
Tan solo cinco minutos. Ese fue el tiempo en el que una mujer, que decidió llamarse Valentina para la entrevista, habló sobre lo que significó para ella ser víctima de trata, en Costa Rica, durante siete años.
“Fueron los momentos más terribles de mi vida. Es una etapa muy dolorosa, que no deseo que nadie más viva, por lo que solo puedo decirle que, por favor, haga un llamado a que las personas se interesen en este tema y denuncien. En sus manos puede estar el salvar la vida de una o más personas”, dice esta madre de tres niños.
Por su seguridad, son muchos los detalles que se reserva ella y quienes estuvieron involucrados en su rescate y reinserción en la sociedad costarricense. Esta mujer, cuya nobleza se refleja en cada una de sus palabras, fue víctima de explotación sexual, y hoy no teme alzar la voz como sobreviviente del tercer delito más lucrativo a nivel mundial, según la Oficina de las Naciones Unidas.
Su relato es completamente atípico. Valentina, contrario a lo que sucede en la mayoría de los casos de trata de personas, logró escapar de quienes la tenían retenida e interpuso la denuncia.
“Todo esto inició cuando tenía 14 años, así que era solo una adolescente cuyos derechos fueron violentados. Pasaba hambre, frío y era tan solo objeto para ellos”, asegura al mismo tiempo que comenta que está realizando distintos cursos, que le permitirán tener un oficio y salir adelante con su familia.
Trabajo en conjunto
Valentina es una de las 211 personas acreditadas como víctimas de trata en Costa Rica, según la oficina del Equipo de Respuesta Inmediata (ERI), desde el 2010.

Este equipo interdisciplinario, que inició operaciones en el país en el 2013 bajo la Secretaría Técnica de la Coalición Nacional contra el Tráfico Ilícito de Migrantes y la Trata de Personas (CONATT), es el encargado de atender a las personas que son rescatadas. Su labor es ofrecerles opciones que le permitan reinsertarse en la sociedad por medio de asesoría legal y apoyo psicológico, social y económico.
“Una vez que la persona es rescatada de esta condición, es llevada a un lugar seguro, que puede ser desde un hotel hasta un albergue. Allí se le ofrece un kit que incluye desde cepillo de dientes hasta un buzo y una camisa. Este busca satisfacer sus necesidades básicas que fueron desatendidas en el tiempo que estuvo dentro de esta red. Una vez hecho esto, se comienzan a realizar distintas entrevistas que permitirán acreditarla o no como víctima de trata, para luego activar todo el protocolo para su atención”, expresa Silvia Artavia, psicóloga y una de las coordinados del ERI.
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El delito de trata consiste en utilizar a una o más personas con fines de explotación, para lograr provecho propio o de un tercero, haciendo uso de la amenaza, fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude, engaño o abuso de poder. El propósito es obtener el consentimiento de una persona para que tenga autoridad sobre otra.
“Tenemos una tarea muy importante y es lograr que cada vez más personas conozcan este delito que, muchas veces, puede estar frente a nuestros propios ojos. Este es uno de los crímenes más terribles, porque violentan todos los derechos que tenemos como individuos”, afirma Artavia.
Para la especialista, quien desde hace seis años trabaja en la atención de sobrevivientes, el único “requisito” para ser víctima de este delito –regulado a nivel nacional bajo la Ley 9095– es ser simplemente una persona.
Su labor le ha permitido conocer casos de mujeres, hombres y niños, quienes ante alguna condición de vulnerabilidad, fueron captadas y engañadas para luego ser utilizadas como mercancía. En algunos de ellos, el propio tratante ha llegado ser familiar o conocido de la víctima.

“Hay casos de jóvenes con alta escolaridad, hombres y personas LGTBI, con una posición socioeconómica alta. Esto demuestra que solo se necesita ser persona y tener alguna condición de vulnerabilidad para convertirse en víctima”, explica.
Negocio criminal
Según la Oficina de las Naciones Unidas, en la actualidad la trata de personas es el tercer delito más lucrativo a nivel mundial, esto por debajo del narcotráfico y tráfico de armas, y mueve miles de millones de dólares anualmente.
A diferencia de los crímenes que encabezan la lista, en la trata se atenta contra la integridad y dignidad de un ser humano que, lamentablemente, puede ser “vendido” una cantidad innumerable de veces y para distintos fines “comerciales”, entre los que se encuentran explotación sexual o laboral, mendicidad, matrimonio forzado o extracción ilícita de órganos.
Sylvia Chaves, jefa en Costa Rica de la Oficina Internacional de los Derechos del Niño ( IBCR, por su nombre en inglés), coincide en la importancia de romper con mitos sobre este tema, entre ellos, los que están relacionados con los factores de riesgo.

Desde su punto de vista, es importante que la sociedad tenga claro que no solo se es víctima de trata cuando se está encadenado y no se puede salir de un sitio. Al contrario, es cada vez más común conocer casos de personas que tienen el “beneficio” de no estar en cautiverio y hasta de poder comunicarse con algunos de sus familiares.
“La trata es conocida como la esclavitud del siglo XXI. Este es un delito en el que, una decisión tan básica como cuándo y qué comer no existe. Aquí se atenta contra la dignidad de una persona, que es el bien más preciado que podría tener. La indiferencia ante esto como sociedad nos está matando”, argumenta.
Chaves hace referencia a la naturalización de algunos hechos, que ha llevado a que los ciudadanos consideren normal algo que realmente no lo es. Es por ello que invita a las personas a que estén más atentas y cuestionarse todo con lo que se llegue a tener contacto.
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“Yo hablo de que despertemos el ‘sospechímetro’, es decir, ser más maliciosos con la información que nos llega, con lo que vemos en la calle y con todo aquello que nos parezca que no está bien. En muchas oportunidades no estamos realmente conscientes de que más de una vida puede depender de detalles tan sencillos como estos”, asegura Chaves.
Aunque es imposible definir el perfil de una víctima de trata, ya que eso dependerá en gran medida de su historia personal, existen algunas condiciones que las hace más vulnerables, entre las que destacan el tener precaria situación socioeconómica o la necesidad de encontrar oportunidad de trabajo.
“No se puede negar que existen miles de condiciones que pueden llevar a una persona a ser víctima de trata. La educación integral es una herramienta vital para lograr prevenirla y hacia eso es lo que debemos apostar”, dice Chaves.
Desde su perspectiva, en Costa Rica se debe hablar también de una cifra oculta en las estadísticas, ya que son muchos los casos que aún se desconocen y no son denunciados.
Crimen organizado
Al igual que es prácticamente imposible establecer el perfil de una víctima, es igual de complicado hacerlo con el de un tratante. Sin embargo, las distintas investigaciones realizadas demuestran que este tipo de personas tienen una gran capacidad para manipular a terceros.
“Lo que sí tenemos claro es que, además de manipular a otros, estas personas tienen la capacidad de estudiar muy bien a sus víctimas. Ellos buscan conocer sus puntos más sensibles para poder acercarse y generar empatía para romper la desconfianza. Una vez hecho esto, les resulta más fácil engañar a la persona y utilizarla para distintos fines”, explica Angie Bartels, jefa de la Oficina de Trata y Tráfico de Personas del Organismo de Investigación judicial (OIJ).
Para Diego Alfaro, compañero de Bartels y también agente de este organismo, la atención de este tipo de casos requiere de una mayor sensibilidad por parte de los ciudadanos y funcionarios, ya que, desde su experiencia, nadie ha sido víctima de trata por voluntad propia.
A esto se suma también que generalizar sobre estas redes criminales muy poco aporta a la prevención, por lo que se requiere una participación mucho más activa por parte de los ciudadanos al denunciar.
“Si de algo puede estar segura la población es que ninguna de estas personas están allí porque quieren. Muchos de ellos sienten que no tienen otra opción, temen por sus vidas o están siendo amenazados junto a sus familias para que no dejen a sus tratantes”, apunta Alfaro.
Aunque algunas de las investigaciones han terminado en juicio y sentencia para los tratantes –con penas de hasta 16 años o más–, el OIJ hace un llamado a que la población los alerte en caso de sospecha del delito.
“Las personas son nuestros ojos en todo el país, así que sus denuncias son vitales para poder salvar más vidas y desmantelar toda la red de crimen organizado que hay detrás de un crimen como este. Cuando se rescata a una víctima se da un golpe directo al bolsillo del delincuente”, asegura Bartells.
Evolución del delito
Costa Rica es considerada un país de origen, tránsito y destino de trata, tanto a nivel local como internacional. Es precisamente la complejidad de este delito lo que ha planteado importantes desafíos al país, tanto a nivel social como jurídico.
La prevención, la efectiva protección y restitución de los derechos de las víctimas, además de la persecución penal de las personas tratantes responsables son los principales retos.
En el plano local, la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), junto con el Ministerio Público (MP) y el OIJ trabajan de la mano en la atención de las denuncias.
Este año se ha visto el aumento de los casos, al menos, en cuanto a denuncia se refiere. Se pasó de procesar 34 denuncias a 41 en lo que va del 2018, por lo que las autoridades han redoblado esfuerzos en la investigación para que dicten sentencias, además de protección y atención a los sobrevivientes.

“Desde el año 2013 se establecieron las directrices para crear el CONATT, en el que se tiene la participación de 21 instituciones del Estado. Esto, junto a la Policía Profesional de Migración y el OIJ, nos ha permitido detectar casos, atender a las víctimas y poder llevar a juicios a algunos de los integrantes de estas redes de crimen organizado”, afirma Raquel Vargas, directora de Migración.
Las investigaciones han establecido que las zonas de Costa Rica con más incidencia de este delito son las ubicadas en las costas con altas tasas de turistas y en regiones fronterizas. En cuanto a las nacionalidades que predominan entre las víctimas destacan costarricenses, nicaragüenses, dominicanos, colombianos, salvadoreños, chinos y hondureños.
La ubicación del país lo convierte en una especie de puente migratorio, por lo que las autoridades han desarrollado algunas capacitaciones y campañas de sensibilización en distintas provincias.
“Hemos desarrollado talleres en comunidades como Coto Brus, que son algunas de las más propensas a este delito. A ellos los dotamos de distintas herramientas para que sepan qué es la trata, cómo puede afectarlos, pero, principalmente, de qué forma podemos prevenirlo”, sostiene Vargas.
Eugenia Salazar, quien es Fiscala adjunta de la Fiscalía Especializada contra la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes del Ministerio Público, explica que con la aparición de las nuevas tecnologías este crimen ha evolucionado.
Es por ello que hace un llamado a padres y adultos responsables de menores de edad a que tengan una mayor y más eficaz supervisión del uso de las redes sociales, además de estar conscientes qué tipo de información se hace del conocimiento público en los perfiles.
“En estos tiempos se han identificado distintas cuentas falsas en redes sociales de páginas de universidades y empresas que buscan captar a jóvenes, estudiantes o profesionales y engañarlos. Siempre que llegue a nosotros una oportunidad que parezca ser perfecta, se debe confirmar por todos los medios su veracidad”, dice.
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Las autoridades coinciden en que para que exista una oferta de trata hay detrás una alta demanda. Sin embargo, el país se especializa en tendencias de investigación, nuevas modalidades de operación y redes de apoyo que sean más eficaces.
“Ser una sobreviviente de este delito me hace ver el mundo con otros ojos y hoy busco ser ejemplo para mis hijos”, expresa Valentina, cuyas días transcurren en medio de un aprendizaje, en el que poder leer y escribir son metas alcanzadas.
Hoy, en cada paso que da, decide apostar por una nueva y mejorada versión de sí misma. No solo por ella, sino por todas las personas que fueron o son víctimas de este inhumano delito.
