hace que se presenten síntomas como adormecimiento de manos y pies, taquicardia, falta de respiración. En algunos momentos se sube o se baja la presión, a veces causa ceguera, que a mí me pasa, los síntomas son parecidos entre pacientes”.
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—¿Cuándo se la detectaron?
Hasta los 19 años, pero yo estoy segura de que desde que estaba en la escuela moría de ansiedad. Me daban susto los exámenes, las profesoras, las figuras de autoridad. Para mí, la época de escuela y colegio fue sumamente tensa, porque siempre estaba asustada de si pasaba o no pasaba el examen, por más que estudiara. A veces se me bajaba la presión.
”Cuando muere mi abuela yo trato de ser la salvadora de todos, que todos estén bien. Ella era como mi segunda mamá, era para llorarla a mares y yo no solté una sola lágrima.
No me acuerdo de hecho de absolutamente nada desde el momento en que ella falleció hasta seis meses después que entré en una depresión. Cuando fui al doctor me mandó un antidepresivo y yo dije: ‘No, no me voy a tomar un antidepresivo, yo no necesito nada de eso’. Años después, vuelvo a presentar una depresión absolutamente de la nada”.
—¿Cómo fue en ese momento?
Soy una persona que siempre se ha sentido arraigada a Dios y a mi familia. Tengo una familia que siempre está presente, amigos presentes. Tengo donde dormir, tengo comida, tengo trabajo, tengo salud, que es lo más importante, y aún así, me sentía triste e incompleta todos los días.
“Fingía todos los días porque me tocaba ser esa persona que salía, la presentadora siempre contenta, o la muchacha que se pone a cantar y dicen: “Ay, qué lindo, ella está toda feliz”, y durante las cuatro horas nadie se da cuenta de que la está pasando súpermal”.
—Y llegó el diagnóstico…
Un especialista me dijo: ‘Vos tenés un trastorno de ansiedad generalizada y, además, tenés en este momento una depresión, podríamos decir, moderada’. Ahí fue donde me asusté realmente, porque yo nunca había escuchado la palabra depresión tan de cerca.
”Había visto a mi papá sufrir ataques de pánico y ansiedad, pero nunca en mi vida lo había visto decir: ‘Es que estoy deprimido’. Conocer la depresión tan de cerca fue sumamente duro al inicio y empezar un tratamiento con antidepresivos no es fácil. En el momento en que recibí el diagnóstico me sentí muy decepcionada de mí misma, porque yo decía: ‘Entonces, ¿todo esto que estoy haciendo para qué es?’.”
Hasta que empecé a trabajar en mí y, hasta ahora, puedo decir que mi salud mental está controlada por mí y no por lo que está pasando externamente. Es una compañera, yo la llamo mi compañera. Es la que me hace sentir un dolor del corazón muy fuerte, pero también es la que me hace ir a un concierto o la que me hace venir a trabajar y realmente sentir que mi corazón se me va a salir de la emoción”.
—¿Cómo maneja la ansiedad en el trabajo?
Nunca se me ha olvidado mi primera presentación en Tu cara me suena. Creí que me iba a desmayar del susto. Dije: “Tengo un ataque de ansiedad ahora mismo. No puedo salir, no puedo salir”. Y cuando salí y vi el resultado, cuando vi todo el programa pasando una de las peores épocas de mi ansiedad, dije: ‘El control lo tengo yo. Siempre lo he tenido yo’.
“Ahora cada vez que me subo a un escenario a cantar, cada vez que escucho ‘3, 2, 1, vamos al aire’, cualquier ansiedad se me olvida. No hay susto, el cerebro está tan bien entrenado que, cuando toca concentrarse, hay que concentrarse y no hay espacio para eso”.
—¿Por qué considera importante hablarlo?
Porque si hay algo que me caracteriza, o que por lo menos caracteriza a cada uno de los miembros de mi familia, es que a nosotros nos gusta ser personas auténticas. Y yo no podía dejar que la gente me viera y dijera: “Pucha, sí, qué raro. Esa muchacha siempre la vemos feliz.
”La primera vez que yo decidí hablar del tema, me di cuenta de que había tanta gente igual que yo que hasta fue terapia para mí. Las cosas que yo pueda hacer o decir, que puedan ayudar a quien sea en estos momentos tan duros, son la única razón por la que levanté la voz.
Muchas personas en algún momento me decían: ‘No lo digas’, ‘Cuídate,’ ‘Cuida tu corazón’, ‘pueden usarlo en tu contra’. Alguien puede decir que si te equivocas, ‘claro, es que como ella sufre la enfermedad, siempre está triste, ella es la depresiva’. Y yo decidí, con la armadura puesta, decir: ‘No me importa’. He pasado momentos muy difíciles y he tenido siempre manos de ayuda, por lo que yo no quiero quedarme con esta información y no ayudar”.
