Columnistas

Abuso del término ‘balance ecológico’

La ausencia de un verdadero balance ecológico y la manipulación política del término amenazan el bienestar ambiental

En los últimos meses, ha sido evidente el abuso del concepto balance ecológico. Nuestros gobernantes dicen buscarlo, y los que se oponen a sus acciones son considerados fanáticos de la conservación.

La falsa dicotomía entre el desarrollo humano y la conservación de la naturaleza no debería ser utilizada por los gobernantes, quienes deberían entender que no hay desarrollo sin conservación ni conservación sin desarrollo. No se trata de una u otra. No tenemos otra opción que alcanzar este equilibrio si queremos mantenernos en este planeta.

Es muy fácil irse a cualquiera de los dos extremos y, al mismo tiempo, es muy difícil conseguir y mantener ese balance. Pero está claro que lo necesitamos si deseamos la sostenibilidad ambiental. Sin un ambiente saludable, no tendremos un futuro.

Se olvida fácilmente que es un ambiente sano el que produce el oxígeno que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que consumimos y el clima en el que vivimos.

Nuestros gobiernos deberían buscar este equilibrio como parte de sus deberes fundamentales. Muchas acciones deben ejecutarse antes de que podamos hablar de haber logrado el equilibrio.

Se requiere información científica sólida, obtenida con los mejores métodos de investigación disponibles. Alcanzar un balance entre la deforestación y los cultivos, entre la protección marina y la extracción pesquera, entre la contaminación del agua y su uso humano debe basarse en ciencia y no en presiones o voluntades políticas.

Afirmar que se busca el balance ecológico, o más serio aún, que se ha alcanzado, debe ser demostrable, analizable y fundamentarse en la mejor información científica disponible. Que un gobernante afirme que se está alcanzando el balance debe venir acompañado de datos científicos sólidos. De lo contrario, serían afirmaciones vacías e infundadas.

Hasta ahora, nuestro ambiente no goza del ansiado balance. Por el contrario, los últimos años han demostrado cuán lejos estamos y qué tan pobremente se entiende en la clase gobernante.

En afirmaciones que denotan ignorancia o mala fe, se manifiesta que se realizan estudios científicos para demostrar la sostenibilidad de la pesca de arrastre. Poco importa que tales estudios estén tan mal diseñados, que ningún científico los respalde ni que no lleguen a generar ningún resultado válido.

La evaluación por pares, concepto básico de la ciencia, ha sido, en este caso, ignorada, y se trata de vender como ciencia lo que solo es mala investigación.

Para alcanzar el equilibrio ecológico se requiere mucha y sólida investigación. Se habla de pesca sostenible sin saber cuántas personas pescan, el estatus de las poblaciones pescadas o los volúmenes que se extraen de ellas.

Sin esta información, es irresponsable hablar de sostenibilidad. Aparte de las poblaciones pesqueras, los más afectados son los mismos pescadores, que han visto reducidas sus capturas, sus ingresos y su bienestar, por este mal entendido balance.

Para alcanzar un balance ecológico, se requiere una institucionalidad fuerte, que vele por la protección de los recursos, la reducción de la contaminación y la conservación de la biodiversidad. Pero lejos de ver un gradual fortalecimiento institucional, observamos su acelerado debilitamiento.

En el presupuesto del 2023, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación recibió ¢1.190 millones menos, y para 2024 el presupuesto se redujo en ¢2.350 millones.

Con esta institucionalidad debilitada, se espera atender incendios forestales, controlar la pesca ilegal, supervisar el pago de servicios ambientales, vigilar la cacería ilegal, etc. Hoy, sin equipo, vehículos o combustibles, los funcionarios deben asegurar el “balance ecológico”.

Las palabras sostenibilidad o balance ecológico han pasado a ser tergiversaciones de la realidad, usadas por la clase política para pintar escenarios irreales. Su abusivo uso permite seguir gastando aquello de lo que tenemos poco: el tiempo.

No podemos seguir oyendo a los gobernantes hablar de sostenibilidad y “balance ecológico” cuando nuestro ambiente se degrada, cuando desconocemos cuantitativamente los impactos que estamos causando, cuando se ignora el principio precautorio.

Si pronto no tomamos acciones para obtener datos confiables, fortalecer las instituciones y mejorar el marco regulatorio, no alcanzaremos el balance ecológico.

Sin él, la gran mayoría de los servicios ecológicos (aire, agua, alimentos, clima) continuarán deteriorándose marcadamente, trayendo serios problemas a nuestra sociedad. No sigamos abusando de este término y empecemos a actuar para alcanzarlo.

jorge.jimenez@marviva.net

El autor es ecólogo marino.

La falsa dicotomía entre el desarrollo humano y la conservación de la naturaleza no debería ser utilizada por los gobernantes.
Afirmar que se busca el balance ecológico, o más serio aún, que se ha alcanzado, debe ser demostrable, analizable y fundamentarse en la mejor información científica disponible. (Shutterstock)

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