Gia Franceschi es una joven de 22 años, cuyo corazón es lo suficientemente grande para albergar su doble nacionalidad (costarricense - panameña), y aun así dejar espacio para su gran pasión: la actuación.
En días recientes, la joven se convirtió en noticia tras confirmarse su papel protagónico en una novela mexicana de Televisa, llamada Los hilos del pasado.

Este rol es el primero de gran magnitud que Franceschi alcanza en su carrera y, por supuesto, es un motivo de celebración para los costarricenses, en especial para aquellos que sueñan con dedicarse al arte, pero que en ocasiones lo ven como algo muy lejano.
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En una conversación con La Nación, Gia relató sus inicios en el mundo artístico. La actriz asegura que en ese universo, de fama y escenarios, tuvo varios altibajos, pero que logró vencerlos gracias a una gran dosis de determinación. Actualmente, a dos años de egresar del Centro de Educación Artística (CEA) de Televisa, la tica logra ver los resultados de su esfuerzo.
Sus inicios en el arte
Como suele suceder con los hijos de los artistas, tener un acercamiento mágico con ‘el detrás de escenas’ puede encender una chispa de amor por el mundo del espectáculo. Quedar cautivado con las luces, el vestuario y el talento de quienes los rodean, les permite, desde muy pequeños, hacerse la idea de que también pueden pertenecer a ese mundo y construir su propio camino. Este fue el caso de Gia Franceschi.

Su madre, la Miss Costa Rica 1995, Beatriz Alvarado, tuvo mucho que ver en las decisiones que tomó Gia en relación con su futuro profesional, pues de la mano de la agencia que representaba a su progenitora, ella y sus hermanos exploraron a temprana edad lo que significa pertenecer al entretenimiento.
Actuaciones infantiles, activaciones en jugueterías, estrenos en el cine y demás actividades fueron amenizadas con el canto y baile de Franceschi.
Con el pasar del tiempo, perseguir el sueño de un futuro en el arte se disipó y la psiquiatría tomó su lugar. Su madre, no conforme con esto, trató de guiarla hacia un mundo más artístico, pues Franceschi siempre tuvo talento para desenvolverse en este ámbito.

Gia creció en Panamá, país natal de su papá, pero siempre mantuvo un vínculo cercano con Costa Rica gracias a su mamá.
Siendo una joven muy inquieta, Franceschi cursaba el colegio en el país canalero cuando comenzó a sentirse estancada y con ganas de avanzar más rápido hacia sus metas. Siguiendo el consejo de su mamá de dedicarse al arte, decidió mudarse a Costa Rica para terminar sus estudios y ahorrar tiempo, ya que en Panamá aún le quedaba al menos un año más. Después de conversar con sus padres, logró convencerlos y completó lo que le faltaba para graduarse a los 16 años, lista para enfocarse en sus sueños artísticos.
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Con la mente clara, el apoyo de su madre y el arte como norte, Gia emprendió el viaje de su vida tras pasar el primer filtro de Televisa: ingresar al CEA. Llegó a México segura de que la oportunidad sería suya y así fue. Cinco años después de ese viaje, el papel protagónico tocó su puerta.
Vivir en México, vivir de la actuación
Tras egresar del CEA, pasaron al menos dos años para que Gia pudiera conseguir su papel protagónico. Audiciones, oportunidades, frustración y mucha determinación marcaron su camino.

Económicamente, fue un reto, pues Franceschi asegura haber hecho todo lo posible para mantener vivo su sueño: “Yo he trabajado hasta las 3 a. m., he cantado en lugares, he servido de mesera. Estos 2 años yo no me rendí porque creo mucho en mí”.
Gia también trabajó en la sección de protocolo de varios eventos, en congresos y hasta como auxiliar contable en un despacho de abogados, donde asegura que lloraba todos los días. Estas decisiones pesaban más algunas noches, cuando se cuestionaba si debía o no devolverse a Panamá.
“Me ha tocado de todo y no me arrepiento, yo espero que no tenga que volver a eso, pero si me toca volver, lo voy a hacer. Yo no voy a dejar mi sueño nada más porque no hay dinero” comentó.
Incluso su padre, un hombre que ella misma describe como “muy cerrado”, la apoya en su sueño, pero siempre le hacía saber que la extraña y le pregunta que cuándo regresará a Panamá a vivir con él.
Estos comentarios complicaron un poco el proceso para Gia, no porque no sintiera el apoyo, sino porque realmente no estaba segura de hasta cuándo debía intentar ser actriz.
“¿Será que sí? ¿Estoy yendo por el camino correcto o debería ya soltar este sueño tan gigante que tengo?“, se preguntaba Gia.
El síndrome del impostor y la oportunidad de su vida
Franceschi se considera una artista integral: canta, baila, modela y actúa, cualidades que considera vitales para poder sobrevivir en el medio artístico. En palabras de su madre, es ideal ser un “artista completo”.
Este nivel de habilidad le permitió conseguir algunos papeles pequeños, donde ni siquiera tenía diálogo, pero que considera fueron vitales para poder hacer experiencia en el medio.

Cuando llegó la oportunidad soñada, un inesperado visitante se le apareció: el síndrome del impostor. Gía asegura que dicho “personaje” hace constante presencia en su vida y le asegura, dentro de su cabeza, que probablemente consigue las oportunidades porque el equipo de producción “quiso darle la oportunidad”, no porque sea realmente buena.
Cuando recibió la noticia; su primera acción tras salir del shock fue llamar a su madre, quien con gritos de orgullo y emoción al otro lado del teléfono celebró su logro. Su padre, por su parte, derramó lágrimas de orgullo de una forma más silenciosa.
La joven aseguró que no hubo tiempo para procesar la noticia, pues el papel fue suyo un viernes y el lunes iniciaron las grabaciones.
El mensaje con la confirmación de su participación se lee: “Hola, mi corazón, buenas tardes. ¿Cómo estás? Pues ¿qué crees? Fuiste la elegida, quedaste con el personaje”, le escribió Gina, la directora de casting de la telenovela.
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“Yo no le pude contestar a Gina como por 20 minutos. porque yo nada más veía al teléfono porque no me lo podía creer, te digo, el síndrome del impostor que tenía era gigante, yo decía: ‘No puede ser que yo me lo haya quedado’. En mi cabeza era como: ‘Se están burlando de mí y quieren humillarme’, comentó la actriz.
A partir de ahí, Gia asegura que su vida cambió drásticamente, pues actualmente sus sueños se materializan. Hoy disfruta de hacer sus escenas y tiene la voz ronca por brindar tantas entrevistas, una secuela que se siente afortunada de tener.
Ante la pregunta, ¿lo haría todo de nuevo?, Gia aseguró que sí, pero que en ese segundo intento iría un poco más despacio, tomaría la vida más con calma y, aunque se esforzaría igual, trataría de disfrutar un poco más de su juventud.
